miércoles, 8 de febrero de 2023

XVI. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

    Aquí os traemos otro ejercicio de microrrelatos. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos: se trata de elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club. Dependiendo de la función que desempeñe cada término deberemos tener en cuenta las siguientes objeciones: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).
    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: ELEGANCIA, CONCIENCIA, CAMINO, PORTAPAPELES, TÍTERE, POLILLA, PLAÑIDERA, ABSTRACTO, MARIPOSA y REINTERPRETAR.
    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.

Encarni Navas
REFLEJO EN UN ESPEJO
    La plañidera reinterpretó, una vez más, su abstracto papel como una polilla que nunca tendría la elegancia de una mariposa, como un títere en cuyo camino, la conciencia hubiera quedado reducida a simple portapapeles.

Mª Carmen Jiménez Aragón
DEUDAS VITALES
    Encontró la nota en el portapapeles del escritorio. La elegancia de aquella caligrafía era inconfundible, sin embargo leyó varias veces para reinterpretar el mensaje. Pero estaba claro, su conciencia supo, desde el segundo uno, cuál era la orden de aquel papel. De nada serviría volver a suplicar, cual plañidera a la muerte, por una excepción en el trato, era el camino que había elegido.
    Como movida por una energía abstracta y diabólica entró al vestidor y eligió la ropa con movimientos de títere hipnotizado y, una vez completada la transformación de polilla a mariposa, se hizo a la calle para saldar su hipoteca vitalicia, y a interés variable, en favor de la vida de su pequeño hijo.

Gema Frías Luque
SI NO ENCAJA, NO ES AMOR
    Tuve ganas de hacerle daño, pero parecía todo tan abstracto, que me atreví a besarla. Mi conciencia no me permitía odiarla. Guardé aquel pensamiento en el portapapeles, el camino hacia la verdad era largo. Me sentía como un títere en sus manos y, a veces, luchaba por reinterpretar aquella historia de desamor. Me veía como una plañidera de luto ajustado. Aquel velatorio no había sido pensado para mí, vivía como una polilla encerrada en una cueva sin luz. 
    Yo tenía ganas de soñar y volver a sentir el vuelo etéreo y la elegancia de una mariposa.

Lourdes Sánchez Jiménez
OSCURIDAD
    Allí estaba ella, pensando en qué momento llegó a aquel lugar lleno de pensamientos oscuros, abstractos y sin conciencia. En qué momento dejó de ser el títere que se alejo de aquel camino marcado para reinterpretar al resto de aquella sociedad. Esa sociedad que no le hacía brillar con la elegancia de la mariposa que era, obligándole a ser una polilla más de aquel enjambre.
    Allí, agazapada en aquel sitio abandonado, llorando cual plañidera junto a las pocas pertenencias que fue recogiendo en la calle, se sentía como portapapeles posado en las páginas vacías de su vida.

Dori Calderón Ramos
LA ÚLTIMA FUNCIÓN
    Voy de camino al último trabajo en el que tengo que reinterpretar mi papel de plañidera mientras repaso los datos anotados en mi portapapeles.
    Memorizo el nombre del difunto, algo raro por cierto, y las peticiones que la familia me ha hecho.
    Todo me parece un poco abstracto, desde la insistencia de que no es imprescindible la elegancia de mi vestuario hasta la dirección a donde debo dirigirme.
    Al llegar me recibe una enorme mariposa de brillantes colores, y una polilla de casi dos metros me dedica una sonrisa. Comienzo a sentirme como títere en aquella parafernalia y dudo de si podré llorar por la muerte del león en el circo.

Jose A. Ortega Cuadra
INFORMES OFENSIVOS
    Se dirigía de camino a casa, casi a media noche, después de una velada peculiar. A la luz de las farolas se podía distinguir el baile irregular de decenas de polillas. A veces, pensaba en lo abstracto de su danza, esos trazos tan dispares y tan concretos para ellas, similar al de las mariposas.
    Durante la cena había llegado a estar en una situación bastante incomoda, su educación, a la par con su elegancia, evitó enemistarse con alguno de los comensales por su disposición a vilipendiar, veladamente, los logros conseguidos en su trabajo. No quería que lo tacharan de cualquier vulgar plañidera, pero se había sentido un títere.
    Estaba decidido a reinterpretar, si era necesario, el informe causante de la afrenta del compañero. Pensaba retomar todas las notas, revisar todos los portapapeles, y así demostrarle que estaba más que capacitado para llevar a buen término el trabajo que le habían encargado.
    Pero el jefe puso en su lugar a ese individuo, atestiguando que el trabajo estaba impecable y que su opinión solo demostraba el desconocimiento que tenía sobre la naturaleza de la tarea realizada.


