¿Dónde están las promesas al alba?
¿Dónde se fueron los besos de la mañana?
¿Qué paso con las conversaciones a la luz
de la luna?
¿Dónde se han marchado tus risas?
Ahora sólo escucho gritos, reproches,
sólo veo caras enfadadas y gruñonas.
Me dices que yo soy la culpable,
que yo te he hecho cambiar.
Que no tengo la cabeza donde debe estar.
a pensar en mil proyectos,
Y cada día vuelves a casa con las mismas
voces
y con las mismas amenazas, con los mismos
insultos.
Pero está noche he mirado tus ojos, he
visto odio y violencia.
Tu mirada brillante ha desaparecido, mi
corazón se ha roto en mil pedazos.
Tu maleta está en la entrada junto a la
puerta, solo me queda decirte adiós.
Día a día
llego a casa, entre lágrimas, sabiendo lo que me espera, saco las llaves del
bolso y nerviosa, mientras me seco el sudor de la frente, abro la puerta, allí
está él, con una mirada desafiante, temeraria, preparado para gritarme, golpearme...
Hace de mi
cielo un infierno. Entro y dejo las llaves en la entrada y me dirijo a hacer
las cosas de la casa. A veces me pregunto por qué sigo haciendo esto, por qué
sigo siendo la esclava de un demonio, estoy encerrada en un cuarto sin salida,
sin luz, del que nunca podré salir. Cuando escucho sus pasos me acobardo como
una hormiga frente a un elefante. Él viene y me golpea como quien le pega a un
perro, dejándome todo el cuerpo lleno de moratones, me grita y no sé el porqué, le hago todo lo que me pide y aún así
nunca está contento, no sé cómo hacer para salir de este infierno.
Una vez más
llego a casa desolada, pero hoy será diferente, porque después de tanto tiempo,
he podido conseguir ver luz al final del túnel, se ha abierto una esperanza en
la habitación oscura de la que nunca podía salir. Abrí la puerta, y allí estaba
esperándome, una vez más, pero esta vez estaba más enfadado que nunca. Le miré
con miedo y me dirigí cabizbaja hacia la cocina cuando me cogió del brazo y me
gritó, me abofeteó, se había vuelto loco, había perdido el control. De un
empujón me tiró al suelo de la cocina, cogió un cuchillo y repetidamente lo
clavó en mi pecho, intenté defenderme, pero no pude hacer nada. Poco a poco
veía más cerca la luz de aquel largo túnel sin salida, estaba tirada en el
suelo y alrededor me cubría un charco de sangre. Él no sabía lo que había
hecho, lloraba mientras se echaba las manos ensangrentadas en la cabeza, pero
ya era tarde, cerré los ojos y no volví nunca a aquel cuarto oscuro. Ahora podía
respirar, me sentía libre, sentía que el infierno se había acabado y ahora
estaba en el cielo, sentía que no tenía miedo a nada ni a nadie. Ya todo pasó.
De pequeño juré no parecerme a mi padre. Y aquí estoy, frente al espejo,
la misma cara, los mismos gestos…¡Dos gotas de agua! Trabajador como él. A los
dos nos apasiona la música y salir a caminar por el campo… ¡Dos gotas de agua! Ahora
lo entiendo cuando no dejaba salir a tomar un café a mi madre con sus amigas.
Sí, a mi padre algún bofetón se le escapó, pero mi padre no era un mal marido… ¡Dos
gotas de agua! Igual debo dejar de mirarme al espejo y hacer la llamada.
-sí… mi mujer no respira.
José Luis Jiménez
EL
CHICO PERFECTO
¡Llevo un año con el chico perfecto! Es
atento, cariñoso, inteligente, divertido, tiene un buen trabajo y ¡es
guapísimo! Estamos muy enamorados,
aunque yo ahora mismo no sé qué habrá visto en mí.
Hace unos meses estaba muy agobiado con su
trabajo, así que me pidió que dejase el mío. Aunque estaba súper contenta en mi
empresa, y estaban a punto de ascenderme. Lo hice porque le quiero y así dejase
de ponerse celoso por llegar más tarde.
Hace tiempo que no veo a mis amigos,
porque mi novio dice que intentan separarnos, y últimamente él está llegando
muy tarde a casa, así que me paso sola todo el día limpiándola para él. El otro
día me dijo que a ver si me arreglaba más. Le entiendo, porque estoy feísima,
no entiendo por qué quiere estar conmigo, cuando él es perfecto. Semanas atrás
rompí una de sus figuritas limpiando, ¡qué tonta! Me dejó un ojo morado. Pero
se arrepintió mucho a la mañana siguiente, porque me quiere, aunque se lo ponga
difícil.
