viernes, 6 de marzo de 2020

8 de marzo DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER.



Hoy se ha celebrado en la localidad de La Viñuela el DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER, hemos asistido al Salón de Plenos y tras su presentación por parte de su Concejala y alcalde de la localidad, hemos visto un vídeo en donde han participado las mujeres del municipio, sus hijos y nietos han relatado la trayectoria de cada una de ellas.
A continuación se le ha homenajeado a María Martín Martín de la pedanía de Los Romanes con el "Reconocimiento a toda una vida"  y rodeada de todos sus familiares ha recibido un emotivo homenaje.


Una compañera del Club, nuestra querida amiga Raquel, le ha dedicado unas palabras llenas de emoción a su madre, Julia Heredia González, nacida el 10 de junio de 1934  que cuenta con la edad de 85 años.
Es un evento con el cual nos sentimos muy identificadas, ya que tenemos como referencia las vivencias de nuestras abuelas y madres, tanto que, realmente nos llegan a emocionar sus historias y padecimientos.
En el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela llevamos unos días muy activos y sensibilizados con esta celebración y es por ello que hemos planteado algunas actividades para intentar dejar fluir nuestros sentimientos por la MUJER,  la mujer con mayúsculas, la mujer luchadora, valiente, a la que le debemos todo cuanto somos.
Es por ello que hemos cogido papel y lápiz y hemos tratado de expresar las palabras que nos transmiten las mujeres que hay en nuestro alrededor, madres, abuelas, tías, amigas... y nos hemos camuflado en su piel para expresar aquello que sintieron para intentar reflejar su historia, para que perdure a través de todos los tiempos y podamos tener referencias y que algunas no vuelvan a repetirse.
A continuación compartimos con todos un relato breve de nuestro compañero Rafael Núñez, el cual ha tenido una especial manera de describir toda una vida destacando aspectos muy significativos de los pocos derechos y las muchas obligaciones que tenia una mujer nada más nacer.

LA MUJER QUE MUEVE EL MUNDO

Finos hilos de blanco inmaculado peinaban su cabeza, podría decirse que fue perdiendo el color de su pelo a la par de un poquito de memoria. Sí, todavía tenía muchos recuerdos, pero se iban descoloriendo.
Tiene un pequeño tic, se suele pasar la mano por el pelo, nunca fue presumida, pero eso de llevar el pelo enfadado no iba con ella, ya era media tarde y como siempre se sentaba en la calle bailando en su mecedora, entonces en sus manos cobraban vida propia y comenzaban a darle forma a los ovillos de lana.
Ella fue de aquella generación en la que los niños pasaban hambre, aunque con los estómagos enfadados, siempre reflejaban una inocente sonrisa, sus manos se llenaron de callos demasiado pronto y la infancia voló casi antes de llegar, y sus días de campo no eran lo que piensan hoy día los niños, los días terminaban al irse el sol y volvían a nacer con la música de los gallos, después lo conoció a él y todo cambió, para que todo siguiese igual, llantos que correteaban sin parar lo llenaban todo, las manos seguían callosas, y los días ya no terminaban al irse el sol, pero ella siempre reflejaba la ilusión de sentirse viva.
Con el tiempo los niños se fueron y la casa se quedó más callada, ella y él, los días pasaban como el viento, sin distinguir colores, aunque no más cortos, entre telas, platos y todo lo que parecía una obligación se le fue pasando la vida... esta tarde el sol le daba otra pincelada a ese rostro que tenía ya tan dibujado, durante años había sido el lienzo del sol veraniego y la escarcha que huía de la noche, toda una vida reflejada en esos ojos cansados, miraba hacia los portales de los vecinos, cada vez quedaban más sillas vacías, suspira y vuelve a mirar la bufanda que está haciendo, no recuerda bien para cual de sus nietos es, pero bueno, el que llegue antes que se la lleve, sonríe levemente y cierra los ojos, ¿por qué no jugar un rato?, comienza a mecerse y se ve volando entre las nubes, todo es diferente y comienza una nueva aventura.


RAFAEL NÚÑEZ RODRÍGUEZ 

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