jueves, 25 de julio de 2024

XXVIII. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

     

    Saludos, lectores y lectoras del mundo. Aquí tenéis otro ejercicio de microrrelatos por palabras. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos:  

-Elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club. 

-Cuando la palabra elegida es un verbo (amar, verter, salir...), puede utilizarse en cualquier forma, tiempo o persona.

- Si la palabra elegida no especifica su función, podremos utilizar cualquiera de las que nos proponga la RAE para dicho término.

-Si el término elegido es un sustantivo o adjetivo podremos usar tanto el masculino como el femenino, y en singular o plural, según convenga. 

-No se debe utilizar una palabra cambiándole la función que debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: HOJA, RONCAR, AÑICOS, HOBBY, CHASQUIDO, AMAR, LATIDO, NADAR, URRACA y LUZ.

    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.

Monse Martínez Serrano
LA MALQUERIDA
    La luz de la linterna iluminaba los añicos esparcidos de la copa de vino. Siempre pensó que sujetar la cabeza de alguien que vomita y recoger sus estropicios, mientras ronca la borrachera en el sillón, le haría sentir amor verdadero. Cogió una hoja y con una chancla rota que encontró en el suelo comenzó a barrer los cristales. Era la primera vez que iba a su casa, un cuartucho sin electricidad ni agua corriente. El silencio amplificó los latidos de su consciencia: corre. Un chasquido hizo que fijase la mirada en un pez que nadaba en una pecera mugrienta repleta de bordes de pizza.  Su hobby de intentar rescatar hombres insalvables había ido demasiado lejos. 
    Al día siguiente se compraría una urraca y abandonaría el intento de amar como su madre.

Encarni Navas
AMANECIENDO
    Fue apenas un leve chasquido, el ligero rumor del caer de una hoja, un latido casi imperceptible lo que, sin darse cuenta, hizo añicos su vida anterior.
    Fue el momento de olvidar sus antiguos hobbys y aprender a amar, de experimentar la luz y disfrutar del placer de roncar al unísono, nadando a contracorriente de las urracas que habían pronosticado un oscuro futuro.

Mª Carmen Jiménez Aragón
¡HASTA AQUÍ!
    Llevó a la cocina los restos de su hamburguesa y su vaso vacío. Al volver a la sala se detuvo, indignada, frente a la patética estampa. Pero una luz iluminó su mente. Sacó de un cajón hoja y lápiz y escribió:
    Visto que roncar en mi compañía es tu mayor hobby, me he cansado de amar a una marmota. Es como nadar a contracorriente, tu corazón no ha estrenado aún el primer latido por mí.

    Le colocó la nota sobre el pecho y “El Marmota” movió los brazos dormido, como queriendo abrazar algo.
    —Sí, hijo, atesora y guarda todo como una urraca en vez de dar y compartir. ¡Qué solo vas a estar en la vida!
    Con el corazón hecho añicos, se dirigió a la puerta, emitió unos sonoros y repetidos chasquidos con la lengua y dio un gran portazo tras de sí.

Dori Calderón Ramos
DESILUSIÓN 
Le conoció mientras practicaba su hobby preferido, nadar desnuda.
Le comenzó a amar desde que vio la luz de sus ojos.
Le amenazó su corazón con pararse, pues tras un seco chasquido dejó de notar sus latidos.
Le hizo sentir como urraca devoradora, deseando arrasar con lo que sus ojos veían.
Le invitó a salir del agua con su mirada, y ella aceptó sin dudar un momento.
Le amó durante horas, y quedaron exhaustos tumbados en la arena.
Le despertó el roce de una hoja de parra mojada que trajo una ola.
Le oyó roncar a su lado, y todo el amor que sintió, en un solo instante se hizo añicos.

