miércoles, 24 de noviembre de 2021

LA VIOLENCIA DE GÉNERO VIVE ENTRE NOSOTROS



     El 25 de noviembre, con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, lo celebramos acudiendo a marchas teñidas de violeta, le damos visibilidad con concentraciones silenciosas o lucimos en nuestra solapa el lacito que conmemora ese día, que nos recuerda que la lacra sigue viviendo entre nosotros.

     En el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela hemos elaborado un ejercicio especial para concienciar a la sociedad de que no hay que normalizar ciertas conductas. Bien por tener una edad algo inmadura, o por todo lo contrario, por tener una edad en la que se piensa que ya es tarde para cambiar los parámetros adquiridos hace décadas, o por temor a violar la privacidad ajena, o por no darle la importancia que debiéramos al asunto,... Las causas pueden ser muchas para que la sociedad, en su conjunto, no haga lo suficiente para acabar con esta injusticia. Y las consecuencias, cada año, son desoladoras.

     El ejercicio consiste en que basándonos en una situación familiar hipotética, común para todos los componentes del club, cada uno ha escrito un microrrelato desde el punto de vista en que verían el problema las personas que rodean esa situación de maltrato. Y ahí entramos todos, desde el propio maltratador y maltratada, hasta los hijos, pasando por demás familiares, amigos, instituciones...

     En la mayoría de los microrrelatos hemos querido reflejar esas líneas rojas que jamás se deben alcanzar pero que, por causas diversas como hemos mencionado anteriormente, no sabemos ubicar, y que en ningún caso justifican un maltrato a la mujer, ya sea físico o psicológico. Valga este ejercicio para abrir un poco más los ojos y actuar en consecuencia.

     Las premisas que hemos tomado todos como referencia son las siguientes:

Carmen y Antonio están casados desde hace 20 años, viven actualmente en un pueblo del interior de la geografía ibérica. Carmen tiene 45 años y Antonio 42 años. Tienen 2 hijos, una niña de 14 años, llamada Nerea, y un niño de 7, llamado Diego. Siempre hubo una relación de superioridad de Antonio con respecto a Carmen, que dio lugar a maltrato verbal y psicológico, y en los últimos 5 años, después de que él perdiese su trabajo, se ha convertido también en maltrato físico. Ella ha trabajado intermitentemente, de forma esporádica, por lo que tiene una clara dependencia de su marido.


ASISTENTE SOCIAL
     Veo a Carmen sentada frente a mí y no puedo evitar sentir compasión. Moveré todos los hilos necesarios, pero es muy difícil entrar al mundo laboral con cuarenta y tantos años, experiencia cero, dos hijos menores y sin vehículo.
     Me ha explicado la mala racha que atraviesa su marido en la empresa y ella quiere contribuir a la economía familiar, pero todo son pegas: “en ese horario no puedo; mejor por la mañana, no quiero que me anochezca; de cara al público no, prefiero no tener que hablar con nadie…” Algo no me cuadra, creo que me esconde algo.
     Efectivamente, ese algo sale a la luz cuando, sin darse cuenta, sube sus mangas por el calor. Ese hematoma me da la clave del siguiente paso que debo dar, aunque será difícil que se atreva a aceptar un piso de acogida.
M Carmen Jiménez Aragón



ANTONIO, MALTRATADOR
     La última copa. Le prometí que hoy no bebería, pero es que si no bebo no sé imponerme, me ningunea y hace lo que quiere.
    La quiero a morir, es mi vida, creo que la quiero más que a los niños. No podría vivir sin ella, necesito que sea solo mía, que viva para mí... ¡Y eso es tan fácil..... que no entiendo por qué no puede ser así!
    ¿Por qué se empeña en salir sin mí? ¿Por qué se arregla y sale sola? ¡Provocando!
     Hasta el vecino la miró ayer con ojos melosos, ¡No lo soporto! ¡Me hierve la sangre!
     Solo ella tiene la culpa de que yo me ponga histérico, de que pierda los estribos y se me vaya la mano. ¡Cabrona! ¡Si es que me vuelve loco! ¿Por qué me hace esto?
     Es hora de volver a casa, espero que hoy la encuentre sumisa, cariñosa. Si no.....lo arreglaré.
Dori Calderón Ramos



