domingo, 2 de julio de 2023

XIX. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

 

    Buenas, lectores y lectoras del mundo. Aquí tenéis otro ejercicio de microrrelatos por palabras. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos: se trata de elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club. 


    Dependiendo de la función que desempeñe cada término deberemos tener en cuenta las siguientes objeciones: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo); igualmente no se puede utilizar "amado" cuando la palabra a incluir es "amar", deberíamos poner, en todo caso, "había amado" (tiempo verbal).

    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: AREOLA, NOCTURNAL, FILETE, FILIGRANA, SESIÓN, MERCADILLO, FÚTBOL, JIRAFA, REENCARNACIÓN y ABUELA.

    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.

Dori Calderón Ramos
EL PASO DEL TIEMPO
    Sentada ante el filete que me sirven, miro al espejo y descubro a una mujer con cuello de jirafa que me mira sorprendida, es una abuela que parece la reencarnación de la bruja del cuento de Blancanieves, sobre todo por esa pústula con areola en la punta de la nariz.
    Ahora comprendo por qué mi marido se ha negado a acompañarme a esta sesión nocturnal del "Club de las Inmortales", su excusa ha sido el fútbol, pero sé que odia nuestras reuniones, a cambio ha prometido acompañarme al mercadillo del domingo.
    Comienza la entrega de premios y la presidenta,  ante el micrófono, dice mi nombre. ¡Por fin soy elegida "Miss Longeva" tras cien años en el club!
    Haciendo filigranas me levanto sobre mis tacones, alisando mi pomposo vestido y, casi sin querer, miro al espejo donde veo la imagen de la mujer jirafa que también se ha levantado... ¡¡Dios mío, soy yo!!

Rafa Núñez Rodríguez
LAS RECETAS DE LA ABUELA 
   Hace un año que te conocí,  sonreías al ver mi cara de sorpresa cuando me dijiste  que  eras abuela. 
    Dices que pareces la reencarnación de tu yo de veinticinco, pero con el doble de edad.
   Ahora, mientras en la cocina preparas el aliño para los filetes,  te bajo las bragas con suavidad, llevas las estampadas  con  jirafas, compré un lote en el mercadillo para llenar de animalitos tu jungla.
   Tu piel comienza a temblar, me miras con deseo, mis dedos hacen filigranas pintando tus areolas y rozando tus pezones. Mi cabeza va bajando con calma, la lengua comienza a navegar por las estrías de tu vientre, pequeños hilos rosados  me van guiando hacia tu vello. Abres  más las piernas y comienzo ese nocturnal viaje en tu interior, buscando el nacimiento de tu humedad. Y así acompasamos los movimientos hasta que comienzas a gemir, con la necesidad de la rapidez y nuevamente en la cocina huele a felicidad.
   Ahora es tu mano la que me busca. Miras el reloj, todavía quedan unos minutos para que los nietos vuelvan de su sesión de fútbol.

Laura Pérez Alférez
LA GÜIJA
    Le sorprendió, no esperaba la invitación de la chica nueva para ver el fútbol en su casa. Él era su jefe de sección y, en su fuero interno, sabía que no era ético ir más allá de una relación meramente  profesional, pero reconocía que se sentía atraído por la chica.
    Y allí se encontraba ella, invitándole a pasar con una insinuante sonrisa. A pesar de que intentaba hacer filigranas con los ojos, no conseguía apartar la vista de las areolas rosadas que se adivinaban a través de las transparencias de la blusa. En su nocturnal fantasía ya se había imaginado dándose el filete entre gol y gol. 
    En estas cavilaciones se encontraba cuando vio aparecer una viva reencarnación de Cleopatra, de cien años, envuelta en una túnica estampada con dibujo de piel de jirafa. 
  —Semejante horterada solo puede haberla encontrado en el mercadillo —pensó.
   —Abuela, te he traído el regalo que te prometí, para ti y tus amigas. Después de  la sesión de güija, utilizadlo para lo que surja.

Benet da Silva
EL MUNDO AL REVÉS
    Cuando era un niño una de mis distracciones preferidas eran las sesiones nocturnales de historietas contadas por la abuela. En particular aquellas en las que narraba alguna reencarnación de las que, según ella, había vivido. La más divertida fue aquella en la que, entre otras paradojas, las jirafas hacían filigranas en la pista de baloncesto y, aunque sobrepasaban la altura de la canasta, los marcadores solían ser escuetos. Por su parte, las brujas pintaban areolas alrededor de sus verrugas para resaltar su belleza y las gacelas solían darse festines a base de filetes de algún incauto felino.     Un loco mundo en el que demostraba su gran imaginación. Después siempre acababa las sesiones contando que su actual vida era el último ticket de reencarnación de los que había adquirido hacía muchos siglos en un mercadillo temático dedicado a la magia.

Cande Molina Mostazo
¡QUÉ DOLOR!     
    Todo sucedió en un partido de fútbol nocturnal. De noche todos los gatos son pardos, pero este creo que era una jirafa. En la segunda sesión nos estábamos dando el filete cuando me tiró un bocado de la areola, le agarré la filigrana de la camisa de mercadillo que le compró su abuela y, del dolor, se la arranqué. Salí corriendo deseándole que en su reencarnación fuera el macho de una mantis  religiosa.

