lunes, 23 de agosto de 2021

I. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

   Siguiendo la línea de nuestros ejercicios más populares, os presentamos este nuevo apartado en el que, utilizando algunas palabras elegidas al azar por varios miembros del Club de Lectura y Teatro, elaboramos microrrelatos, reflexiones, microcuentos, etc., donde encontraréis originalidad, diversidad y muchas ganas de transmitir.

   El máximo de palabras estará condicionado al número de palabras obligatorias a incluir en el texto, pero oscilará entre las 150 y las 180.

   Las reglas siguen siendo las mismas: los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo y persona, incluso en sus formas no personales; los sustantivos y adjetivos pueden usarse tanto en masculino como en femenino, y en singular o plural, según convenga; lo que no se debe hacer es utilizar una palabra cambiándole la función de debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "la amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

   En esta ocasión son siete las palabras propuestas para incluir en las historias: PENUMBRA, PELAGATOS, ZURCIR, HERMOSO, DESORDEN, REFLEJO y DÁDIVA.
 
   Esperamos que disfrutéis de la lectura.


Rafa Núñez Rodríguez
RECORDANDO A MARY SHELLEY
   Siempre presintió que sería hermoso y ahora ya sabía que era así, lástima de la segunda cuchillada, lo había atravesado como al humo de una chimenea.
   Pero después de zurcir el corazón y recoger el desorden de órganos, que lo miraban tiritando sobre la mesa, suspiró. El reflejo de un trabajo, casi terminado, le llenó de orgullo.
   Miró hacia la ventana, la penumbra ya comenzaba a adueñarse del paisaje y algunos rayos empezaron a guiñar a lo lejos. Sacó los cables por la ventana y se los clavó en los agujeros que pudo abrirle en el cráneo. A partir de mañana ya nadie diría que era un pelagatos. Se frotó las manos nervioso, estaban más cerca los fogonazos del enfadado cielo, y él deseoso de recibir sus dádivas para completar el proyecto.
   Entonces, unos golpes tras la puerta y una enérgica voz:
  -Miguelito, dile a Héctor que se vaya, que hay tormenta. Ya mañana terminaréis el trabajo del cole.


Mª Jesús Campos Escalona
NO PUEDO DORMIR
   Oí un ruido y me levanté con miedo. En la penumbra del pasillo apenas se divisaba una pequeña luz. ¿Cómo había podido engañarme aquel pelagatos con su palabrería barata? ¡Menuda casa de alquiler! Aunque debía reconocer que mi desorden mental tampoco me había ayudado mucho. Necesitaba dormir. El tiempo y la distancia zurcirían las heridas de mi corazón.
   Anduve por el largo pasillo descalza. Me pareció oír una hermosa voz cantar y me dirigí con osadía en busca de la melodiosa armonía.
   Abrí la puerta de la habitación. El reflejo del cristal me mostró una imagen incierta. Una niña me sonreía con dulzura mientras, como dádiva, me ofrecía un bebé macilento.


Benet da Silva
EL REGALO MÁS HERMOSO
   Menudo desorden se generó cuando corrí la voz de que aquellas empanadillas estaban caducadas desde hacía un mes. Nos negamos a cocinarlas, cinco mil jóvenes corrían peligro de intoxicarse.
   El capitán de cocina, se presentó en ella y, ante mi negativa de cumplir sus órdenes y como inductor de aquella “rebelión”, ordenó llevarme al calabozo. Pasé seis meses en la penumbra de una celda.
  Una vez liberado, supe que, tras investigarse el suceso, se descubrió que aquel pelagatos con estrella había aceptado dádivas, fue degradado y condenado. Aunque él era solo el reflejo de la podredumbre de la institución militar. No era el único que las aceptaba.
   Al final, la historia había dado un giro radical; a él no le zurcirán más estrellas en su uniforme y a mí, me hicieron un hermoso regalo; el respeto de la mayoría de aquellos cinco mil jóvenes, la noticia había corrido como la pólvora.


Cande Molina Mostazo
AETERNUM
   Cómo aliviar este dolor que te traspasa el alma y deja mi corazón en la penumbra. No estés triste, me dicen, como si pudiera zurcir mi tristeza con hilos de seda. Nunca se está preparado para perder a una persona que creó un mundo hermoso para ti, incluso antes de conocer y acariciar tu rostro.
   Qué desorden he podido causarle a la Moira para venir como pelagatos del destino y, sin aceptar pactos ni dádivas, arrebatarme el reflejo más brillante del ser más puro y verdadero.
   Abatida y rota de dolor, pensé que la muerte me había vencido, pero me mostraste tu sonrisa y, entonces, comprendí que la parca nunca gana porque jamás puede llevarse el AMOR, porque el AMOR siempre será eterno.