VECINO DE CARMEN
     Miro el reloj, las diez y veinte, hoy parece que ha llegado antes, lo mismo se ha peleado en el bar y ya llega caliente. Que cansancio, seguro que pronto comenzarán los gritos y los lamentos de siempre. ¿En qué hora me compré el piso aquí? Las paredes parecen estar hechas de papel mojado y, últimamente, hasta el hijo pequeño parece quejarse. Voy a cerrar la puerta con llave, no sea que les dé por salir corriendo y quieran meterme en un lío.
     Con lo bien que me cae Antonio, y que mal beber tiene, seguro que está pasando una mala racha, desde que se quedó en paro está algo nervioso, pero será pasajero, pronto lo tendrán olvidado, a ver si le sale algo, porque vaya cómo iba la mujer esta mañana, debería quedarse en casa, son ganas de dar de que hablar a gente. ¡Ostras! Ese golpe ha sonado fuerte... ¿Dónde habré puesto el mando a distancia…? Bueno, me tendré que levantar a darle volumen a la tele, espero que se cansen pronto, o no me dejarán dormir bien, otra vez.

Rafa Núñez Rodríguez



JULIA, AMIGA DE CARMEN
     “Me da miedo, Julia", fue lo último que le dijo Carmen antes de colgar. Llevaba años curando una y otra vez las heridas que Carmen tenía en cuerpo y alma y nunca antes le había hablado así de Antonio. Le recordó a la Carmen peleona de la universidad, aquella que se fue menospreciando con insultos y arrebatos. Entre lágrimas le había contado que Diego había golpeado varias veces a un compañero de clase y que Nerea se negaba a quedarse en casa a solas con su padre. El miedo se apoderó de Julia, ¿y si Antonio no la deja ir? ¿Y si hiciese daño a los niños? ¿Y si estuviese abusando de Nerea? ¿Y si matase a Carmen? Un retortijón la hizo ir al baño corriendo. Vomitó. Aún con sabor de bilis en la boca, cogió el teléfono y marcó: “Hola. Necesito ayuda, mi mejor amiga es víctima de violencia de genero y se quiere divorciar".

Montse Martínez Serrano



HIJO DE CARMEN
     Era así desde que me acuerdo, antes solo eran los fines de semana, pero ahora cada día es una ruleta rusa. ¡Malditas botellas!
     Hoy, domingo por la tarde, nos han enviado al cine a Nerea y a mí, nos gusta ir juntos, disfrutamos y, durante un rato, nos olvidamos. Aunque salimos de casa con cierto temor, al igual que cada vez que lo hacen. Sin embargo, la incertidumbre al volver se apodera de nuestro pensamiento, dudamos si aligerar el paso o retrasar la respuesta a la pregunta que siempre nos hacemos al regresar: «¿Qué cenaremos hoy, risas o llantos?».
Benet da Silva



MADRE DE CARMEN
     Desde hace tiempo Antonio no está bien, nunca me gustó este chico, pero mi hija se encaprichó y aquí está el resultado. Mi niña se merecía otra cosa, algo mejor, pero ella que es cabezona, decidió casarse con él.
     Y mira que se lo digo, no le enfades, los hombres son así, las mujeres somos las que tenemos la obligación de mantener la familia unida aunque tengamos que aguantar.
     Un día me insinuó la posibilidad de separarse, que locura, sería un escándalo para la familia. Y mis nietos, angelitos, hijos de padres divorciados. Como decía mi abuela: "la cuchara que elijas es con la que has de comer".
     En el fondo Antonio no es tan malo. Ay... qué sabrán estas jóvenes lo que es aguantar.
     Suena el teléfono, son las cuatro de la madrugada.
     - Mamá ven, llama a una ambulancia.
Laura Pérez Alférez



HIJA DE CARMEN
     Él, a pesar de la escasa economía, ya que está en paro, no perdona su visita a la tasca del barrio, y suele llegar ebrio. Mi madre se echa a temblar en cuanto escucha la cerradura y nos manda a nuestra habitación.
     Una noche, oímos un golpe, mi hermano dijo: «ya está aquí», ni siquiera nos inmutamos, estábamos acostumbrados. Llevábamos un rato escuchando sus gritos, ya no pude más, salí del cuarto y me la encontré tirada en el suelo con la cara ensangrentada, «menudo hijo de puta», pensé. Me dirigí a su habitación y comencé a golpearlo, él llamó a la policía. Cuando llegaron, nos interrogaron y después, para mi sorpresa, me dijeron: «que sea la última vez que golpeas a un hombre ebrio». No podía creer que, en pleno siglo XXI siguieran existiendo individuos como aquel. Había una única solución; abandonarlo. Me costaría convencerla.
Mercedes Rodríguez Silvente



