viernes, 30 de octubre de 2020

CUENTACUENTOS DE HALLOWEEN " NO TENGO MIEDO".



Biblioteca, Guadalinfo, concejales y vecinos de La Viñuela lanzan "No Tengo Miedo", cuentacuentos digital especial para Halloween.


Las responsables del centro Guadalinfo y la biblioteca de La Viñuela organizan cada año, por estas fechas, un cuentacuentos para escolares con el objeto de despertar su creatividad e interés por la lectura.

En este peculiar Halloween, la crisis sanitaria impide hacerlo de forma presencial, pero los y las niñas de la comarca no se van a quedar sin su cuentacuentos: hoy se estrena en las redes el vídeo «No tengo miedo».

Sus responsables son un grupo de adultos de La Viñuela y Alfarnate compuesto por la bibliotecaria, dinamizadores de Viñuela y Alfarnate y  concejalas de la localidad Mª Ángeles Fernández y Silvana Bazaga que han escrito, dirigido, interpretado, grabado, editado y publicado este contenido con el que esperan hacer disfrutar y despertar la creatividad y el interés por la lectura en los y las escolares a los que va destinado en un contexto tan complejo como el actual.

 HAN COLABORADO:

– Biblioteca Pública Municipal de La Viñuela.

– Ayuntamiento de La Viñuela 

– Centro Guadalinfo La Viñuela y Alfarnate.

– Colegio de La Viñuela.

A continuación podéis encontrar el cuento en el que se ha basado el video, para que disfrutéis de su lectura.


                LA FAMILIA DRACULINEZ

     En una ciudad no muy lejos de aquí, vivía una familia formada por la mamá y sus tres hijas, era la familia Draculinez. Eran unas chicas muy simpáticas a las que les gustaba vestir siempre de negro, y aunque a sus amigos al principio les parecía un poco extraño, en cuánto descubrían lo simpáticas que eran se olvidaban de su aspecto, y tanto la mamá como las hijas tenían muy buenos amigos y amigas en aquel lugar.

  Ocurrió que la familia Draculinez tuvo que cambiar de casa y hasta de ciudad, pues mamá cambió de trabajo, y ahora el nuevo trabajo de la Señora Draculinez se encontraba en otra ciudad. La pobre señora no sabía como explicar aquello a sus hijas, porque estaba segura de que las chicas no iban a tomarse el cambio que se avecinaba muy bien. Así que no tuvo mas remedio que armarse de valor y escoger un momento en que las tres chicas estuviesen en casa para hablar con ellas.

  Aquella tarde de viernes, mamá Draculinez aprovechó que las tres chicas estaban sentadas a la mesa del comedor y se acercó hasta ellas para decirles:

     -Chicas, escuchadme con atención, tengo que contaros algo… ¡Tengo un nuevo trabajo! Pero está en otra ciudad, así que tendremos que recoger todas nuestras cosas para mudarnos.

     La Señora Draculinez no se sorprendió de la mirada de sus hijas, era una mezcla de sorpresa, espanto y enfado a la vez.

     Lucifera, la hija mayor fue la primera en reaccionar:

     -¿A otra ciudad? Pero… ¿Estás loca, mamá?

     Bladimis, la hija mediana no tardó en contestar:

     -¡Yo, de aquí no me muevo! ¡Estoy “I love” con esta casa! ¡Jamás podré vivir en otra!

     La madre comenzó a suspirar cuando la pequeña Escarlata comenzó a gritar: “Yo no voy, no voy, no voy y no voy”.

 

     La mamá trató de tranquilizarlas diciéndoles...

     -Tranquilidad chicas, vamos a hablar tranquilamente y…

     No pudo terminar su frase, pues Lucifera comenzó a decir:

     -Pero...¿Tú te escuchas, mamá? ¿Marcharnos de aquí? ¿¿Ahora??

     Y Bladimis gritó tras su hermana:

     -¡Nunca estaré I LOVE con otra casa!

     Y claro, Escarlata no podía ser menos y comenzó a gritar:”Pues yo no voy, no voy, no voy y no voy.

  Mamá Draculinez dejó que las chicas sacasen su rabia y su miedo a los cambios que se avecinaban protestando de aquella manera, era lógico que estuviesen asustadas, ella también lo estaba, pero tenían que ser fuertes y ella les enseñaría que hay que ser valientes y no tener miedo. Por eso, cuando se calmaron les habló así:

     -Chicas, tenéis que ser razonables, tenéis que entender que tenemos que adaptarnos a la nueva situación. Tenemos que ser optimistas, después de un adiós siempre llega algo nuevo, cuando se pone el Sol sale la Luna, cuando se marcha el invierno llega la primavera, y estoy segura que cuando dejemos esta casa encontraremos una nueva casa bonita donde vivir y también encontraremos nuevos amigos a los que querremos como a los de ahora.

     Lucifera miró a su madre con lágrimas en los ojos mientras le gritaba:

     -¡Ni loca, mamá! ¡NI-LO-CA!

     La familia tenía miedo de decir adiós a sus amigos y no encontrar amigos nuevos, tenían miedo de que la nueva casa no les gustase, de que fuese oscura y fea, ya que la de ahora era luminosa y bonita, también pensaron en la posibilidad de que en la nueva ciudad no entendiesen su forma de vestir. ¡Y hasta podían reírse de ellas!.

