domingo, 27 de febrero de 2022

IX. ME LO DICES O ME LO CUENTAS


            Hola lectores y lectoras del mundo, aquí tenéis un nuevo ejercicio de palabras en el que, utilizando algunos términos elegidos al azar por varios miembros del Club de Lectura y Teatro, elaboramos microrrelatos, reflexiones, microcuentos, incluso poemas, donde encontraréis originalidad, diversidad y muchas ganas de transmitir.

     El máximo de palabras utilizadas será de 160 incluyendo los términos clave, y sin contar las del título.

      Las reglas siguen siendo las mismas: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

     En esta ocasión son diez las palabras propuestas para incluir en las historias: CONSTANCIA, DECLINAR, USAR FUSTIGAR, REMILGADO, ARDIL (ARDID), PIZPIRETA, PERIPLO, ADVERTENCIA y SIRENA.
      Animaos a practicar estos ejercicios en casa y si queréis hacer comentarios o mandarnos vuestra creación, no dudéis en poneros en contacto con nosotros. Esperamos que disfrutéis de la lectura.


Lourdes Sánchez Jiménez
JACQUELINE
     Allí estaba ella, como cada noche, tan pizpireta ante el periplo de remilgados continuos que pasarían por allí.
    Su constancia y ardil, en aquel entorno, le hacían moverse cual sirena en el mar, sin sentirse declinar por los comentarios de algún que otro, ni dejarse fustigar por las miradas de otros cuantos a los que siempre les hacía la misma advertencia.
     - Puedes mirar todo lo que quieras, porque es lo único que vas a usar sobre mí, tu mirada. Ah, por cierto, ¿te pongo un poco más de hielo en tu copa?

Dori Calderón Ramos
UNA NUEVA ODISEA
     Declinó usar aquel remilgado sombrero, se sentía pizpireta y ridícula con él y, ante la advertencia del espejo de que no iba por buen camino, decidió fustigar su pelo con el tridente de su padre y el resultado tampoco le agradó.
     Recordó cómo Úrsula le acusaba de no tener ardil para mejorar su aspecto, ni constancia en los buenos hábitos y comenzó a temer que este viaje se convirtiese en un nuevo periplo.
     Aun así, estaba decidida, había vendido su voz de sirena, nuevamente, por un par de piernas, pero.... ¿La recordaría el príncipe?

Jose A. Ortega Cuadra
UN CHUPATINTAS AVENTURERO
     Hizo caso omiso a las advertencias de aquellos que, por propia experiencia o de oídas, sabían de empresas de la misma índole. Usaría todos los medios a su alcance y con constancia estaba seguro de que lo lograría.
     No pensaba declinar en su empeño. Sabía que no hacer lo que su corazón llevaba mucho tiempo pidiéndole a gritos solo conseguiría fustigarle aún más. Dejaría de ser el remilgado chupatintas del departamento de biología de la universidad y emprendería un viaje por los siete mares buscando su tan preciado tesoro: una sirena.
     Para nada pensaba que fueran criaturas pizpiretas, al contrario. Las historias que había escuchado siempre las definía como peligrosas, astutas y traicioneras, a la vez que hermosas, utilizando estas aptitudes como ardid para conseguir sus objetivos, que no eran otros que capturar a los marineros que se adentraban en sus dominios, para sumergirlos en las profundidades de los abismos marinos.
     Saldría a la captura en cuanto reuniera todo lo que necesitaba para comenzar su aventura.


Rafa Núñez Rodríguez
AMORES IMPOSIBLES
     Nunca imaginé que las sirenas tuviesen espinas, ni que la constancia de la espuma salada, en su periplo de la eternidad a la orilla, me hubiese regalado una pizpireta mirada.
     Aunque el temprano declinar del crepúsculo fue una señal, dejé de escuchar a mi remilgado corazón, que sintió como una advertencia de lo que fue un ardid, para ahogarme entre sus latidos.
     Y ahora, mientras no dejo de fustigar mi alma, siento las espinas de la sirena clavadas en mi interior.
     Resulta que, por usar mis sentidos, me veo clavado frente al mar, soñando con su mirada.


Laura Pérez Alférez
SOMOS ESPEJO
     Su constancia cada tarde en el chat la ilusionaba, él no era como otros remilgados de Tinder. Hoy, por fin, se verían sin usar pantallas ni distancias.
     Se preguntó cómo un hombre tan culto y guapo se había fijado en ella.
     Ya pasaban diez minutos de las cuatro, sin duda le había dado plantón. Sus inseguridades y sus miedos la fustigaban sin advertencia previa. Su mente distorsionaba su imagen, era una sirena pizpireta con kilos de más en sus caderas, su pelo descuidado y su ropa pasada de moda.
     Un ardid más en su periplo de desengaños, intentando arrancar un mordisquito de felicidad.
     Él, oculto entre la gente, la vio tan perfecta que la inseguridad y el pánico lo bloquearon. ¿Cómo iba a querer estar una mujer como aquella, tan inteligente y guapa, con un hombre como él?


Benet da Silva
PELIGROSO DEBUT...
     Se consideraba lo bastante ardil para iniciar su periplo como actor. Se sabía una persona pizpireta y nada remilgada, además, gracias a su constancia, consiguió terminar la carrera de interpretación con holgura y no declinaría su primera oportunidad como protagonista.
     Cuando sonó la sirena de advertencia para el inicio de su escena, entró en la habitación, sus piernas comenzaron a temblar al ver a la coprotagonista vestida de cuero negro y con un látigo en la mano, dispuesta a usarlo para fustigarle. Ella, al percibir su miedo, dijo:
    —Hoy voy a disfrutar, me pone mucho que mi compañero tiemble…

Cande Molina Mostazo
REFLEXIONES DE UNA MADRE
     – ¿Aún no habéis terminado los deberes? Debéis de seguir una constancia cada día, parece que no me escucháis. Pues lo siento, pero hoy declino en ayudaros, mi mensaje de advertencia de esta mañana era muy clarito.
     Javier no paraba de fustigar el lápiz contra la mesa. María, tan pizpireta como siempre, me reclamaba para pintar su sirena, no sabía qué color usar.
     – ¡Pablo, coge el compás con más ardil y espabila!.
     Noté una mirada remilgada y gruñona, pero estaba preparando la cena, tenía ropa que doblar y un sinfín de tareas sin terminar.
    Por fin todos en la cama y, mientras guardaba los dibujos, no puede contener las lágrimas, me necesitaban y yo pensaba que mis quehaceres eran más urgentes que colorear y hacer dibujos. He olvidado que, en este periplo que es la vida, fabricar momentos de los que no se guardan en cajones, sino en el corazón, es lo más importante y todo lo demás puede esperar.


Mª Carmen Jiménez Aragón
LA BÚSQUEDA
     La señora, pizpireta y remilgada, fustigaba abiertamente el ardil de la sirena por mantenerse en pie. 
     La cubierta del barco estaba resbaladiza, pero esta pensó que su constancia en el intento daría sus frutos. Los demás pasajeros lanzaron una mirada de advertencia a la señora cuando se burló al ver declinar las fuerzas de la criatura y, usando unas correas a modo de arnés, lograron que, el desfallecido ser, regresara al mar y prosiguiera su periplo en busca de la ausencia de maldad en el mundo.

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