martes, 22 de septiembre de 2020

I POEMAS AL AIRE.



En esta ocasión os mostramos una pequeña selección de poemas creados por algunos de los miembros del Club, mostrando cada uno de ellos la belleza de lo tangible e intangible, la armonía que nos da la libertad de construir textos con un sentido natural y que nos transporta a nuevos y desconocidos paraísos.

M. Carmen Jiménez Aragón
FUEGO EN LA PIEL
Escucho el silencio
y, de fondo,
el murmurar de las aguas.
Cuanto más vacío mi mente
más llena me siento
y me invade la quietud y el aplomo
de ese fuego eterno
que acaricia mis ojos cerrados.
Recorre mi piel, indefensa,
y la hace llorar
lágrimas saladas que no entristecen,
solo conectan con mi alma
que pareciera querer salir
licuada en cada poro.
Torbellino de sensaciones,
que pugnan por vencer,
confunden mis movimientos
enterrando mis pies en arena
cuando desean huir al viento.
Y cuando el alma me abandona
crepitando en el silencio,
cuando es imposible retenerla y
la razón se vuelve loca,
apresuro mis pasos a la orilla,
que lame y humedece mis pies
y catapulta un gélido escalofrío
que termina por alcanzar
mi médula más recóndita.
Brusca vibración que recoloca
cada hueso y cada sentido,
éxtasis que me hace renacer
y calma la piel abrasada
por esa quietud de fuego eterno.


Rafa Núñez Rodríguez
LA IMPORTANCIA DE... YO QUÉ SÉ
Una chapa de cerveza olvidada en el bolsillo,
y recordar su sabor envuelto en risas,
respirar la sal de aquella fotografía,
la de varias espaldas frente al mar,
mezclando palabras con espuma blanca,
recuerdos sencillos,
de esos que nos refleja el arco iris.
La importancia de... yo que se,
la necesidad de lo que no es importante,
y que sin embargo se hace esencial.
Todo ello se mece al arrullo de las olas,
se duerme con el susurro del viento,
y lo soñaremos nuevamente como caminos diferentes,
si, largos y complicados,
pero llenos de esos , que se yo.
Y sin darnos ni cuenta,
los iremos pintando de importancia,
les daremos un toque vida,
haciéndolos un poquito nuestros,
y cuando vaya cayendo la tarde,
así, sin querer,
se habrán hecho imprescindibles.


Laura Pérez Alférez
DÉJÀ VU
Volveré una mañana,
a otros amaneceres tardíos
Volveré a aquellos olores, tan míos
A hierba bañada por el rocío
en la madrugada
a orillas del río
A leña quemada
A pan caliente
A tierra mojada,
una tarde de abril.
Y todos esos momentos volverán
y todos ellos me envolverán.
Olores que traen recuerdos.
Recuerdos envueltos
en olores.
Todos tan míos...!




Dori Calderón Ramos
IRIS
Llegó el BLANCO,
radiante como siempre,
El NEGRO trato de oscurecerle,
Pero el ROJO
con su furia le hizo frente,
El VERDE quiso atraerle,
y formar con él una bandera,
¡Ay el AMARILLO celoso!
Que siempre quiso tenerle
Y llegó todo fogoso.
¡Detente AZUL imperioso!
¡No puedes luchar con el ROJO!
¡Haya paz! Dijo el VIOLETA,
El Sol y el Agua nos unirán,
Y formaremos sombras secretas,
En un arco sin igual
Qué brillará con alma y sin fronteras.


Rafa Núñez Rodríguez
ILUSIÓN CON CAFÉ

Inspiró con fuerza,
como con hambre de vida,
y sus pulmones se llenaron de flores.
Los rosales le clavaron sus espinas,
enredándose en sus órganos palpitantes,
pequeñas rosas asomaron temerosas,
rojas, blancas y algunas amarillas.
Un inmaculado jazmín se apoderó de su boca,
y sus palabras se transformaron en esencias,
se convirtieron en diminutas flores,
de esas que lo envolvían todo con sus aromas.
Era un jueves más,
de esos de olor a café y sudor,
de los de pasos perdidos,
caminos de esos que enhebraban sol y alquitrán.
Y sin embargo allí estaba,
un mundo viviendo en sus pupilas,
todo lo que le quedaba por ser,
todo lo que le esperaba por querer.
Entonces el café le supo a miel,
y el calor le acarició con ternura,
tal vez hoy,
no fuese un jueves más.