Pero mamá con mucho cariño habló con ellas hasta convencerlas de que todo iría bien, y la familia al completo hizo las maletas, y tras despedirse de vecinos, amigos y de su querida casa marcharon rumbo a una nueva ciudad, incluso iban ilusionadas ante su nueva vida.

     Pero la ilusión cayó a sus pies cuando aparcaron su negro coche ante la nueva casa… 

¡¡¡Aquello más bien parecía un castillo embrujado!!!  

 

     Bajaron del coche sin decir palabra, y todas siguieron a mamá que abrió la puerta de la casa que crujió al abrirse. Entraron muy despacio, mamá la primera, las chicas cobijándose tras su madre se sobresaltaron al oír un búho que echó a volar mientras se escuchaban unas campanas sonar muy lentamente no muy lejos de allí.

                                            

 Grandes telas de araña caían desde el techo, una nube de polvo cubría todos los muebles y el suelo, todo estaba oscuro y tétrico…

     Las chicas comenzaron a llorar, a gritar y a patalear con un ataque de pánico, no podían creer que aquella casa espantosa fuese a convertirse en su nuevo hogar, y la Señora Draculinez, a pesar de estar tan consternada como sus hijas, hizo acopio de valor y trató de tranquilizarlas:

     -A ver, A ver… ¡TRANQUILIDAD! La casa está un poco sucia…, pero la limpiaremos, está un poco oscura…, pero la iluminaremos, huele un poco a humedad…, pero la ventilaremos, y haremos de ella nuestro nuevo hogar.

     -Pero mamá….¿Y los monstruos? ¿Qué haremos con los monstruos? -preguntó Escarlata.

     -¿Qué monstruos, hija?...Replicó la madre

     -Pues esos que  se oyen por toda la casa. ¿No los oyes?, -aclaró Escarlata.

     La madre, tranquilizando a sus hijas les dijo:

      -Chicas, en esta casa no hay monstruos, solo un poco de suciedad y desorden, cuando la limpiemos y coloquemos todas nuestras cosas, esta casa será perfecta. Los monstruos solo están en vuestra imaginación.

     -¿Seguro mamá?- Preguntó Bladimis

     -Segurísimo, el miedo a lo desconocido nos hace ver monstruos donde no los hay, sólo tenemos que decir fuerte, muy fuerte: ¡NO TENDO MIEDO!  ¡NO TENGO MIEDO! ¡NO TENGO MIEDO!

    




La familia Draculinez convirtió aquella casa en su nuevo hogar, encontraron nuevos amigos y amigas que las aceptaron tal y como ellas son, mamá tenía allí un trabajo estupendo y  fueron felices sin encontrar nunca  monstruos en ningún rincón de aquella casa, pues los monstruos se marcharon junto con el miedo de las chicas al abrir las ventanas y quitar el polvo.

 FIN

Un cuento de Dori Calderón Ramos.


sábado, 24 de octubre de 2020

DÍA INTERNACIONAL DE LAS BIBLIOTECAS

📕📗📘📙📕📗📘📙📕📗📘📙 

24 DE OCTUBRE

DÍA 

INTERNACIONAL📚

DE LAS 

📚BIBLIOTECAS

📕📗📘📙📕📗📘📙📕📗📘📙



La Viñuela conmemora el Día Internacional de las Bibliotecas con una exposición de relatos, realizados por miembros del Club de Lectura y Teatro de La Viñuela.

La iniciativa, organizada por la Biblioteca Pública de La Viñuela, intenta acercar historias creativas y originales, acompañadas con pequeñas ilustraciones.

Estos microrrelatos serán expuestos durante varios días en la Biblioteca Municipal, todo el que desee visitar esta actividad, podrá hacerlo teniendo en cuenta las medidas de seguridad y distanciamiento, así como las de aforo propuestas por el Consistorio Municipal.

Estas actividades pretenden incentivar y contribuir al enriquecimiento de la cultura local.

Para poner en situación al lector, debemos comenzar la historia por el principio. En 1992, la Biblioteca Nacional de Sarajevo quedó totalmente en ruinas debido al conflicto bélico de los Balcanes. Lo que detonó dicha destrucción fue su arquitectura, que incorporaba elementos de tradición árabe y oriental, recordando a todos los que pasaban por delante de ella que ya no formaban parte del Imperio Otomano (Turco). De este odio a lo ajeno nace el término ‘memoricidio’, que es la palabra que se utiliza para describir la destrucción del acervo cultural de un pueblo.

Para recordar este trágico suceso, desde el año 1997, cada 24 de octubre se celebra en muchos países el Día Internacional de las Bibliotecas. Una efeméride que busca resaltar la importancia que tiene este tipo de edificaciones para la historia humana como resguardo de su cultura, de sus escritos, de sus creencias. Así podemos decir que la historia de ese día surgió de entre las cenizas y la perdida de cientos de miles de textos únicos.

Y para celebrar el Día Internacional de las Bibliotecas basta con que visites alguna de ellas, seguro que te diviertes con las actividades que tengan programadas, o comparte una reseña sobre algún libro que recomiendes.

En el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela hemos optado por celebrarlo ofreciendo lecturas en nuestro blog, y como hemos dicho anteriormente, también podréis encontrarlas en la propia biblioteca. Son textos originales, cuyo tema gira en torno a esos edificios tan especiales para nosotros, guardianes de tantos tesoros y emociones. Deseamos que disfrutéis de estos microrrelatos y que abran vuestra mente para visitar nuevos mundos en papel.