CARMEN
     Llevo todo el día muy nerviosa. Esta tarde, cuando los niños se vayan al cine, voy a preparar unos bolsos de ropa, en cuanto tenga ocasión nos marchamos.
     Me siento tan sola, no tengo apoyo ni de mi madre. También es comprensible, ¿cómo un chico tan educado y atento con todos, va a ser el marido que yo digo?
    Julia es la única que me entiende, pero yo solo le cuento lo mínimo para desahogarme, me da tanta vergüenza, ¿qué pensará de mí?
    La trabajadora social fue muy amable, pero no fui capaz de contarle la realidad y creo que ella no se dio cuenta.
    Ayer cuando le levantó la mano a Nerea, mi corazón roto en pedazos se detuvo por un momento, no puedo consentir que le ponga una mano encima a mis hijos y tampoco que ellos estén viviendo este infierno.
     Hay mañanas que desearía no despertar, lo único que me mantiene viva son mis hijos.
      Suena la puerta, Antonio viene como loco.
     – ¿No me crees hombre para mantener mi casa? – De un gran golpe caí al suelo.
Cande Molina Mostazo



PADRE DEL MALTRATADOR
     Suena el teléfono, miro el reloj de la mesita de noche, 4:57h. ¿Quién será a estas horas?
     – Nerea, ¿qué pasa? Tranquila cariño, vamos ahora mismo para allí. ¡María, vístete! ¡Carmen está muy grave en el hospital!
     Mientras conducía camino al hospital, no podía dejar de pensar lo tonto que era mi hijo, esta vez se había pasado… Yo siempre le aconsejaba que las sesiones no fuesen muy fuertes, para que fuesen creíbles… que si se había caído al tropezar, que si se había dado con la esquina del mueble alto de la cocina en el ojo,… Pero desde que estaba en paro no controlaba tanto. Él siempre había visto cómo yo lo hacía con su madre, no entiendo cómo esta vez había llegado tan lejos, algo haría ella…, como siempre…, es que todas son iguales. Tienen que estar atadas cortas.
Lourdes Sánchez Jimémez



MÉDICO DE URGENCIAS
     4:30h de la madrugada, una ambulancia acaba de trasladar al servicio de urgencias a una paciente de 45 años, inconsciente y con múltiples contusiones en todo el cuerpo, además de una fuerte hemorragia nasal.
     Al momento llega su marido, con dos menores, y me facilita todos los detalles de cómo se cayó Carmen de la escalera cuando colocaba unas cortinas.
     La paciente va a ingresar en la UCI, tiene traumatismo cráneo encefálico. Antonio y los niños esperan, nerviosos, el primer informe completo, y no pueden dejar de llorar pensando en lo peor.
     Cuando me acerco a la sala de espera, y los veo tan hundidos, no encuentro las palabras adecuadas. Es el pequeño el primero en romper el angustioso silencio, que cabizbajo y tembloroso, murmura “te grité que la dejaras en paz.
     Se activa el protocolo.
Gema Frías Luque



PADRE DE CARMEN
     ¿Cómo he podido estar tan ciego tanto tiempo? Lo peor es que no es la primera vez que pasa y lo vengo a descubrir ahora. ¡Maldita sea!
     ¡Mi hija!, ¡La luz de mis ojos, mi niña...!
Creía que era una buena persona cuando lo conocí. Todos los hombres hemos discutido con nuestras mujeres, gritado, insultado, golpeado la mesa, levantado la voz o la mano. Pero yo nunca he pegado a mi mujer.
     Y este desgraciado, este malnacido, ha mandado al hospital a mi hija.
     Sus hijos han estado presentes, viendo como su padre le daba una paliza a su madre... ¡mi hija!
     ¡Lo mato, juro por Dios que lo mato! Dejaré huérfanos de padre a mis nietos, pero se que en el futuro lo entenderán. ¡Son tan pequeños! No se merecen pasar por esto.
     Tal vez no aprendan el amor de un hombre hacia una mujer, pero aprenderán el amor de un padre hacia su hija.
     ¡Lo mato!
Jose A Ortega Cuadra


