lunes, 30 de marzo de 2020

Construcción de microrrelatos tras la asignación de un título.



Nuevamente hoy, se han planteado actividades en el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela.
A cada miembro del Club se le ha asignado un título, en función de éste hay que crear un microrrelato, no hay límite de extensión.

El nudo que comprime ( Rafael Nuñez Rodriguez)
Un párrafo pendiente (Laura Pérez Alférez)
Destinatario de sueños (María Jesús Campos Escalona)
La mirada ausente (Dori Calderón Ramos)
La puerta del paraíso (Cande Molina Mostazo)
La insinuación perfecta (M. Carmen Jiménez Aragón)
Futuro en regla (Gema Frías Luque)

A continuación os mostramos el resultado de la actividad, este tipo de propuestas son muy fáciles y entretenidas, para realizar en familia. En internet puedes encontrar una gran cantidad de fórmulas y pautas para la realización de microrrelatos. 
Si te gusta la escritura, anímate y participa en nuestras actividades.


EL NUDO QUE COMPRIME
Nunca supo el verdadero significado de la palabra soledad, hasta ese día, el día que escuchó cerrarse la puerta del otro lado, ese lado que sabía que no se abriría nunca más.
Era incapaz de llorar, ni tan siquiera podía pensar, notaba en el pecho una presión tan fuerte, como la del nudo que comprime el cuello de un ahorcado. Se miró las manos temblorosas mientras las paredes escupían insultos, incluso la luz decidió apagarse. Así se quedó, hasta que las lágrimas inundaron la habitación, tras una puerta cerrada.
Y la vida siguió mostrando sus colores, los pájaros se asomaban a la ventana, y sus pequeños ojos redondeados reflejaban a un ser que tuvo un imperio junto a él, y no fue capaz de cuidar.
Y en la calle vuelve a sonar música.

LA PUERTA DEL PARAÍSO
Le gusta salir a caminar todas las mañanas, después se toma un gran zumo de naranja, y a toda prisa se va a trabajar.
Hay días que se complica todo y el estrés y los problemas se acumulan, el agobio parece que se ha instalado en el despacho, empiezan las frustraciones y las depresiones, ¿merece la pena tanta opresión y asfixia?
Respira profundamente, para sacar  fuerza y seguir con su faena  e intentar salvar el día. No es fácil trabajar todos los días a contra reloj y desesperadamente.
A veces al salir del trabajo llega al mercado, compra algo fruta y verdura fresca y de camino charla con su amigo el frutero y cuchichean  sobre temas de actualidad.
Por fin llega a su casa, una ducha caliente es el mejor de los placeres. Entre tanto pone la mesa, llega su hija y su marido,  comen, charlan de cómo ha ido el día, contando cada uno sus problemas y logros.
Se aconsejan, se alegran, se replican, se debaten, se solucionan, entonces la armonía de su hogar la relaja, disfrutan de una buena pieza musical y mientras toma su infusión muy calentita mira a su alrededor, ve a su marido leyendo en el sofá, ve a su hija en la habitación haciendo su tarea a ordenador.
Comienza a sonreír, ya sus problemas le parecen más pequeños.
Todos los días abre y cierra la Puerta del Paraíso.


DESTINATARIO DE SUEÑOS
Como todas las tardes se sentaba en la cómoda mecedora y comenzaba a escribir. Con ortografía meticulosa y perfecta procesaba lo que su corazón herido le transmitía. Como cada tarde, cuando terminaba lentamente arrugaba el papel  y lo arrojaba con descuido.
Luego se acurrucaba junto a las ascuas de la chimenea y meditaba.
Mañana será otro día.