Gema Frías Luque

GUARDIANA DE LIBROS

20/09/1982

Me fascinaba ver cómo los libros eran clasificados. En el aula de clase había un armario lleno. Los alumnos tomábamos un libro por mes. Detallábamos el título en una ficha, el nombre del autor y  un resumen del contenido. Me encantaba hacerlo, tanto que a los 10 años ya había enumerado todos mis libros.

Algo pasaba cuando visitaba la biblioteca del instituto, no podía dejar de observar al señor que hojeaba una ficha antes de alcanzarme el libro. Más que sentarme a leer, yo quería ser la persona que entregaba los libros. Me alentó que alguien creyera que yo sería capaz de algo así, y tras superar un examen, sería la bibliotecaria de mi pueblo. El caudal de información era enorme y lo cierto es que el bibliotecario no solo necesita saber lo que tiene, sino dónde podría estar lo que se necesita. También tuve que hacer de guía, orientar y enseñar…

Es tremendo el poder de los libros, se nota como enriquece la vida y es que las bibliotecas tienen la capacidad de igualar: todos podemos entrar.


Dori Calderón Ramos

ESE MÁGICO LUGAR

Cada tarde, al abrir la puerta y entrar, me sumerjo en un mundo donde la lógica no tiene lugar, todo se vuelve mágico, quizás con un toque de locura que convierte a este lugar en un espacio singular.

En pocos minutos llegan esos locos bajitos con su algarabía de risas y sus miradas traviesas, llenando las mesas de papel y el ambiente de color, y yo, ingenua de mí,  tratando de poner orden y silencio, les hablo seriamente, pero solo es cuestión de segundos que uno de ellos me mire, me cuente su aventura del día y mi corazón se siente a la mesa con ellos.


Se abre la puerta de nuevo..."¡Sssssstt, silencio niños! Tenemos visita, es la Señora Remedios que viene a cambiar el libro leído por otra nueva historia, siempre os dedica unas palabras amables, así que sed educados”.

Pero cuando llega nuestro vecino más jovial y nada más entrar vocifera mi nombre, no puedo controlar vuestras risas y solo puedo hacer el silencio con una mirada suplicante y cómplice.

Algo similar ocurre cuando, antes de que nadie aparezca en la sala, oímos una cantiña  familiar, ya sabemos de quién se trata, ella siempre llega así, precedida de su canción, y vosotros mitigáis esa risa que os provoca escondiendo vuestras caras en los libros, mientras yo escucho cuánto le ha gustado esta historia y junto a ella buscamos otra que le haga sentirse feliz mientras viaja por las páginas de un nuevo libro.

Algunas tardes, llegan los que antaño ocuparon vuestro lugar, ya se sienten mayores y buscan el libro que toca leer o una mesa libre para trabajar en grupo, y en sus miradas encuentro el cariño que se forjó en esas tardes compartidas.

Hoy es lunes, un día especial para la Biblioteca, al anochecer se llena de luz magistral. A esta hora llega un grupo de gente que no son bajitos, pero sí un poco locos, y con su locura me transportan a un mundo de luces, risas y sueños que entre todos tratamos que se hagan realidad.

Viajamos juntos a través de los libros a mil lugares, y juntos damos vida a historias y a personajes, porque como dijo uno de esos locos, juntos formamos un todo.

Y yo me siento parte de este lugar,  porque siempre hay alguien que necesita una historia, lo aprendí hace años, cuando una carita soñadora me miraba suplicante cada tarde y me decía: "¿Me lees de nuevo el libro del Dragón Rojo?"



Rafa Núñez Rodríguez

LOS AYUDANTES DE LA BIBLIOTECARIA

Las luces se apagaron y ellos se sentaron en el centro de la biblioteca. Eran cuatro, pequeñitos, casi etéreos, con los ojos grandes y una gran sonrisa. Eran los ayudantes de la bibliotecaria. Por las mañanas les llevaba leche y galletas y ellos sentían adoración por ella.
A veces la ayudaban con los deberes de los niños, les movían los lápices hacia las respuestas adecuadas, o saltaban sobre las teclas del ordenador. Ella, aún sin verlos, les guiñaba y seguía etiquetando.

Cuando no había nadie, abrían algunos libros y se montaban sobre Babieca, Rocinante y otros caballos, y hacían carreras sobre las mesas. Casi siempre ganaba Bucéfalo, entonces se escuchaba el “pssssss” de la cuidadora de los libros, entre risas lo recogían todo y se introducían entre las páginas, para comprobar que todo estaba correcto.
Al oscurecer les daba las buenas noches y los dejaba allí, dueños de tantos mundos como fantasías viviesen en su imaginación. Ellos comenzaban a contar historias de esas en las que brillan las estrellas, de lunas llenas y amores imposibles, hasta que entre risas se quedaban dormidos.

 

Mª Jesús Campos Escalona

EL UNIVERSO DE LAS PALABRAS ESCRITAS

Siendo una niña  aprendí  el amor por la lectura. Cada tarde me adentraba en un mundo mágico: los  hermanos Grim, eran mis favoritos, aunque  reconozco  que cada libro que caía en mis manos  era como pequeñas y jugosas frutas que yo, ansiosa, devoraba.

Una persona muy especial que  me enseñó  el camino  y que cada tarde  me acompañaba de la mano,  era Dori Calderón Ramos, la bibliotecaria. Ella me abría  la puerta a infinidad  de lugares y yo, con ojos grandes e iluminados, le sonreía con agradecimiento. Hoy puedo decir, que somos buenas amigas.