MADRE DEL MALTRATADOR
     La sala de espera es fría y solo refleja rostros desangelados, suenan sirenas y pasan médicos a toda velocidad. Y nosotros sin noticias.
     Lo llevé en mi vientre durante nueve meses, lo parí con mucho dolor, lo he educado lo mejor que he sabido y, ahí está, mi hijo, un diablo ingobernable.
     No sé qué hacer, ni qué decirle ya, he hablado con él mil veces, pero no hay manera. Incluso a mí me ha levantado la mano..., yo, que soy su madre y lo daría todo por él.
     Lo amo, lo adoro, pero sé que necesita ayuda para salir de ese pozo, y esta vez no seré yo la que saque las castañas del fuego. Se me rompe el corazón, pero si lo ha hecho, que lo pague.

M Jesús Campos Escalona


domingo, 14 de noviembre de 2021

V. ME LO DICES O ME LO CUENTAS



      Ya conocéis uno de nuestros ejercicios más populares, os presentamos este nuevo apartado en el que, utilizando algunas palabras elegidas al azar por varios miembros del Club de Lectura y Teatro, elaboramos microrrelatos, reflexiones, microcuentos, incluso poemas, donde encontraréis originalidad, diversidad y muchas ganas de transmitir.

     El máximo de palabras estará condicionado al número de términos clave a incluir en el texto, pero oscilará entre las 150 y las 180.

      Las reglas siguen siendo las mismas: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "la amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

     En esta ocasión son once las palabras propuestas para incluir en las historias: VERSO, ESPERMA, AGENCIAR, PAPAHUEVOS, EMPONZOÑAR, ADIESTRADO, FRUSLERÍA, EXHIBICIÓN, TEATRO y DESTILADO.

     Esperamos que disfrutéis de la lectura.

Cande Molina Mostazo
NI UNA NOCHE MÁS
     Aquí estoy, maquillando mi cara y llenando el escenario de fruslerías para otra nueva exhibición. No hay noche que no me pregunte lo mismo, ¿cómo he podido acabar aquí? ¿Para esto me han servido las clases de teatro y danza? Menudo porvenir me he agenciado. Me juré que sería solo por unos meses y ya llevo dos años.
     Me miro al espejo y me digo: ¿en qué momento emponzoñaste tu vida?, ¡cómo puedes soportar a esos papahuevos babear cada noche, como espermas adiestrados a la caza de sexo fácil y barato!
Salgo a la terraza, necesito un poco de aire, miro al cielo, es un verso hecho imagen.
Vuelvo a mirarme en el espejo, ahora veo mi rostro destilado, me pongo mi chaqueta, cojo mi bolso.
     -¡Ana, cinco minutos y sale tu baile! ¡Ana!, ¿pero qué haces? ¿Dónde vas ? -Yo solo sonrió.

Montse Martínez Serrano
TRUHAN 2.0
     Aún con esperma sobre mi vientre, me agencié su móvil. No soporta el olor a sexo recién hecho, ni que andemos con abrazos y fruslerías postcoito, así que lo cogí cuando se fue al baño. Entré en instagram y abrí la conversación más reciente. El primer mensaje era un verso de amor de él a ella. El mismo que me escribió a mí en una servilleta cuando nos conocimos. Hijo de puta, pensé mientras me limpiaba con rabia la barriga con la sábana. Seguí leyendo y vi cómo las mismas palabras bonitas y adiestradas emponzoñaban a una nueva víctima. El segundo chat incluía, además, una exhibición de selfies eróticos. Mientras me vestía descubrí que, con la tercera mujer, folló en los baños de un teatro. Los últimos mensajes de la cuarta estaban sin responder. Tiré el teléfono por la ventana y saqué la servilleta de mi monedero, en el reverso escribí “Papahuevos, la próxima vez bloquea el teléfono”.