Rafa Núñez Rodríguez
MIS BESOS EN TI
Hice un trato con un beso,
pero me engañó.
Yo lo dejé en tu piel,
le dije que acariciase tu cuello,
que subiese al lóbulo más cercano,
que lo mordiese con cariño,
que te hiciese cosquillas en el oído,
le dije que no se olvidase del otro,
que los oídos son muy celosos.
Le dibujé el mapa de tu rostro
para que rozase tus párpados
y resbalase por uno de tus mofletes,
que cuando llegase a tu boca,
ahí,  no tuviese compasión,
que te comiese como quien sabe que no verá amanecer,
y después, lleno de tu lengua,
bajase como un kamikaze
y parase allí donde late la vida acompasadamente,
y que jugase con tus cumbres temblorosas.
Yo se lo expliqué todo
y él me engañó.
Le dije que se perdiese en
tus piernas,
que susurrase caminando por tus muslos
y que allí donde nace todo,
allí , te recitase poesías
de esas, de las de flores de colores,
de las de vientos y fuegos.
Hice un trato con un beso y me engañó.
Le dije que después de ti
volviese a mis labios
para sentirte más cerca
y, sin embargo,
ese beso hizo su hogar en tu cuerpo,
y yo perdí tu recuerdo,
al menos por un instante.
Suerte que cada día,
como una mariposa que se posa sobre una flor,
dejo un beso sobre tu piel.
Solo me queda encontrar ese que no me engañe,
que sea capaz de desprenderse de tu piel
y volver a mí.

Mª Carmen Jiménez Aragón
LA ALEGRÍA DE NO TENER
La tarde invita a pasear,
dama de noche escondida,
jazmín, lirios y azahar
embriagando mis sentidos
y me hacen delirar,
pues una estrella ha caído
junto a mis pies en el camino,
rauda y solitaria
buscando en mí, cobijo.

Cosa tan bella, singular tesoro
no lo he de guardar
pues aquella chiquilla triste
sin quererlo dejó de brillar.
No alborota su risa la noche
y sus ojos ya no sueñan
más que reproches.
A ella la ha de ayudar.

Y volviendo sobre mis pasos
algo que no vi he encontrado
reluciendo en el alfeizar,
brillos al sol robados.
Una lámpara de los deseos
que en mis manos ha caído,
pulida y dorada deslumbra,
de mi vista la quise alejar.
Calle abajo la lleva
aquel chiquillo descalzo,
buen uso hará su padre,
buena cuenta darán sus hermanos.

Y aquella noche al acostarme
vino la providencia a verme,
“puse en tu camino, necio ser,
todo aquello que podías desear
y como no lo supiste ver
su gran valor me negarás”.
No fue ese el motivo,
y le seguí aclarando
que el valor de lo que tienes
el perderlo lo va dando
y aunque tus ojos vieran desprecio,
necedad o insensatez no albergo,
y es que hace años me enseñó la vida
que no es más rico el que más tiene,
sino el que menos necesita.


Rafa Núñez Rodríguez
SOMBRAS OTOÑALES
Nunca fue primavera donde ella nació,
en los árboles crecían hojas secas,
de las que se llenan los parques de melancolía
e inundan el suelo de desesperanza.
Y, sin embargo,  sus ojos eran
como cristales de colores,
reflejos de los sueños desconocidos,
anhelos de imágenes deseadas.
El aire la envolvía con mantos de añoranza,
de esa que casi no imaginaba,
de esa que no entendía,
pero que cambiaba los tonos  marrones.
Y soñó con un arcoíris bañando su piel
y sus pasos navegaron sobre la pena de los árboles,
buscando aromas a pétalos de colores.
Se mezcló con unas rabiosas rachas de viento,
y por fin dibujó estelas sobre el cielo,
llegó a acariciar campos de amapolas,
donde sus dedos se llenaron de sol
y escuchó sonrisas azules,
de esas de almas infinitas.
Entonces, el ocaso comenzó a desperezarse,
y ella miró su reflejo
en las aguas que se tornaban a los sueños,
seguía siendo ella,
con sus ojos marrones.

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