Seguí, durante muchas tardes más,  yendo  a la biblioteca; con sus libros aprendí a compartir,  a leer con fluidez, y a entender  lo que  leía,  pero sobre todo a amar. A amar intensamente  a esos eruditos que lo saben todo. ¡Oh, los libros...!, te enseñan tantas cosas y tan variadas que  su gama es infinita. Con los años llegó  la madurez y nunca,  he dejado  de leer. Esa amistad se ha consolidado  cada vez más. Igual  que la amistad que formo con  mi grupo  de lectura, el cual, al igual  que yo, adoramos escribir, leer y actuar, y no paramos de navegar por doquier. Con ellos me siento  dichosa y feliz.

La biblioteca  ha sido y es, una parte muy importante  en mi vida, una extensión  más  de mi  misma. Con sus páginas he soñado, he viajado,  he comido platos gourmets  y hasta me he enamorado. La biblioteca es un mundo con infinidad de posibilidades,  dicen que es mágico, ¡entra cualquier  día,  compruébalo! ¡El poder que  tiene es maravilloso!

 

Laura Pérez Alférez

LA LEYERA

Se pasaba horas enteras, embelesada frente a la biblioteca que había en casa de sus padres, compuesta por una simple estantería repleta de libros y un antiguo mueble de madera oscura, en el que su padre guardaba sus tesoros más preciados, decenas de libros de lomos gastados por el uso y el paso del tiempo. Le fascinaba aquel mueble y su contenido, ella lo llamaba leyera por relacionarlo con la palabra leer, en realidad era una antigua hielera o yelera, destinada muchos años atrás a conservar hielo, la niña estaba segura que los mayores lo pronunciaban mal.

Su deseo infinito de aprender a leer se agudizaba cada noche, cuando la casa se llenaba de jóvenes sentados alrededor de la mesa grande, y su padre sacaba sus libros de historia, geografía, aritmética, ortografía..., y leía en voz alta a sus improvisados alumnos, ávidos por recibir los  conocimientos que no tuvieron tiempo de aprender en la escuela, por tener que ayudar a la familia en las faenas del campo a tan temprana edad.

La pequeña observaba a su padre, maestro de noche, y a sus alumnos desde el regazo de su madre, sentada cerca de la chimenea en las largas  noches de invierno, hasta que el sueño cerraba sus ojos y continuaba soñando con historias  fantásticas guardadas en aquellos libros custodiados en la leyera, que ella leería algún día.

Recuerdos de tardes de verano junto a su padre, en el toldo levantando las pasas, cuando el sol se iba ocultando y la calor amainaba, memorias de miles de cuentos, unos inventados, improvisados, otros ya conocidos y aprendidos de tanto escucharlos y no por ello menos sorprendentes, siempre narrados de forma diferente, historias de niños prisioneros de la malvada bruja de la casita de chocolate, o como Garbancito fue tragado entero por la vaca que se comió la col, o también los siete cabritillos que se tragó el lobo feroz, todos ellos con finales felices, eran rescatados por sus padres y llevados de vuelta a casa. Otros muy divertidos en los que su padre, con una gran imaginación, la convertía en protagonista del cuento y entre risas y algarabías pasaban la tarde, hasta que su madre la llamaba para merendar.

En el fondo de un viejo baúl, años más tarde, encontró decenas de novelas atesoradas por su abuela, según le habían contado había sido una gran lectora. Este hallazgo la entusiasmó y la mantuvo ocupada durante un tiempo, ordenando y clasificando las novelas por fascículos.

Aquellos libros y aquellas maravillosas historias forjaron en la pequeña el amor por la lectura.

El día que aprobó el examen para trabajar en la biblioteca fue de una gran alegría que, como no, compartió con su padre.

“Besos al cielo, papá”.


Cande Molina Mostazo

BIBLIOTECARIAS QUE MARCAN LA DIFERENCIA

El olor, el olor a libros, no sé cómo definir el olor que aún recuerdo de la biblioteca de mi pueblo, seguramente sería olor a viejo. La primera tarde que fui consciente de lo maravilloso que era ese lugar fue una tarde de otoño, en el colegio nos habían mandado un trabajo sobre escritores de la Generación del 27, y allí que estaba yo puntual esperando que la bibliotecaria abriera las puertas de la sabiduría.

Empecé a mirar estanterías y me sorprendió el orden tan perfecto. Me encantó una enciclopedia de  literatura, solo recuerdo que sus tapas eran azules,  en ella encontraba biografías, poemas, trozos de textos y explicaba lo que el autor quería transmitir.

La biblioteca pronto se convirtió en la rutina de la felicidad porque, además de leer todos los libros juveniles llenos de  historias y aventuras, para nuestra pandilla era la excusa perfecta para salir de casa, “mamá, tengo que ir a la biblioteca”, y claro qué madre le va a negar a un hijo ir a ese fantástico lugar.

Así fue como la biblioteca paso a formar  parte  de nuestra vida, allí quedabas con el chico que te gustaba, allí nos reuníamos para hacer los deberes, en fin era nuestro paraíso de las tardes.

Ahora, con el paso de los años, he visitado varias bibliotecas enormes y sorprendentes, dignas de llamarlas museos, elegantes en todos los sentidos, aunque yo sigo emocionándome por las bibliotecas rurales. Sí, las de los pueblos, que a pesar de ser muy pequeñas y de no tener una arquitectura definida, más bien alguna pared torcida y algún gran ventanal, son las que van firmando recuerdos, esos que se quedan en el corazón. Y así lo quise transmitir a  mi hija, que desde muy pequeña, empecé a llevarla un ratito por las tarde a ese precioso lugar lleno de libros, para elegir un cuento y leerlo en casa.