Mª Carmen Jiménez Aragón
ENSAYOS
     Sobre el dintel de la puerta se leía el verso ‘Todo Es Teatro’, y al cruzar el umbral me encontré con la escenificación de un comedor: sopa fría en el plato, velas de esperma de ballena encendidas, cubiertos correctamente adiestrados,… Una exhibición magistral de decoración isabelina que transmitía un destilado olor a rancio.
     El papahuevos del conserje me había informado, por teléfono, que la actriz principal había sufrido un infarto durante el ensayo y, acatando mi orden, no tocaron el cuerpo, que aún permanecía sentado presidiendo la mesa. No pasé por alto la fruslería de que la cuchara estaba ya manchada de carmín, debía agenciar cuanto antes todos los indicios y comprobar si habían emponzoñado la comida. Pero al acercarme descubrí una fina hebra saliendo de la boca de la difunta y, justo al tirar de ella se escuchó un estridente grito:
      –¡Cooorten!

Lourdes Sánchez Jiménez
LA ACTUACIÓN
Una noche más, allí estaba frente al espejo, bebiendo otro destilado trago de aquella pesadilla que la vida había preparado, especialmente, para ella, desde que llegó de su país para trabajar como actriz de teatro.
Se retocó los labios rojo carmín y, tras colgarse aquella fruslería de pendientes se armó de valor y salió a protagonizar su mejor exhibición en aquel prometido escenario. Tras agenciar la barra de striper con sus piernas, comenzó a contonearse como verso en un poema, tenía que hacerlo como si estuviese adiestrada para ello, ya que el asqueroso papahuevos proxeneta de su jefe la vigilaba, copa de whisky sin emponzoñar en mano, detrás de esa siniestra sonrisa de dientes dorados y saliva reseca color esperma en las comisuras.


Dori Calderón Ramos
ENGAÑADA
     Un sábado más volvió a poner una excusa para estar fuera de casa.
     Desde que descubrí que mi marido me engaña y cada sábado agencia interminables mentiras para excusar su ausencia, mi corazón se siente emponzoñar y odio sus palabras soltadas como verso autómata y fruslería barata, como si no le importásemos, puedo aceptar que haga esto conmigo, pero no con los niños.
     Esta tarde habíamos prometido llevarles al teatro, a ver el payaso con su perro adiestrado que vimos alguna tarde en el parque, aún no sé cómo ese papahuevos consiguió actuar allí, pues poca gente le echaba alguna moneda.
     Pero aquí estamos, ante la exhibición de este destilado personaje con el que mis hijos disfrutan inexplicablemente.
     Sentados en primera fila mis hijos aplauden entusiasmados y el payaso se acerca hasta ellos con una vela repartiendo esperma por el suelo, les guiña un ojo y mis hijos gritan: ¡¡¡PAPÁ!!!

Mercedes Rodríguez Silvente
DESEO MATERNAL
     Mi mayor deseo era ser madre, pero aquel papahuevos no era la persona adecuada, rompí con él. Por lo cual decidí ir a un banco de esperma, ya rozaba los cuarenta. Tenía una perrita bien adiestrada y pensé «con ella y un hijo me sentiría acompañada». 
     Aquella tarde me propuse ir al teatro, hubo una parte de la función donde los actores recitaron versos que me emocionaron, aquella exhibición me relajó. Cuando llegué a casa con una fruslería para Dori me extrañó que no viniera a recibirme, observé que estaba bajo la dama de noche, no respiraba, llamé al veterinario y me dijo que habían emponzoñado su agua. Pronto me agencié otro cachorro, deseaba que mi hijo se criara con un animalito.
     Llené la plancha con agua destilada y planché las sabanitas de mi bebé. Pasaron los siete meses restantes de mi embarazo y nació mi hijo, me sentí la mujer más feliz del mundo. Le puse de nombre Raúl. Dori y él se criarán juntos.

Jose A. Ortega Cuadra
EL DESTILADO DE LA MUERTE
     Por fin pudo preparar el destilado que llevaba días intentando agenciar. Un líquido que debía utilizar para emponzoñar el vino que compró, como regalo, para envenenar a aquella persona que hizo de su vida una tragedia, igual que aquellas que solía presenciar, siempre que podía, en el teatro.
     Su verso favorito en la vida siempre había sido el mismo, no hagas lo que no quieras que te hagan. Pero este papahuevos, que ni adiestrado podría haberlo sido más, pudo conseguir que su vida fuera todo un calvario y no podía aguantar más.
     Y fue una noche, a la luz de las velas, viendo caer el esperma de estas, cuando, harto de sus fruslerías, de su continua exhibición de riquezas y poder, decidió dedicar su presente a encontrar la mejor forma de acabar con la vida de semejante individuo y librar así al mundo de la irritable existencia de un ser tan aborrecible