EL
DESPERTAR A UNA VIDA NUEVA
Hola, me
llamo María. Cada día se me hace más insoportable estar a tu lado. Cada mañana
me pregunto “¿no te lo he dado todo?, ¿Y
qué he recibido a cambio? Sólo desprecios, insultos, no has sabido valorarme. Pero
hasta aquí he llegado, ya no aguanto más, basta ya de tanto pensar en ti y
vivir sólo para ti. Me has pegado, chillado y has abusado de mí. No tienes
sentimientos, no sabes lo que significa la palabra amor. Tú ya no estás en mi
vida. Voy a luchar por mis hijos y por mí. Tú no vales nada, yo valgo más que
tú. Eres un animal, adiós hasta nunca.
María Dolores Campos Martín
¡Suena el despertador! Llega mi momento de
alivio, solo dispongo de unas cuántas horas hasta que deje de brillar el sol
para mí, una vez que todos han salido de casa mi cuerpo estalla y mis lágrimas
brotan. Es mi manera de purificarme, de limpiarme, de desahogar la rabia e
impotencia que mi cuerpo acumula. Ahora hay que salir del búnquer camuflada
bajo mis grandes gafas negras. Me enfrento al mundo, miradas clavadas en mi
persona por estar dentro del súper con ellas colocadas encima de mis ojos
ocultando los morados que un monstruo me puso horas antes, tapando el
enrojecimiento de mi llanto y no dejando pasar el miedo que de ellos sale.
Ya
en casa se va acercando la hora. Dios mío, mi cuerpo se eriza solo de
pensarlo. Se abre la puerta y se acerca
a darme un beso como si nada y mi ser tiembla como si todo. Y solo ver la bolsa
de la compra desencadena mi condena. Solo me da tiempo a escuchar a mis hijos “¡no,
por favor nooo!” Al despertar veo como
me cuida a pesar de su corta edad, con un paño que quita los restos de sangre que
nuestro monstruo ha dejado sobre mi piel. Yo solo titubeo entre llantos, fue mi
culpa, él es bueno ... Un día cualquiera, un día de mi realidad. #no a la
violencia de género indistintamente de sexos.
El primer grito, el primer golpe.
Empieza aquí, ¡ahora! No lo consientas,
no lo normalices.
Con ese miedo. Con esas dudas. Con esa
indecisión. Con esa inquietud. Con esa inseguridad... Pero con toda la razón.
No desistas, nadie dice que será fácil.
Mañana ya no habrá miedo. Ni dudas. Ni
inquietud. Ni desequilibrio.
Porque tu alma está herida. El alma
entiende.
Y el alma sabe. Y el alma vence.
Odio cuando papá se enfada, y últimamente lo hace con más frecuencia.
Siempre empieza gritándole a mamá aunque ella no tenga la culpa. Le dice cosas
muy feas que no sé lo que significan, pero a mamá le hacen mucho daño porque no
para de llorar. No me gusta cuando la coge por la muñeca y le retuerce el brazo
hacia la espalda. Y menos aun cuando la agarra por el pelo y de tanto tirar le
arranca un moño. Ese pelo tan bonito que tiene es mi talismán para relajarme.
Me encanta enredarlo entre mis dedos. Papá no lo hace igual, con él no sonríe. Espero haber marcado bien ese número de
teléfono que vi en la tele y que no
tarden en llegar. Quiero que vuelva a sonreír.
Esta mañana desperté con otros
pensamientos, lo que hablamos la tarde anterior me caló bien hondo. Todas esas
noches sin pegar ojo, esperando que llegaran las 07:12 y no hubiera movimientos
en el fuerte enemigo. Todos estos años pensando que todo era problema mío, que
su actitud no se salía de lo normal. Es lo que he aprendido desde pequeña,
¿cómo iba a saber yo que eso no era así, que tenía otra opción? Pues sí, mejor
tarde que nunca. Ahora ya sé que no tengo que practicar sexo siempre que él
quiera, no es ninguna obligación para mí o al menos no debería serlo, ¿no?
-Exacto María. Nos vemos mañana en
nuestra cita de las 17:00. Seguiremos con nuestro taller de educación sexual,
cuídate.
