domingo, 27 de abril de 2025

CONCURSO DE MICRORRELATOS LA VIÑUELA 2025

La Semana Cultural de La Viñuela se ha desarrollado entre el 21 y el 26 de abril. Como viene siendo habitual, diferentes miembros de este club participan en el concurso de microrrelatos que organiza el Excmo. Ayuntamiento de La Viñuela. En esta ocasión, el ganador ha sido nuestro compañero Rafa Núñez Rodríguez con su microrrelato titulado ADÁN Y EVA, que recibe el premio de manos de las concejalas Mª Ángeles Fernández y Cynthia García. 
A continuación compartimos con vosotros el texto premiado y los demás trabajos, pertenecientes al club, para que queden en el recuerdo de todos.


Rafa Núñez Rodríguez

ADAN Y EVA
Programo el despertador y apago la luz, me tapo hasta el cuello con el edredón mientras sigo pensando en Eva, en ella, en el callejón de la reina y el portal que hace esquina.
Sonrío.
Un contenedor que gotea susurros de lo que fue una vida, un cuerpo al que nadie llorará, uno que abusaba de las ilusiones y los cuerpos de mujeres desesperadas.
Me siento como ese Adán que por una vez le cortó la cabeza a la serpiente, que pensó que las manzanas eran saludables.
Que no juzgó la desnudez de ninguna Eva de colchones oxidados y ojos cansados.
Y me duermo escuchando el gotear de algunas lágrimas que sueñan imposibles, sonrío al pensar que por lo menos he podido llenar un contenedor de miseria.


Gema Frías Luque

TRAS LA PISTA

El detective Valdés observó el cuerpo tendido sobre la alfombra. Una simple vista, el hombre parecía dormido. Su piel tenía un tono saludable, su tez era fuerte y no había signos evidentes de violencia. Sin embargo, su pecho permanecía inmóvil, y sus ojos abiertos revelaban la verdad: estaba muerto.
No había sangre, ni heridas, ni rastros de lucha. La habitación estaba en orden, salvo por una taza de té a medio terminar sobre la mesa. Valdés se inclinó y notó un leve aroma a almendras amargas. Cianuro. Un veneno rápido, casi indetectable.
—No hay señales.
Valdés ascendió. Aquello no era un robo ni un ataque impulsivo. Era un asesinato meticuloso. Se acercó al escritorio y encontró una nota sin firma: "Disfruta tu última taza".
El detective exhaló, observando de nuevo el cuerpo. La apariencia lustrosa del cadáver era una cruel ironía: quien lo mirara pensaría que aún vivía, que en cualquier momento se levantaría. Pero la muerte había sido sigilosa, perfecta en su engaño. Y ahora, Valdés tenía un asesino por atrapar.


Mª Jesús Campos Escalona
UN NUEVO DÍA
Me dirijo hacia la playa al amanecer. Me gusta como la brisa me acaricia la piel.
Como comienza a abrirse el sol, en un cielo totalmente despejado, con sus colores brillantes y rojizos.
La arena se cuela entre los dedos de los pies, y el mar me los besa amorosamente.
Oigo las gaviotas y mi vista se concentra en el horizonte. Lejano, inmenso, poderoso...y junto a la orilla dejo caer mi vestido y me adentro en silencio. El agua me acaricia las piernas, el vientre, los pechos, respiro profundo.
El mar me llena de energía y me relaja. Me siento la persona más saludable por unos instantes y eso, ya es mucho.
Más tarde vuelvo a la realidad, de nuevo en casa me preparo para salir. Le sonrío al espejo y le saco la lengua burlonamente, la vida me vuelve a golpear con fuerza. De nuevo empiezo con la quimio, menuda mierda.


Mª Carmen Jiménez Aragón
ESTUDIO DE LA UNIVERSIDAD DE MANCHAENSUCIES
Como director jefe de la sección de Comportamiento y Desórdenes del Ser Humano, siempre me han llamado la atención algunas situaciones incoherentes, incluso vividas en primera persona. El señor don Matías me saluda diariamente: “¡Buenos días por la mañana!” o “¿vas para arriba, vecino?” cuando ve claramente que está amaneciendo o que subo la cuesta.
Luego está el tema de los whatsapps y lo que yo llamo “antibiótico cada veinticuatro horas”. Con el primer “buenos días, grupo” del más madrugador se desata un torrente inalterable y convulsivo que nos deja mudos el resto del día.
Y después están los amagos entre personas de dudoso aprecio mutuo: movimiento de elevación de cabeza de tres milésimas de segundo; ruido seco y bronco producido desde el fondo del estómago que suena “eeeh”; levantamiento casi inapreciable de cuatro dedos para soltar el volante cuando te cruzas con alguien en carretera.
Conclusión… Después de años de observación y análisis he llegado a la conclusión de que muy inteligentes no seremos, pero somos la especie más saludable sobre la faz de la tierra.

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