 Allí conoció a los hijos de la bibliotecaria, y ya se sabe, los niños se relacionan muy rápidamente y claro, pues yo también empecé a relacionarme con la bibliotecaria, sin duda la mejor profesional que he conocido. Me recomendaba cuentos y novelas con tanto entusiasmo que estaba deseando de llegar a casa para leerlos y poder contrastar opiniones al día siguiente. En la  biblioteca de La Viñuela hay que mantener el silencio y el orden, pero  se puede  hablar bajito, e incluso  recuerdo haber soltado alguna carcajada mientras leía un capítulo de algún magnífico libro, entonces  la bibliotecaria alzaba la mirada y te hacía un guiño que significaba “ya te dije que era muy bueno y te ibas a reír mucho”.

Actualmente sigo muy vinculada a la biblioteca porque pertenezco a un grupo de lectura, proyecto e iniciativa de una de mis mejores amigas, la bibliotecaria, no podía ser de otra manera. Encontré en mi camino una persona maravillosa, donde cada día ‘libros van y libros vienen’, hasta que no nos quedó más remedio que  imprimir  una muy buena amistad.

Por consiguiente, sigo disfrutando de maravillosas novelas y, tras leerlas, nos reunimos para sacarle todo el jugo y bebérnoslo  a sorbitos pequeños para poder ir saboreando cada frase y cada palabra. Un grupo muy variopinto, con pensamientos muy distintos, con personalidades muy diferentes, pero que nos une el amor por la cultura y el respeto, y hemos conseguido crear vínculos de amistad gracias a la palabra bibliotecaria, porque una biblioteca es maravillosa cuando su bibliotecaria es extraordinaria.

Eternamente agradecida, querida amiga.


Montse Martínez Serrano

ENTRE TÚ Y YO

Se despertó sobresaltado con una caricia. Hacía semanas que nadie lo tocaba. La suavidad de las manos de la bibliotecaria endureció el cuero cuarteado que sentía en el dorso. Aspiró el perfume, tanto como el lomo se lo permitió, para impregnar sus 178  hojas de agua de azahar, pero la mezcla con el tufillo a viejo de las obras clásicas del siglo de oro español le revolvieron hasta la sinopsis. 

Y de repente, el aire y la luz. Alguien por fin quería leerlo. Se sintió excitado imaginando cómo sería su nuevo lector, si de los que se duermen con un libro, de los que no pueden dar un paso sin llevarlo a cuestas, de los que se sientan horas en el rincón de lectura o de los que usan los libros de posavasos. En el peor de los casos perdería de olfato al Lazarillo de Tormes y a La Celestina. Aquel día era de los buenos. Dejaron atrás el pasillo diez, recorrieron el nueve y al llegar al mostrador, pasaron de largo. ¿Por qué la bibliotecaria no se detuvo a rellenar la ficha y proceder al préstamo? Con paso célere llegaron hasta el pasillo dos, lo alzaron y abriendo hueco entre dos libros delgaduchos, lo encorsetaron.


Mª Carmen Jiménez Aragón

EL BUNKER

El viaje había durado demasiadas horas, pero nos habían prometido que era el bunker más seguro sobre la faz de la tierra y, mis padres y yo, no dudamos en unirnos al grupo.

La puerta de entrada era inmensa, quizá para dar una idea de lo que encontraríamos dentro. Pero al cruzarla me di cuenta que jamás en mi vida hubiera imaginado poder estar en un paraíso así. Ante mí se abría una gran avenida con jardines, flanqueada a ambos lados por estantes que llegaban casi al pesado cielo, repletos de libros de todos los colores y tamaños. Multitud de callejuelas a derecha e izquierda formaban un entramado laberíntico en el que estaba deseando perderme. A medida que me adentraba en aquel universo quedaba más maravillada, estaba eufórica por saber que aquel incalculable tesoro se había salvado de la catástrofe y gracias a él el futuro conocería los orígenes de la humanidad.

Callejeando por aquel lugar vi imágenes que quedarán grabadas en mi memoria para siempre: encontré un grupo de chicos que charlaba animadamente, sentados en los bancos bajo una farola, sobre el libro que tenían entre las manos; dos calles más abajo, la luz de las farolas se volvía más tenue para no molestar a esos que ya leían metidos en sus camas; al doblar una esquina me topé con la sección infantil, donde los niños más inquietos escuchaban expectantes la narración del cuento mientras que los más pequeños aguardaban en sus cunas a que el sueño los atrapara en medio de bosques encantados o aventuras trepidantes; no sé cómo, fui a parar a la sección de cocina, cientos y cientos de libros sobre recetas tradicionales, vegetarianas, hipocalóricas, orientales…, todos asomados desde las alturas viendo como los chefs preparaban ricos platos en los fogones instalados a pie de caminante; los libros de naturaleza eran los que ocupaban mayor espacio en aquella biblioteca-ciudad ya que estaban divididos a su vez en diferentes áreas, la de agricultura era la que más me gustaba, ubicada, lógicamente, junto a los huertos de hortalizas que abastecían a todos los habitantes del bunker.

