Buenas, lectores y lectoras del mundo, aquí tenéis un nuevo ejercicio de palabras en el que, utilizando algunos términos elegidos al azar por varios miembros del Club de Lectura y Teatro, elaboramos microrrelatos, reflexiones, microcuentos, incluso poemas, donde encontraréis originalidad, diversidad y muchas ganas de transmitir.
El máximo de palabras utilizadas será de 160 incluyendo los términos clave, y sin contar las del título.
Las reglas siguen siendo las mismas: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).
En esta ocasión son diez las palabras propuestas para incluir en las historias: NENÚFAR, DESEO, EMBAUCAR, ATARVÁN, CASCARUJA, ZAGUÁN, LILAILA, MALDAD, TENDENCIA y SEMIDESNATADA .
Animaos a practicar estos ejercicios en casa y si queréis hacer comentarios o mandarnos vuestra creación, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Esperamos que disfrutéis de la lectura.
LAS MENTIRAS TIENEN LAS PATAS MUY CORTAS
Este fin de semana he quedado con una amiga, mi marido está de viaje por trabajo.
Hemos reservado mesa en un restaurante rural con mucho encanto, tiene un patio precioso lleno de naranjos adornados con luces y lilailas de seda que seducen a la brisa marinera, en el centro una alberca con preciosos nenúfares, se dice que son unas flores mágicas que conceden deseos.
Nos obsequian con unos aperitivos y un vino dulce y ácido que está marcando tendencia.
Buscando el baño, crucé el zaguán y oí una voz familiar. ¡Tierra trágame! Mi corazón se quedó semidesnatado y casi sin pulso, menudo atarván sin vergüenza, que bien sabe embaucar a las mujeres..., mi marido besándose con una jovencita. Cogí el plato de cascaruja y se lo tiré en toda su cara. Sé que fue un acto de gran maldad porque es alérgico al cacahuete, pero ojalá se hubiera tragado uno.
Montse Martínez Serrano
EL DESEO DE LA CRISÁLIDA
Envuelta en una lilaila morada transparente, con maldad semidesnatada, fue tirando cascaruja por el camino. Cuando llegaron al zaguán, se quitó las alas, las colocó sobre nenúfares y entró a rastras. El deseo de que la encontrase a tiempo lastraba sus pasos hacia su destino; había embaucado al príncipe y la habían capturado y condenado a la disección, la última tendencia en pena de muerte del Reino. De repente, una lengua robusta y pegajosa atrapó a la reina y la engulló entre gritos de "atrapad a ese atarván". Trepó sobre el camaleón y, como amazonas, salió huyendo. Por fin nada se interpondría para convertir ese agujero viscoso de gusanos ciegos en hermosas mariposas de postín.
Mª Carmen Jiménez Aragón
UNAS MONEDAS EXTRAS
Ya en el zaguán, cubrió parte de su cabeza con la lilaila que llevaba al cuello y, al salir a la calle, el sol semidesnatado de marzo le recordó que sus gafas andaban en el bolso. Así nadie la reconocería.
Llegó con tiempo al sitio indicado. Aún no entendía cómo aquel atarván la había embaucado en semejante despropósito. ¿Es que no veía lo extremadamente comedida que era ella en el trato con desconocidos? Su maldad no tenía límites.
Distrajo su nerviosismo centrando la atención en la ardilla que cruzaba el estanque, saltando sobre los nenúfares, para recopilar la cascaruja que no había caído al agua desde los árboles. El parque comenzaba a llenarse de curiosos y transeúntes y sintió el deseo de salir corriendo como aquel animalillo.
De pronto, dio un respingo cuando le sorprendió una voz chillona, preguntándole:
-¿Peluca naranja rizada o peluca azul lisa? Las dos son tendencia y captan miradas en el teatro callejero.
Gema Frías Luque
LA PRINCESA DEL LAGO
En un lejano país existió, hace muchos años, una bella dama que vivía en un lago rodeada de nenúfares, su vida estaba marcada por un deseo, conseguir un retal de lilaila y que la costurera del pueblo le cosiera un precioso chal, tendencia de la época.
Nada más llegar al zaguán, sintió cómo se le erizaba la piel, notaba en el ambiente algo que no podía describir con palabras, una emoción semidesnatada con toques de maldad.
El atarván que le abrió la puerta, ni siquiera trató de embaucarla, no entendía que hacía tan bella mujer en su casa y la roció con cascarujas hasta verla trasponer por el sendero.
Nunca se habría podido imaginar que la costurera ya no viviera en esa casa.
Lourdes Sánchez Jiménez
ILUSA
Aquella mañana amaneció con un sol semidesnatado, lo cual le recordó que estaba en el zaguán que da paso al invierno y quedaban pocos días para recoger los frutos que el otoño ofrecía.
Corrió saltando sobre los nenúfares del lago en aquel parque, deseando recoger el máximo de cascaruja que le fuera posible cuando, de repente, algo llamó su atención, una mujer con gabardina, gafas de sol y lilaila atada al cuello. "¡Qué mujer más rara!" pensó.... "bueno... será tendencia en moda ahora".