Rafa Núñez Rodríguez
NO ME GUSTAN LOS LUNES
Su vida era como un verso de aquellos que escupían los poetas malditos, rancio esperma haciendo emponzoñar hasta a sus hastiadas sábanas, una vida destilada por las gotas que quemaban sus venas.
     Cada día necesitaba agenciarse un gramo, o más, entonces se veía fuerte y no se sentía como el papahuevos adiestrado, ese del que se reían en los pasillos del instituto.
Pero hoy sería diferente. Aunque sabía que él solo era una fruslería en el teatro de la vida, hoy lo recordarían.
    Miró el reloj, estaba a punto de mostrar una exhibición de puntería.
Sonó el timbre de cambio de clases y mientras se abrían las puertas de las aulas, él amartilló su arma.

Mª Jesús Campos Escalona
LECCIÓN DE VIDA
     Una buena mañana de verano me agencié un décimo de lotería sin saber que,  en esos momentos,  cambiaría mi vida. Aparecieron muchos papahuevos vestidos de chaqueta y corbata haciendo exhibición de teatro barato para llevarse mi dinero, pero ninguno lo consiguió.
     Mis sobrinos recordaron que existía y, con verso más que aprendido, intentaron manipular mi conciencia, pero mi adiestrado corazón los echó a patadas.
      Hasta que un día apareció ella. Isabela. Mi avaricia, el no poder confiar,...  No dormía tranquilo y, una mañana, dejó todas sus fruslerías sobre la mesa y se marchó. Jamás supe anteponer el amor al dinero.
     Ahora que soy viejo y la soledad emponzoña mis huesos por entero, me siento como un destilado olvidado en el fondo de la bodega y contemplo con tristeza el esperma que cae lentamente de una manida vela. Observo y pienso que quizás el premio nunca estuvo en el décimo.

Laura Pérez Alférez
PAPAHUEVOS
     Había encontrado una pequeña cala solitaria, un rinconcito tranquilo que podrían compartir.
      Eligió un menú fresquito y ligero, se agenció un par de copas y la botellita de anís destilado que le gustaba. Resultado, una cesta de lujo, no era una exhibición de caprichos gourmet, pero estaba hecho con amor.
     Se sintió decepcionada y furiosa al leer su mensaje: "Llegaré tarde, me ha surgido un imprevisto".
Improvisó un audio: "No te preocupes. No pasa nada, lo dejamos para otro día". Su voz adiestrada sonó convincente, sin duda sus ensayos de teatro le habían fomentado nuevas capacidades.
     Pensó guardarlo todo y prepararse cualquier fruslería, pero no estaba dispuesta a que aquel papahuevos emponzoñase su merienda y decidió darse el merecido premio que con tanto mimo había preparado.
Saboreó un atardecer mágico, donde las olas le regalaron versos de espermas de espuma en un paisaje que la enmudecía de asombro.
Disfrutó de una comida estupenda y de la mejor compañía. La suya.

Benet da Silva
EL DONANTE
     Su pareja aceptó la proposición. No sabía la razón, pero intuía que en aquel viaje conseguiría el propósito común.
     Programó el viaje a Fuerteventura, pensaba asistir al festival de teatro; ver sus famosos desfiles de gigantes, comprar algunas fruslerías. Aunque su objetivo principal; lo dejaría en manos del azar. La primera tarde, mientras contemplaba un divertido pasacalle, en una de las paradas, justo delante de ella, se detuvo uno de los cabezudos, sus miradas se cruzaron. Por la noche, entretanto disfrutaba de una copa de ron, destilado de forma artesanal, se le acercó un joven. Reconoció al instante aquella penetrante mirada, sonrió invitándole a sentarse. Los días posteriores, fueron una exhibición de las dotes seductoras del isleño, incluso le recitó algún verso, demostrando ser un adiestrado galán. Ella se dejaba llevar, quería cerciorarse de que era el donante de esperma adecuado.
     Dos meses más tarde al comprobar que iban a ser madres y que nada podría emponzoñar su relación, las dos se abrazaron llorando de alegría. El azar y aquel papahuevos cumplieron su cometido.