En fin, si aquella era la única forma de vida posible a la que podía optar el ser humano, yo estaba encantada. Me inscribí como ayudante de la bibliotecaria y trabajaría duro para hacer de aquel mundo un oasis para todo los supervivientes.

martes, 20 de octubre de 2020

I. A MI MANERA


Nuestro reto literario más emblemático ha dado un giro y ha ampliado horizontes. En nuestro afán de crear historias teniendo como base unas palabras clave que entre todos los miembros del club de lectura proponemos, nos hemos marcado el reto de crear algo, ya sea microrrelato o poema, en el que incluirlas. Así cada uno puede expresar, a su manera, lo que esas palabras le trasmiten. En este ejercicio hemos mantenido la norma de condensar esas historias en un máximo de 150 palabras, pero quién sabe si un día nuestra imaginación no pueda contenerse y se desborde inundando páginas enteras.
Los términos clave en esta ocasión son: ENERGÚMENO, HUMILDAD, ACOMODAR, AMAPOLA, GLORIETA, ASTRÍFERO y PRONOIA. Y aquí tenéis el resultado de este nuevo ejercicio. A nosotros nos ha parecido muy enriquecedor y lo hemos disfrutado. Esperamos que os guste.

Cande Molina Mostazo
¡LA INFUSIÓN PERFECTA!
Me acomodé bien el asiento, comprobé el espejo retrovisor y me coloque el cinturón de seguridad. Ya estaba lista para hacer el temido examen de conducir, con toda pronoia sabía que iba a superar la prueba con éxito, porque la infusión de María me había dejado muy relajada.
Yo miraba la calzada y veía un manto de amapolas iluminadas por un cielo astrífero brillante, entonces entré en la glorieta y por más vueltas que le di no podía salir de ella. 
El unicornio me saludaba en cada giro, pero no me indicaba la salida, entonces un energúmeno empezó a gritar: "Pare el coche, pare el coche", y yo anonadada y flipando con la brillantez del salpicadero, le dije: "Un poquito de humildad que no hay puerta".

Mª Carmen Jiménez Aragón
¡MARIANO, QUÉ TE PIERDES!
Con las mejillas rojas como una amapola y los ojos más brillantes que el más astrífero firmamento, encontraron los agentes a Mariano, dándole vueltas a una glorieta interminable, a paso de bólido picapiedra y con una rosca de pan entre las manos a modo de volante.
El energúmeno motorista que se cruzó de frente con él gritó tan alto que lo hizo desconcentrarse y no saber qué salida tomar. Por eso, al ver a la benemérita darle el alto, hizo acto de presencia su habitual pronoia y, con humildad, les pidió que lo escoltaran hasta la tasca más cercana. Y con la misma educación y parsimonia, los agentes lo invitaron a que se acomodase las esposas (ya tenía práctica en eso) y a llevarlo, ellos mismos, en coche oficial. Pero antes pasarían por comisaría.

Gema Frías Luque
CALLE AMAPOLA
Era una preciosidad de veinte pocos años, se paseaba cada noche por un astrífero cielo, con aquellos zapatos de aguja que le regaló su madre para Nochevieja. Allí, junto aquella glorieta, aguantaba que de madrugada algún que otro energúmeno la engañara a cambio de nada. Ella siempre se sintió como una dulce amapola que ondea los verdes campos y, aunque su vida conspiraba para ser diferente, su pronoia subsistía nítidamente en su mente para acomodarse en sus pensamientos. Su humildad y buen corazón no la dejaba ver más allá de la maldad imperante en ese terrible mundo de la calle.

Dori Calderón Ramos
LA REINA ROJA
En el inmenso trigal
destaca una estrella roja,
y no deja de brillar
ni ante la astrífera alfombra.
Luce altiva, sin humildad,
mirando de frente al Sol
y con soberbia a la Luna.
Cree la Amapola en su propia pronoia,
que las espigas levantan sus lanzas
contra el aire con valentía,
la protegen y ella se acomoda
sabiéndose reina y señora.
¡Ay Amapola ufana!
No advertiste el enfado de Eolo,
que como energúmeno enfurecido,
dobló las espadas y abrió caminos
hasta una glorieta,
donde tú, sola y desvalida,
despojada de tu rojo vestido,
quedaste desnuda y triste,
ante tu ejército de trigo.

Mª Jesús Campos Escalona
GIGANTE
Nunca pensé que le tendría tanto cariño a aquel pequeño gigante. Pero su humildad y su trasparencia me conquistaron. Se acomodó en mi corazón como si tal cosa, con la inocencia y la pureza de un niño grande. Su gran cara rojo amapola, me hacía sonreír y seguía todos y cada uno de mis pasos.
Hasta que un día nos vieron caminar juntos por la glorieta del pueblo, bajo el astrífero cielo de abril. Los energúmenos paseantes le increparon con miradas feroces, burlas y risas. Entonces la pronoia que lo envolvía explotó en mil pedazos. Sintiendo la realidad atravesándole la piel. Se sintió acorralado, abatido y con miedo. Me miró con ternura y desapareció a través de la noche.

Rafa Núñez Rodríguez
ELLA
Ella es la esencia de un suspiro,
una amapola solitaria,
de esas que le baila al viento.
Ella es quien enmudece la voz de los energúmenos,
la que tiene la razón
cuando aprieta el puño.
Y mis sueños, sueños son.
Son sus pecas pequeñas glorietas,
que mis dedos acarician
haciendo giros sin cesar,
locura de mis momentos cuerdos.
Ella refleja un astrífero cielo,
que se pone celoso
cada vez que se queda dormida.
A veces se acomoda al arrullo de las olas,
y otras siente la pronoia
del universo que gira para ella.
Y yo la miro,
y pinto de colores ese universo,
ese que no conoce,
ese que yo siento,
desde la lejanía de los sueños anhelados.
Ella solo es la humildad en las palabras bondadosas.
Ella, en definitiva , solo es ella,
tan simple y normal
y, sin embargo, lo es todo.