Monse Martínez Serrano
COMPRAS Y DELEITE
    La pareja se estaba dando el filete cuando apareció una jirafa nocturnal. Con su caminar desgarbado parecía la reencarnación de la abuela Paquita, conocida en el pueblo por sus filigranas en el campo de fútbol. Entretenidos entre manoseos, pellizcos y lametazos fueron quitándose la ropa. Aquella sesión de 'striptease' estaba endureciendo las areolas de los asistentes al evento. Sin duda alguna, la animación estaba siendo la mejor de  las XXI ediciones celebradas del mercadillo de La Viñuela.

Encarni Navas
CALIFA
    El favorito de los libros de mi infancia era uno que mi abuela compró en el mercadillo. Al abrir sus tapas doradas descubrí un mundo de fantasía y a una esclava que, en infinitas sesiones nocturnales, narraba cuentos a su califa intentando salvarse de la muerte. La reencarnación de Sherezade me sentí desde ese momento y, como ella, quise escribir, narrar y contar para salvarme de la monotonía, de la rutina, para captar tu atención y atraerte hacia mí, que prefirieras siempre dibujar filigranas en la areola de mis pezones a tu afición por interminables partidos de fútbol en compañía de esos que llamas amigos, a los pesados filetes de carne que engulles como cena. Todo difícilmente digerible (filetes y amigos).
    Te preferiría, para salvarte yo a ti, esclavo de mi mundo de fantasía y herbívoro como las jirafas.

Mª Carmen Jiménez Aragón
PREMIO: GASTOS PAGADOS Y ALOJAMIENTO INDEFINIDO
    En esta sesión le hablé sobre mi familia, confesando que con quien más congenio es con mi abuela, es la viva reencarnación de Amy Winehouse. Su voz, su estilo, incluso los “peercing” y esas filigranas que se tatuó en las areolas son idénticas a las de ella.
  Le expliqué que, en realidad, todos en mi familia han sido siempre muy modernos y singulares: mi tía abuela, que fue monja, creó el primer equipo de fútbol eclesiástico y una liga entre conventos y monasterios, ahí nació la expresión ‘casarse de penalti’. Y mi prima Clara tiene un puesto en el mercadillo de juguetes eróticos de segunda mano, totalmente innovador.
    Ya le dije al doctor que en mi vida familiar no estaba la razón de mi fobia a los filetes de carne y al agua sanguinolenta que sueltan. Yo creo, más bien, que todo viene a raíz de mis encuentros nocturnales con mis compañeros del zoológico, para mí que la jirafa nos echa algo en las bebidas.

Gema Frías Luque
LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA
    Disfrutando de una agradable primavera en su austera casa, una abuela se deja mecer sigilosamente sentada en su vieja butaca de mercadillo. Un duermevela la atrapa antes de alcanzar las horas nocturnales mientras piensa en las filigranas que tendrá que hacer al día siguiente para llevarse algo a la boca. Esta sesión se repite día tras día, un simple filete es un manjar que no puede disfrutar cuando quiere, ¡ni que fuera carne de jirafa!
  Comienza un extravagante sueño en el que ve su propia reencarnación. Ahora es un gran jugador de fútbol, de primera división, y se puede dar todos los caprichos del mundo. Viaja en jet privado y su azafata personal le sirve un pastel de carne. De postre un café.
    —No nos queda leche en cocina —susurra la chica mientras le pellizca la areola a la abuela.
    —¡Quita, quita, ya no puede una ni soñar tranquila!

Lidia Molina Zorrilla
HASTA QUE ÉL Y YO QUERAMOS
    Desde el inicio de la calle os vi llegar.
    Traías una mano cogida de la mano de la abuela, era ella la que te había llevado a la sesión de entrenamiento de fútbol porque yo últimamente salía cansadísima de los turnos de noche. Nocturnal e infernal casaban demasiado bien.
    En la otra, una jirafa obtenida, seguramente, en el mercadillo gracias a esa cara de corderito que tan bien pones cuando quieres algo, hecha de lana con minuciosa filigrana.
    Te abalanzaste sobre mí con la boca abierta cogiendo el pezón, la areola y casi media teta.
    —¿No estás grande para teta ya, bonito? —dijo una señora que por allí pasaba con el espíritu de ser la reencarnación de Jorge Javier Vázquez.
    —No señora, comer filetes nunca estuvo reñido con la lactancia materna que no solo alimenta, cuida y protege y refuerza el vínculo. Siga usted su camino con su mala leche —le dije mientras miraba tu cara de felicidad.
    Qué bien sienta, de vez en cuando, poner a la gente en su lugar.

Lourdes Sánchez Jiménez
AREOLA
    Nocturnal aquel trabajo, era un gran suplemento a su miserable sueldo como entrenador de fútbol de aquellas reencarnaciones  de minidiablillos, con ello conseguiría independizarse de la casa de su abuela. Mientras arrancaba con su boca, como jirafa arranca con su lengua las hojas de los árboles, las bragas de filigrana de su compañera, las cuales seguro compró en un mercadillo, sentía como la piel de ella ardía como filete cocinado a fuego lento. Mientras observaba como su areola delataba que, para ella, esto no era solo una sesión de fotos más.




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