UN PÁRRAFO PENDIENTE
Como cada día Elvira sale a la terraza a regar los geranios. Es una tarde de verano húmedo, el sol ya se oculta en el horizonte tras las montañas. A lo lejos se oyen las risas de los niños que juegan en la plaza. El resto murmullos de voces, zumbidos de abejas y canciones de verano en la radio del vecino.
Se sienta en la hamaca plácidamente, una nube en forma de piano de cola centra su atención. Cierra los ojos y un dulce sopor invade su cuerpo.
Recuerdos olvidados que vuelven a su mente en un leve sueño, siempre tan real como si no hubiesen pasado los años.
Él… siempre él, tan próximo en su memoria y a la vez tan distante en el tiempo.
Nunca fue capaz de cerrar esa puerta, de pasar página.
Era una tarde de tantas, el mismo pensamiento, el mismo recuerdo.
Algo la saca de su adormecimiento, la nube se ha convertido en una oveja de algodón.
Vuelve a cerrar los ojos. Ahora sí lo oye más claramente.
-        Elvira… Elvira! – Alguien grita su nombre desde la calle.
Esa voz… no puede ser, sigo dormida… es solo un sueño como tantas veces.
Vuelve a cerrar los ojos.
-        Elvira… soy yo, Luis.
El corazón se le desboca dentro del pecho, un cúmulo de emociones contradictorias la invaden en un segundo.
Corre escaleras abajo y abre la puerta.
-        Disculpa el retraso – dice él.
-        Veinte años no es nada. Pasa, tenemos un párrafo pendiente – contesta Elvira.

FUTURO EN REGLA
Su vida no había sido nada fácil, desde muy temprana edad había estado metido en líos, problemas que se le habían acumulado y la justicia no le daría muchas más oportunidades. Ahora le tocaba portarse bien, cambiar de aires, dejar de vender cocaína, dejar de robar y olvidarse de la vida fácil y plantar cara.
Pero ya se le conocían las fechorías y nadie estaría dispuesto a confiar en él para darle una nueva y definitiva oportunidad.
Se puso su mejor traje, recortó su barba y salió a la calle en busca de un nuevo destino. Tocó muchas puertas, muchas de ellas se cerraron al instante, pero sabía que tenía que seguir confiando en la buena gente. No podía rendirse tan fácilmente. Llevaba demasiados años metido en problemas y no se iban a resolver de la noche a la mañana.
Continuó buscando su oportunidad, no sabía dónde encontrarla ni de qué forma se presentaría, ni siquiera si la reconocería a simple vista, pero fuerte continuó sin descanso en busca de una nueva vida.

LA INSINUACIÓN PERFECTA
La había visto bailar desenfrenadamente, la había visto estudiar sin descanso, la había visto asistir a su nueva entrevista de trabajo… Él siempre estuvo a su lado para apoyarla, aconsejarla y ser su paño de lágrimas en los duros momentos. Los años fueron pasando y la ayudó en la mudanza cuando quiso independizarse, al igual que la acompañó en el día de su boda.
Desde niños había permanecido junto a ella, más escuchando que hablando, porque expresarse no era su punto fuerte. Intentó hacerlo en multitud de ocasiones, pero siempre encontraba un “pero”… No era el momento adecuado, no estaban solos, no era un día señalado, no se encontraba con ánimos… y así se le escapaba la vida sin atreverse a dar el paso. Desperdició la oportunidad de ser feliz, y quién sabe, si de hacerla a ella feliz, por no encontrar la manera de hablarle de sus sentimientos. Ahora, a sus setenta años, sabe que la vida perfecta no existe. Por eso, se arma de valor para acercarse a ella y le dice:
-        Te acompaño en el sentimiento, y te acompañaré toda la vida y a donde tú quieras, si me dejas.


LA MIRADA AUSENTE
Miraba por la ventana, sin mirar nada en concreto, de fondo, pero muy de fondo, le llegaba un susurro de palabras.
Palabras que no le interesaban para nada, que se repetían cada día y a la misma hora y lo mantenían allí prisionero.
Él soñaba con correr libre por las calles, montar en bici o desmontarla pieza a pieza para luego volver a montarla. Soñaba con llegar a casa y tirar la mochila y no tocarla hasta el día siguiente, sin ser cautivo de números, letras o palabras que no le decían nada.
-¿Me has entendido?
-Sí, si
-Pues venga, ahora tú solo.
Y aquellos números se descolocan como puzles rotos y aquellas palabras parecían trabalenguas, nada de aquello le interesaba, así que su mirada volvió a la ventana.

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