Laura Pérez Alférez
CAÍDA LIBRE
Se encontraba al borde del acantilado, al frente el horizonte rojizo amapola de un astrífero amanecer. Abajo, girando en una glorieta de espumas, la inmensidad del abismo de un energúmeno mar embravecido.
Sería como volar sin alas planeando sobre el precipicio.
Le gustaba percibir ese chute de adrenalina recorriendo sus venas, esa excitación que te pone del revés sin un ápice de humildad antes del salto, en la pronoia más absoluta.
Disfrutaba con ese único pensamiento, esa obsesión tan deseada por experimentar un breve instante la sensación de lanzarse al vacío. Allí..., ahora.
Se acomodó sobre las puntas de sus pies descalzos, Inclinó todo su cuerpo hacia delante, tomó impulso y a volar...
"Si quieren buscarme que miren hacia el cielo"
Sobrecogedora caída libre a la eternidad.
El sonido del despertador en la mesita de noche la sacudió, las 8:00 horas de la mañana.
Aterrizó de golpe de su increíble aventura onírica.

viernes, 16 de octubre de 2020

I RELATO POR RELEVOS

En este ejercicio que os presentamos a continuación hemos medido nuestra capacidad de trabajar en equipo, nuestro nivel de coordinación y cooperación, al igual que lo hacen los componentes de un equipo en una carrera de relevos. 

Cada compañero del Club, por turnos, ha escrito un microrrelato, debiendo el siguiente continuar con la trama que el anterior haya expuesto. Así el argumento puede girar y sorprender cuando menos lo espere el lector. 

El resultado es un conjunto de textos que leídos de forma continua da la impresión de ser un único relato. Cuando cada uno hemos comenzado nuestro turno no sabíamos que matiz iba a tomar la historia en el siguiente tramo. Esperamos que cuando empecéis a leer sintáis la intriga por ver como se van desarrollando los acontecimientos, o por los menos que os entretenga unos minutos. Nosotros hemos disfrutado en cada giro.



LA VIDA DEL REVÉS

Gema Frías Luque

Anduve agazapado detrás de mi sombra, la quietud de aquel paraje mostraba el ademán de mi ánimo estacional.

Lucía barbilampiño y había sido desahuciado por mi elocuencia. No tenía muy buena reputación como huésped de aquel hostal.

El desenlace ocurrió de madrugada cuando la Madame me lanzó lindos vituperios al notar que seducía a todas sus chicas sin pasar por caja.

 

Rafa Núñez Rodríguez

Y no era por falta de dinero, que tampoco es que tuviese, pero yo les pagaba con caricias en la comisura de sus labios y les calmaba los demonios interiores.

Pero aquella era una casa en la que los demonios debían aflorar y no apagarse por carteras vacías, y para eso estaba Cecilia.

Su puerta siempre dibujaba una larga espera de nervios y ansiedades.

Y sin embargo, su colchón no era maltratado por deseos primitivos, si no por palabras, dudas y confesiones.

A mí, sin embargo, ni palabras me salían al verla. Y ahora, necio de mí, por hablar con todas la pierdo a ella, por ahora…

 

Mª Carmen Jiménez Aragón

Vislumbré desde el primer momento que Cecilia era diferente al resto, me propuse no alejarme de ella, conocerla con más profundidad, pero esa reina de corazones que tenían por centinela no me lo estaba poniendo nada fácil. Llevaba meses rondando este antro, como perrillo faldero, con el único propósito de poder ver su suave y delicada piel, y esos ojos verdes donde nace la sensualidad, que me taladran el corazón y me dejan sin sentido. Cada día doy más crédito a los rumores de que tanta elegancia, dominio y parsimonia en sus movimientos y sus palabras, proviene de alta cuna.

 

María Jesús Campos Escalona

El señor Alan Smith me lo dejó claro:

-Quiero que me tengas al tanto de lo que hace en cada momento. Esa mujer fue la esposa de mi hermano y ahora él está muerto. No sé si ella tuvo algo que ver, pero estoy seguro que sabe más de lo que dice.

En el tiempo que llevo observándola, no creo que Cecilia pueda siquiera matar a una mosca. Es noble, cariñosa, dulce y se dedica a contar historias y poemas a sus clientes. No sé cómo lo hace con estos brutos, que sólo quieren un rato de sexo, sólo sé que ella los embelesa con su saber estar y su don para relatar historias.

Yo he hecho un informe extenso para el señor Smith. Espero que esté satisfecho. Todos dicen de él que vive en un caserón y que su fortuna es incalificable. También hay rumores de que es un solterón muy atractivo, solitario y amargado. Yo lo único que quiero es que pague mi deuda. Aunque debo admitir que trabajar aquí ha sido todo un placer.

 

Laura Pérez Alférez

No podía sacarme a aquella mujer de la cabeza, era la primera vez que me sucedía y de manera inexplicable me encontré implicado emocionalmente en el caso, crucé la línea roja que ningún profesional debe traspasar.

Siempre esperé que sucediera algo bueno en mi vida, que apareciese algo o alguien dando un giro brusco a mi desabrida existencia y mi jodida suerte cambiara en el momento más inesperado.