Laura Pérez Alférez
VISITA INESPERADA         
      Cinco largos años sin aparecer nadie por aquí y ahora vienen con prisas, aporreando la puerta como si les fuese la vida en ello.
   En este preciso momento yo estaba roncando, tan ricamente, soñaba que nadaba en el mar mecida por el latido de las olas. En un chasquido han hecho añicos la pared y ya consiguieron desvelarme.
    Los observo por un boquete abierto. Ahí están, en círculo como urracas, mirando con cara de gilipollas. No he querido salir, la luz me molesta a los ojos y recibir visitas tampoco es mi hobby.
    Después de dejarme un bote cerrado en el suelo y cuatro flores de hojas mustias, con una cinta donde se lee "tus hijos te aman", han vuelto a cerrar la entrada; ni siquiera se dignaron abrirme el ataúd.

lunes, 8 de julio de 2024

XXVII. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

  

    Saludos, lectores y lectoras del mundo. Aquí tenéis otro ejercicio de microrrelatos por palabras. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos:  

-Elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club. 

-Cuando la palabra elegida es un verbo (amar, verter, salir...), puede utilizarse en cualquier forma, tiempo o persona.

- Si la palabra elegida no especifica su función, podremos utilizar cualquiera de las que nos proponga la RAE para dicho término.

-Si el término elegido es un sustantivo o adjetivo podremos usar tanto el masculino como el femenino, y en singular o plural, según convenga. 

-No se debe utilizar una palabra cambiándole la función que debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: INQUIETUD, VECINO, HACHA, AGUA, PERDÓN, OCULTAR, ESTÓLIDO, RESPIRAR, CONTICINIO y ESTAMPIDA.

    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.

Encarni Navas
AHORA
    Cuando, pasados muchos años, comprobé que aquel recuerdo de juventud se había convertido en el vecino del tercero B, no pude ocultar mi inquietud.
    Una estampida de sensaciones golpeó mi conciencia con la fuerza de un hacha, devolviéndome el peso de mi estólido comportamiento. Desvelada por la culpa, fui testigo de sucesivos conticinios hasta comprender que, aunque las capas del tiempo parecen esconderlo todo, a veces la vida te coloca en el lugar exacto para arrojar un poco de agua sobre tus errores, respirar profundamente y pedir perdón.

Dori Calderón Ramos
NOCHE DE TERROR 
    Una estólida inquietud se apoderó de nosotras al entrar en casa, dejamos de respirar ante aquella estampida de sonidos.
Era la hora del conticinio,  pero nuestro hogar estaba poseído por un extraño alboroto que provenía de la sala de arriba. Mi hermana yo no podíamos ocultar nuestro miedo recordando al vecino que murió hace unos meses y del que se cuenta que cada noche sin luna deambula por el barrio con hacha en mano pidiendo agua a todo el que se acerca.
    Mi hermana me reprocha que todo es culpa mía, porque me burlé de él cuando vivía, que debí pedirle perdón antes que muriese.
Debimos volver de la fiesta con nuestros padres y no solas. ¡Cuánto nos arrepentimos de no haberlo hecho así!
    De repente cesan los ruidos, papá y mamá aparecen en el rellano de la escalera, sudorosos, escasos de ropa y con pelo alborotado... ¡Sin duda ellos ya habían visto al fantasma!

Ulla Ramírez
EL ÚLTIMO RINCÓN
    El tendero ambulante siempre le causaba inquietud. Era vecino de una aldea cercana. Nada más llegar le clavaba su estólida mirada de ogro con hacha a punto de cortarla como si fuera una rama para alimentar un fuego. En su presencia le costaba trabajo respirar. Su madre, sin embargo, le ofrecía agua del búcaro y le daba paso a la cocina para dejar los comestibles. Ella los ordenaba y luego salía en estampida. 
    —¿Por qué eres tan seca? Ya no eres una niña —le dijo su madre aquel día cuando él se marchó.
    —Me cae mal, no lo puedo ocultar. 
    —Es un buen partido, hija. No nos faltaría de nada. 
    —Pues si tanto le gusta, hágase usted su novia, madre.
    —Yo ya soy vieja. Pero tú deberías…
    No la dejó acabar; salió de la cocina dando un portazo. 
    El resto del día un silencio espeso se hizo entre las dos.
   A la hora del conticinio, mientras una rezaba el rosario la otra pedía perdón a Dios por querer abandonar a su madre en aquel último rincón del mundo.