IMPERFECCIONES
COTIDIANAS
Durante años pensé que el Universo se había aliado en mi contra. Nada de
lo hiciera merecía tu aprobación. Por más que lo intentaba la comida jamás
estaba perfecta; el cortaúñas nunca estaba en su sitio; el coche no conseguía
aparcarlo bien en la cochera; en las camisas siempre quedaban arrugas; la niña
iba mal peinada al colegio todos los días; el presupuesto mensual nunca supe
administrarlo, siempre faltaba dinero para todo; Y nunca conseguí que la libido
hiciera acto de presencia siete días a la semana.
Ahora sé que tenías razón, yo tenía un problema. Mi problema eras tú.
¿Por qué
me haces esto? con lo que yo te quiero, eres mi mitad y solo tienes que hacerme
feliz, ¿tanto te pido? Me parto los cuernos trabajando para llegar a casa y no
encontrarme ni una sonrisa. Te doy todo y solo quiero verlo todo limpio y a ti
arreglada para mí, pero noooo, tú necesitas salir, tener amigas que te
calienten la cabeza, ¿qué falta te hacía salir y que la gente te viese sin mí?
Es que a lo mejor las prefieres a ellas antes que a mí. Ya tienes una marca en
la cara por la ropa aquella que comenzaste a ponerte, parecías una puta con esa
ropa tan apretada y los hombres babeando al verte pasar, y luego el malo soy
yo. Que no se te olvide, estás casada conmigo y yo te daré la libertad que necesitas, por las buenas o
por las malas, yo te mantengo y procura
no enfadarme y tenga que dejarte más marcas por tu puñetero cuerpo.
Nada!!!, que sigues con lo mismo, pedazo
de mierda, ¡¡ qué quieres libertad !!, ven que te la voy a dar toda de golpe…
noooo ahora no grites y muérete ya, perra!!! Mira como lo estás poniendo todo de sangre, ni para morirte
sirves, ¡¡guarra!!
Me escondo en lo más profundo de mi ser,
avergonzada y asustada. Siento
miedo, mucho miedo. Miedo de levantarme cada día, de salir a la calle y que me
miren, miedo a no vestirme con la ropa adecuada, a que mi familia descubra lo
que me ocurre, miedo a sentir sus pasos, su llamada, su voz, sus caricias, su
mirada…
He dejado de ser yo para convertirme en la
mujer que él quiere, pero al fondo del espejo veo una puerta y la abro, y
consigo salir de la habitación malva. Allí encuentro a mi familia, que pasó
miedo conmigo.
Nunca debí permitir que la puerta se cerrase.
Sus caricias me saben a sangre,
su amor me duele en las costillas,
mi libertad cabe en su cajón de los
calcetines
y la desesperación me deja sorda en mi
interior.
Las nubes me marginan oscureciendo los días,
y las estrellas se ocultan ante mi
mirada,
solo queda la lluvia de mis lágrimas, sí,
ese dolor que sale huyendo de mis ojos,
Pero hoy el amanecer araña las ventanas
y las flores me dicen cosas bonitas,
miro la maleta que sobrevuela el armario,
tal vez hoy tape su boca burlona.
Tal vez hoy el viento me peine
una sonrisa,
y mis pies vuelen sobre el fango,
no llegará ningún caballo blanco a mi
balcón,
pero hoy voy a respirar y las murallas
caerán,
y mis dedos tendrán valor y acariciaran
esos
números que sabrán escucharme.
Ya llegó, otra vez... Se acerca gritando,
no le oigo, no quiero oírle. Me encojo... Ante su puño en el aire me siento
pequeña, anulada, insignificante. Cierro los ojos y espero el golpe, otra
vez...
Ese dolor punzante en mi pecho es
diferente. Caigo al suelo, mi ropa se tiñe de rojo, estoy empapada y un líquido
caliente y viscoso me rodea. Me invade el miedo y la oscuridad.
Me siento liviana, ligera, flotando como
una pluma mecida por un suave soplo de aire.
Desde arriba veo una muñeca rota en el
suelo, eso no soy yo, es solo una envoltura.
Ahora soy etérea, incorpórea. Un rayo de
luz blanca lo inunda todo, su brillo cegador me atrae invitándome a escapar.
Ahora si tengo libertad de movimiento!
Despierto en una habitación cálida y
acogedora. La misma pesadilla desde hace tres años.
Sonrío, me siento en paz, liberada de mis
fantasmas.
A las tres tengo cita con mi terapeuta,
otra vez...
Me enamoré en un segundo, con mi primer beso me gané un guantazo, cuando
llegó mi primer hijo ya me había ganado unas cuantas palizas. Con mi segundo
hijo, mi cuerpo ya se había acostumbrado a todo lo malo. Del amor al odio hay
una pequeña línea invisible, la tristeza ya no me cabía en el corazón. Desgastada,
desvalida, hundida, fracasada, dolida, sola… Miraba a mis hijos y pensaba: no
quiero esta vida para ellos, recordé que dejé a un lado a amigos y familiares,
bastó solo una llamada de socorro.