Cargada con todo lo que sus patitas podían transportar, trepo a su árbol hasta llegar al nido casi listo para el gélido invierno, pero, cuál fue su sorpresa al verlo vacío. Otra vez pecaba de no tener maldad alguna y dejarse embaucar por aquel atarván y ladrón hámster doméstico abandonado allí por sus dueños.
Dori Calderón Ramos
AÑORANZA
¡Cuánto añoré tus caricias sobre mi piel!
Te soñé durante el estío, tu ausencia me hizo sentir como nenúfar, flotando en mi deseo de fundirme contigo.
Alguna vez fuiste atarván con modales enfurecidos, y tu fingida maldad me convirtió en cascaruja perdiendo su piel y mostrándome desnuda ante ti, pero siempre conseguiste dejarme embaucar por tus susurros, por tu forma de mecer mi cuerpo en el zaguán de tu inmensidad, siempre ofreciéndome una proposición ambigua, semidesnatada, pues igual me echas de tus brazos que igual me llamas.
Tu tendencia a jugar conmigo me enamora, te acercas y te alejas mientras me hablas, y lejos de enfadarme contigo me embriago de tu aroma, dejo que acaricies mis pies dejándome llevar por ti para envolverme en tu lilaila de sal, sabiendo que siempre habrá otras.
Pero no importa, querido mar, porque hoy al volverte a ver, sentí que también tú me añorabas.
Jose A. Ortega Cuadra
CLIENTE SEMIDESNATADO
Paseaba hacia la entrada de aquella enorme casa con cierta aprensión. Rodeando el sendero, cubierto por cascarujas de los almendros que lo flanqueaban, se encontraban sendos estanques llenos de nenúfares y escuchaba las lilailas de las ranas y otros bichos que le producían cierta repulsión.
Al entrar en la casa, atravesando el zaguán, se encontró con aquel viejo atarván encorvado, pellejudo y apoyado en un bastón, que la esperaba con ojos de deseo y lascivia, provocando en ella un asco más que justificado.
La tendencia en estas situaciones consistía en embaucar al sujeto para, de esta forma, ganarse un cliente seguro. Pero la maldad y desprecio que le demostró desde el primer momento la llevaron a plantearse dejar de ofrecerle sus servicios.
Lo único positivo de la visita a ese cliente, además de la jugosa remuneración, es que la invitaba a desayunar siempre y es el único que le pone el café con leche semidesnatada.
Rafa Núñez Rodríguez
DÍA DE COMPRAS
Tenía dos nenúfares vistiendo su mirada, piel de almendra, algunas pecas con forma de avellanas, o quizás no.
Ella nunca se dejó embaucar por la maldad que hacía hervir mi deseo, pero cada día volvía. Yo veía la melaza desbordándose en sus labios, esos mismos que solo habían sido capaces de llamarme atarván, y yo ni siquiera entendí que quería decir.
Hoy camina envuelta por una lilaila que huele a primavera, yo la imagino atravesando el zaguán que la guía a mi corazón. La espero en una bañera cubierta de cascarujas, y mi boca deseando llenarse de su sal.
Entonces, la humedad en mis pies me saca de la tendencia a soñar y veo, con sonrojo, como he abierto un cartón de leche semidesnatada que estoy derramando sobre mi perversión y el suelo del pasillo de los lácteos del Mercadona.
Mª Jesús Campos Escalona
TE PERDONO
Yo era tan solo una niña. Intentaba sobrevivir, proteger mi corazón de ti, pero era como cascaruja que lleva el viento. Tan frágil e inexperta..
Tu deseo de hacerme sufrir me hacía sentir como nenúfar arrollado por una tormenta. Nunca comprendí por qué, con tanta maldad, embaucabas a mi persona, para luego, con tendencia pasiva, dejarme caer, una y otra vez.
Yo intentaba quererte, y es más, recuerdo cómo aquella mañana de verano, apareciste como atarván enloquecido y, en el zaguán de mi casa, me tiraste a la cara la lilaila de seda que te regalé y, con sonrisa semidesnatada, me dijiste: ya no eres mi ahijada.
Laura Pérez Alférez
LOS DOS ANCIANOS
Muchos como él han pasado por aquí, pero sigue fascinándome su tendencia a envejecer, son tan cortas sus vidas... Al principio intuía que sería otro atarván semidesnatado, hasta que me dejé embaucar, sin maldad, y nos hicimos íntimos amigos.
Hoy salió del zaguán a paso lento, siempre aparece con un puñado de cascaruja envuelto en su lilaila. Nos complace pasar el rato observando los pájaros que anidan en las ramas, oír el canto de los zorzales por la mañana y el chillido nocturno del mochuelo, cerca del estanque del nenúfar.
Hoy me contó, angustiado, que están cortando los olivos centenarios al otro lado de la cañada. Luego se sentó sobre mis raíces y, apoyando la espalda en mi tronco, se relajó profundamente, sumergiéndose en un sueño eterno.
Hoy nuestra conexión es más intensa, pronto su sabia se unirá a la mía y perviviremos unidos algunos siglos más. Si nos dejan...
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