"¿Qué te pensabas?, no eres más que un pobre diablo, un detective de tres al cuarto que pretende ser Quijote jugando a rescatar damiselas desvalidas de desafortunados destinos, pobre iluso", me decía a mí mismo.

Al final nunca pasa nada, acabaré aceptándolo y asumiendo mi fracaso. Ya solo me queda el deseo de llegar a fin de mes sin sobresaltos, ver el partido cada domingo por la tele para enfadarme con mi equipo y emborracharme cada noche hasta caer rendido.

En estas cavilaciones me encontraba cuando sonó el timbre de la puerta. Abrí, allí estaba ella, Cecilia, con un niño de corta edad en los brazos.

 

Dori Calderón Ramos

Me quedé como estatua de piedra, mirándola, sin poder reaccionar.

Tuvo ella que suplicar para que la invitase a pasar, y fue entonces cuando depare en los ojos del niño, eran como los de Cecilia.

Pero solo los ojos había heredado de su madre, su piel blanca y el cabello rubio me recordaban a alguien que no acertaba a adivinar en ese momento, pues la presencia de esta mujer volvía a dejarme sin sentido.

Nada más entrar me contó ser la viuda de Gerard Smith, miembro de una de las familias más poderosas del país, y desheredado por casarse con ella.

Ahora, esta poderosa familia quería quitarle a su hijo, y ella vivía huyendo y escondida en locales de suburbios.

En ese momento supe a quién me recordaba el cabello y la piel del pequeño, al Señor Smith, pero Cecilia me sacó de mis cavilaciones, necesitaba ayuda, y enseguida supo que podía contar conmigo.

Ambos nos sobresaltamos con una nueva llamada del timbre.

 

Candela Molina Mostazo

La voz del señor Smith se escuchó detrás de la puerta.

-Marc, soy yo, abre la puerta.

El corazón de Cecilia bombeaba como si le fuera a estallar y temblorosa me pidió que la escondiera y, a cambio ella, me contaría toda la historia.

Los escondí en una habitación que tenía junto a la cocina, esperé unos segundos, tomé aire y abrí la puerta con toda naturalidad.

-Hola, señor Smith. ¿Qué le trae por aquí?

-No he podido esperar a mañana y he venido a recoger el dossier con toda la información de nuestro asunto pendiente. ¿Has averiguado algo más de la chica?

-Señor Smith, aún tengo unas informaciones que contrastar, ya le dije que en cuanto tuviera toda la información iría a verle. Tome usted este sobre, por ahora es todo lo que le puedo dar, pronto terminaré la investigación.

-Entiendo, tiene tres días, ni uno más ni uno menos, y por su bien espero que todo esté terminado, -insistió con voz potente y amenazante.

Cogió el sobre con decisión y cerró la puerta con un golpe fuerte.

Cerré bien con llave y me dirigí hacia la cocina.

-Ya podéis salir -le dije a Cecilia.

Ella, muy nerviosa y sollozando, empezó a contarme toda la historia. Gerard y ella se enamoraron perdidamente, pero ese amor se vería frustrado porque el señor Stmih, su hermano, también estaba enamorado de ella y no soportaba que Cecilia se hubiera decantado Gerard. Él era el primogénito y siempre se llevaba los méritos y los galardones, nunca ganaba limpiamente, quería ser el mejor en todo, pero lo cierto es que su hermano Gerard era más inteligente y más bueno en los negocios que él, por ello Alan siempre estaba boicoteando todos sus proyectos, sus celos y su odio por querer ser el mejor lo habían llevado a rozar la locura.

Alan y Gerard salieron a navegar el día que Gerard desapareció. Según Alan, él se bajó en la isla de Wight. Gerard decidió continuar navegando solo, a pesar de las advertencias de que una tormenta estaba cerca, quería tomar unas fotografías a unos delfines, después apareció la embarcación a la deriva y ni rastro de Gerard.

Cecilia, con lágrimas en los ojos, confesó:

-No puedo quitarme de la cabeza que Alan asesinó a su hermano, estoy segura. Ese día Gerard le contó a su hermano que yo estaba embarazada y que nos habíamos casado en secreto. Alan seguramente enloqueció al saber que no sería suya jamás.

 

Gema Frías Luque

Comprendí el riesgo que estaba corriendo Cecilia y lo más grave es que el niño que tenía en su regazo estaba en serio peligro.

Sabía que la persona que se acercara a Cecilia también sufriría las mismas consecuencias y necesitaba recapacitar y ver cuál sería la estrategia para tratar de salvar dos vidas e incluso la mía propia.

Cecilia, cuando se halló más calmada, me contó que era descendiente de una de las dinastías más importantes e influyentes de Arabia Saudí. Intentaron casarla a la edad de catorce años y ella huyó presa del miedo que le provocaba aquel cuarentón sin escrúpulos.

-Después de tantos años, estoy segura que mi familia me protegerá, están arrepentidos de haber intentado obligarme a hacer algo que no quería por seguir con las tradiciones de nuestro país. Es un buen momento para volver a casa, pero no me siento con fuerzas para realizar el viaje a solas con mi bebé.

La proposición de Cecilia me pareció muy buena idea y me comprometí a llevarla a casa sana y salva.

Durante el largo viaje, sufrimos parte de la venganza que Alan nos tenía preparada, pero como si por arte de magia se tratara, pudimos llegar ilesos a la tierra soñada.

Una vez en casa, todo sería diferente...