Hoy vuelvo a sonreír y mis hijos también…
PORQUE
EL SOL PUEDE BRILLAR TODOS LOS DIAS.
Llega el atardecer, tengo miedo. No quiero q llegue a casa. Me pongo nerviosa
y me duele la barriga. Escucho su coche aparcar en la puerta y me pongo a
llorar y a decirle a mi mamá que me duele la barriga.
Ya entra peleando. Yo no quiero salir de mi habitación...Mi hermano se
viene conmigo. Escuchamos gritos. Yo le pido a Dios que mamá no hable para que
papa no se enfade más y no le pegue.Mi hermano quiere que bajemos para salvar a
mamá. Tengo mucho miedo... Pero escucho a mamá gritar y llorar... ¡Vamos! Le digo a mi hermano.
Desde la escalera le digo “¡papá, no le pegues más! ¿Quién te va a lavar
la ropa y hacer la comida? Miro a mi lado y mi hermano se ha ido, se ha
asustado y me ha dejado sola. Papá, al verme tan nerviosa me dice que no pasa
nada, que no está haciendo nada, que me vaya a mi cuarto.
Vuelve a brillar el sol, voy al colegio. Allí, donde soy tan, tan feliz
con mis amigas. No quiero volver a casa. Odio el atardecer... Necesito que
vuelva a amanecer.
No permitas que tus hijos vivan con
miedo.
Ahí afuera hay una preciosa vida para
vosotros.
Así
creo que está casi perfecto. Mira como brilla, sí, me costó hacerlo a tu gusto.
Si no recuerdo mal fue un diente y alguna fisura. Pero mira como he aprendido,
ni una mota de polvo. ¿Sabes? Hoy he estado con Luisa y Ana, hemos estado
desayunando. Ellas dicen que suelen ir una vez en semana. Lo mismo me apunto
alguna vez más, espero que no te
moleste. A ti no te gusta llevarme a tomar ni tan siquiera un café, pero si disfrutas llegando con los ojos rojos
y hacerme daño. Ahora ya no me duele y
ya dejé de sentirme culpable. Creía que
ya no era tan guapa, ni tan alegre, que necesitabas otras cosas fuera. Claro,
eres un hombre, aunque con los años dejaste de serlo, y lo seguiste pagando
conmigo. Los morados han pintado mi piel hasta hace poco... Y ahora me gusta
más su color, incluso me noto la piel más suave. Ahora me compro cremas, tú nunca
me dejabas, decías que era tirar el
dinero. ¿sabes? En una cosa tenías razón, no se debe tirar el dinero. Mira, te
he puesto flores de plástico, son bonitas y durarán hasta el año que viene,
porque he pensado que ahora los domingos los dedicaré a ir a desayunar con mis
amigas… Total, de aquí no te vas a mover.
Joven y enamorada se alejó de su familia.
Quería un hogar con el hombre que amaba .
No entendía porque en las noches frías y
oscuras la dejaba sola en esa vieja y apartada casa.
Lo esperaba, pasaba las horas y las horas
esperando su llegada. ¿Dónde estabas? Le preguntaba, pero él no quería que le
molestara.
Ella con su corazón roto esperaba una
respuesta y le seguía hasta la cama para que le contestara. ¡Déjame dormir! Así
le gritaba.
Sólo necesitaba una caricia y escucharle
decir “no pasa nada”.
Pero no era así y a esa mujer tan enamorada
que se preocupaba por ti, tú la
golpeabas .
Vuestros hijos lloraban pero a él no le
importaba .
Soporto durante años tus golpes y malas
palabras para ver si cambiabas.
El tiempo consiguió que ya no llorara.
Agarró con fuerza a sus hijos y se marchó
con miedos y esperanzas.
Ahí comenzó afortunadamente una feliz
vida.
-Más que
a mi vida. -Digo.
-Eso está
bien, así me gusta. Ahora
límpiate la sangre, mira cómo estás
y qué descuidada eres. Vamos, levántate y hazme la comida. ¡Vamos! Tengo
hambre y seguro que me haces llegar
tarde. Eres un desastre, no sé
qué pude ver en ti. Ah, esta
noche saldremos. No me hagas quedar mal... Nada de vestirte como una
zorra, no me gusta que vayas provocando.
¡Al final
lo has conseguido, ya me has dado el día!
Ven, acércate. Ven, vamos.