Montse Martínez Serrano
GEMELOS
   Joel avanzaba con sigilo hacia la penumbra. Tiradas en la calle había botellas quebradas de cerveza y vino. Aquel desorden, suciedad y olor a orín reventaban las puntadas del corazón que había zurcido en cada encuentro con su hermana toxicómana. Esta será la última vez, se dijo. Dobló la esquina y la encontró sentada en el suelo al fondo del callejón.
   -Pelagatas, ¿cuánto dinero me vas a pedir? Piénsalo bien porque será la despedida.
   Ella se giró y trajo consigo un hermoso bebé rollizo. Joel no sabía cómo aquel saco de huesos en el que se había convertido su hermana había podido criar tal dádiva. Se sentó a su lado y la miró. Tenía el mismo brillo en los ojos que cuando jugaban a piratas en casa de los abuelos.
   -Se llama Joel -. Dijo su hermana mientras en un acto reflejo el niño extendía los brazos hacia su tío.

Mª Carmen Jiménez Aragón
AL OTRO LADO
   A este lado del espejo me sentía triste, vacío. El destino me convirtió en el pelagatos que veía pasar la vida de los demás, pero que no dejaba de ser un reflejo en la penumbra. ¿Por qué él se creía original y con derecho a todo, y yo solo podía zurcir un momento a otro para poder sentirme vivo?
   Pero un día, quiso la casualidad que en uno de esos momentos, mi yo se acercara al espejo acompañado del ser más hermoso de todos cuantos habían desfilado ante mí. El desorden de sentimientos, que habitaba en mi lado plano de realidad, se evaporó y supe lo que tenía que hacer. Posé mi mano sobre la fría superficie esperando que, sorprendido, él hiciera lo mismo, y aproveché el contacto para saltar.
   Ahora mi reflejo nos mira incrédulo y aturdido mientras yo disfruto de la dádiva que me ofrece la vida.


Gema Frías Luque
VUELTAS DEL DESTINO
   Mi vida había sido un completo desorden, lo único hermoso fue aquel niño que abandoné, años atrás, fruto de un amor lleno de complicaciones. Siempre soñé con ser un hombre de bien y acabé siendo un pelagatos, fiel reflejo de mi padre. La vida había zurcido mis ropas, cientos de recuerdos y pensamientos desfilaban por mi mente buscando un nuevo camino. Sentado en la penumbra de aquel rincón apareció un joven, dádiva en mano. Un traje de chaqueta y corbata junto a una nota que decía “Quiero recuperar el tiempo perdido”.


Dori Calderón Ramos
RESACA
   Despierto en la penumbra de una habitación con un desorden total.
   Comienzo a zurcir los retales de mi memoria y recuerdo que gané la apuesta a mis amigas y me acosté con aquel insulso pelagatos que tanto nos miraba, eso explicaría mi situación en este momento.
   Pero... ¿Dónde estoy?
  Puedo vislumbrar mi hermoso collar rojo roto, brillando por un reflejo de luz que cuela por la ventana, si mi marido viese su dádiva en este estado mi divorcio estaría asegurado.
  Mi cabeza va a explotar, unas llaves hurgan en la cerradura y aparece mi marido sonriente acompañado de un señor trajeado y muy serio. No entiendo nada. Me muestra unas fotos de mi fiesta de anoche y... ¡¡OSTRAS!! El señor serio y trajeado es el pelagatos de anoche.


Mercedes Rodríguez Silvente
UNA INGRATA HISTORIA
   María estaba casada con un pelagatos, esta se dedicaba a zurcir prendas que los vecinos de aquel hermoso pueblo le llevaban.
  Me sorprendía su habilidad para hacer su tarea a pesar de la penumbra del rincón donde cosía, este era el reflejo del resto de su modesta casa. Un día, estando yo de vacaciones, fui a llevarle mis pantalones preferidos, me quedé boquiabierta al ver aquel desorden.
   Entablé amistad con María y me contó que su mediocre trabajo era la única fuente de ingresos para mantener a su familia, lo cual me provocó compasión.
  La semana siguiente cuando recogí mis pantalones, le llevé un obsequio, una pequeña compra de alimentos.
  Cuando María vio aquellas bolsas puso cara de enojo, no estaba dispuesta a recibir ninguna dádiva.
  Me dijo el precio de su trabajo y me marché con la prenda en perfecto estado y mi compra de vuelta, totalmente decepcionada.


José Antº Ortega Cuadra
REMIENDOS Y REQUIEBROS
   En ese momento me di cuenta que era un pelagatos. Tal vez no se pueda juzgar a alguien por no saber zurcir, sobre todo alguien tan hermoso, fiel reflejo de sus genes, heredados de sus padres y abuelos, a la vez que el resto de sus ascendentes. Pero al cabo de un rato de larga charla, y conociendo más de su vida, pude constatar el desorden y las penumbras en su vida. De ahí mi calificativo hacia él.
   No en vano, no pude evitar obsequiarle con una dádiva para sus oídos. Alimentar un poco su ego, después de mis duras reflexiones sobre él. Por más que mis conclusiones las considerara acertadas, no debía dejarme llevar por ellas, puesto que eran solo mías. Por eso constaté y le hice ver que me admiraba su belleza, su elegancia, pese a su torpeza a la hora de zurcir el roto en su camisa.

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