-Elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos once términos, elegidos al azar por miembros del club.
-Cuando la palabra elegida es un verbo (amar, verter, salir...), puede utilizarse en cualquier forma, tiempo o persona.
-Si la palabra elegida no especifica su función, podremos utilizar cualquiera de las que nos proponga la RAE para dicho término.
-Si el término elegido es un sustantivo o adjetivo podremos usar tanto el masculino como el femenino, y en singular o plural, según convenga.
-No se debe utilizar una palabra cambiándole la función que debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).
Para este ejercicio los términos elegidos han sido: ESTILO, GELATINA, AMANTE, BANDIDO, OLVIDAR, TORO, ENAMORADO, LUNA, PAPELERA, PRETENDER y TIEMPO.
Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.
Mª Jesús Campos Escalona
SIN PRETENSIÓN
Se me olvidó quererte así, sin más, como un amante más bien desmemoriado.
El tiempo transcurría y yo huía de ti, como bandido que solo pretende su libertad.
Yo, que me confieso fiel enamorado de la luna, más de una vez odié la grandiosidad de su poderosa luz, pues en las noches que reclamabas mi hombría, yo huía como toro despavorido por la ventana, siendo esta fiel testigo de mis avatares nocturnos. Pero aquella noche, mi estilo poco armonioso quedó más que nunca en evidencia; tal fue mi mala suerte, que un cordón de mi zapato se enganchó en el filo de la ventana y, dando un traspié, acabé en una papelera, totalmente manchado de roja y pegajosa gelatina.
Dori Calderón Ramos
EL ÚLTIMO TROCITO DE LUNA
Tiró a la papelera el último trocito de luna que brillaba en el cielo, que colándose por la ventana le traía a la memoria lo que pretendía olvidar, todas esas noches en las que su amante la enloquecía besándola como toro embravecido y haciendo temblar sus labios como gelatina.
Aquel cuarto menguante le recordó el tiempo en que su enamorado se marchó, huyendo como un bandido para no volver, ese era su estilo. Y ebria de rencor, decidió que si ella no volvía a brillar, la luna tampoco lo haría.
Laura Pérez Alférez
LA LUNA Y EL TORO
Cada mañana soy un poco más joven, mi tiempo se vuelve gelatina. Me irritan los canallas bandidos que viven en mi casa, esconden mis cosas para que no las encuentre, me roban mis zapatillas y las tiran a la papelera.
—Ese toro..., la lunaaa.
¡Otra vez ese estribillo que no se me va de la cabeza!
Estoy enamorado de una amante que no conozco, su nombre ya lo olvidé. Recuerdo su pelo rubio ¿O era morena?
La maestra se va a enfadar, desaprendo todo lo que sabía ayer y el estilo de mi caligrafía pretende desaparecer.
Esta tarde iré al parque a jugar con mis amigos. Lo escribo hoy, porque mañana no sabré hacerlo.
—Ese toro..., la lunaaa
¡Dichosa canción!
Mª Carmen Jiménez Aragón
EL AMOR PERFECTO NO EXISTE
Para cuando dio el paso, ya llevaba algún tiempo sospechando que el pretendido enamorado era un bandido embaucador. Su peculiar amante le prometía la luna y la hacía vibrar como gelatina cuando se conocieron, con ese estilo cursi y empalagoso que tenía para camelarla. Pero ella se había cansado ya, ahora quería coger el toro por los cuernos y terminar, aunque sin olvidar su parte de culpa: ella misma le pidió ser tratada como si no hubiera otra mujer en la faz de la tierra.
Sin pensarlo más, hizo clic en el acceso directo 'iaMarioCasas' y lo mandó a la papelera con viento fresco.