Rafa Núñez Rodríguez
MARIPOSA DULCIS
    Hay un almendro seco y, en el hueco de su tronco, las polillas muerden sus entrañas como plañideras que se muestran títeres de su propia hambre.
    Lágrimas de resina que no saben cómo asumir el último camino.
    Suena la motosierra queriendo reinterpretar un cuerpo moribundo, darle la elegancia de un portapapeles en un despacho abstracto, vacío de vida.
    Entonces, una ráfaga de viento dibuja una mariposa de serrín, y vuela con alas de pétalos blancos, con la conciencia de un almendro en flor.

Laura Pérez Alférez
EL ÚLTIMO ADIÓS
    Lleva tanto tiempo en ese oficio, que ya se ha acostumbrado a los llantos de las plañideras y a reinterpretar con frialdad el momento que cae la tierra sobre el ataúd. Ese ruido seco y atroz que los dolientes escuchan sobrecogidos, a él le resulta de lo más trivial.
    Cuando todos se marchan, observa el montón de tierra y el lazo de la corona mortuoria donde puede leerse un abstracto y escueto "Tu hijo no te olvida".
    Mañana volverá a colocar la lápida y la foto que su padre tenía guardada en el portapapeles.
    Su conciencia le grita que es un títere del destino, una polilla que alguna vez soñó con la elegancia de una mariposa.
    Da dos pasos, se vuelve mirando otra vez a la tumba y un susurro se escapa de sus labios:
    Adiós papá.

Benet da Silva
INVERSA METAMORFOSIS
    La elegancia al vestir de aquel títere contrastaba con la ordinariez de su conciencia. Reinterpretaba, una y otra vez, el papel de plañidera pretendiendo ser mariposa, cuando era una simple polilla. Asistía a cada entierro con su portapapeles y su abstracta moralidad.
    Cuando los familiares emprendían el camino a la misa previa, ella y su cómplice, desvalijaban al difunto, como acto final de su actuación.


Cande Molina Mostazo
SI TIENE QUE VENIR LA PARCA, QUE TE PILLE DE FIESTA
    He quedado con Bernarda en el Camino de La Fuente. Mientras voy a su encuentro, busco en mi portapapeles un poema muy triste para entrar en situación, y lo voy reinterpretando.
    Llegamos al duelo, me coloco con gran elegancia la toquilla, saco el pañuelo bordado y nos dirigimos hacia el ataúd. ¡Ay, Dios! No sé si lloro o río. Creo que voy a perder la conciencia, qué ataque de risa me ha entrado. Pero, ¿esto qué es? ¿Lo han amortajado con un traje de mariposa.
    —Es que anoche estuvo en los carnavales y esta mañana, cuando lo han encontrado, estaba más tieso que la mojama y no han podido quitarle el disfraz.
    —¡Ay, Bernarda! Que no para de llegar gente, que se ha corrido la voz y vienen como si esto fuera una función de títeres. ¡Y así es muy difícil llorar!
     —¡Vaya plañidera estás hecha! Toma y refriégate las manos con esta cebolla. Tú no mires a nadie y llora, que si no, no cobramos.
   Qué situación más abstracta, si por lo menos se hubiera disfrazado de polilla.

Monse Martínez Serrano
FLECHAS AMARILLAS
    Con elegancia se sentó al borde del camino. Los pies le palpitaban como nunca lo había hecho el corazón. Y justo allí, debajo de una piedra que hacía de portapapeles, había una nota. “¿hay polillas que exploran el día y mariposas que juegan en la noche?”, leyó. Respiró profundamente y cerró los ojos. Las copas de los nogales, como títeres del viento, se movían a su compás. “Es el momento”, le ululó su conciencia. Se quitó el anillo y lo enterró. De repente comenzó a sollozar y el bosque acompañó su pena llorando hojas como plañidera. Un peregrino pasaba por allí y vio la escena, abstracta y difícil de reinterpretar. Se acercó y le preguntó “¿te puedo ayudar?” Abrázame suplicó a su estrella.

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