viernes, 6 de agosto de 2021

XI. DEJA QUE TE CUENTE


Saludos, queridos lectores.  Os traemos un nuevo ejercicio en el que los miembros del Club de Lectura y Teatro de La Viñuela hemos elaborado microrrelatos, de unas 150 palabras aproximadamente, en los que debemos incluir unos términos clave propuestos entre todos. El tema de las historias es libre, aunque en ocasiones se ve muy condicionado por alguno de los términos obligados. Eso sí, originalidad y ocurrencia no va a faltar. En este caso serán 11 las palabras propuestas. Aclaramos que sustantivos y adjetivos pueden utilizarse en masculino o femenino, singular o plural; los verbos pueden utilizarse en cualquier tiempo o persona, o incluso en sus formas no personales; no se puede sustantivar un adjetivo, la palabra debe cumplir la función que originalmente se ha propuesto.
Animaos en casa a practicar los ejercicios, podéis sorprenderos gratamente. Y no dudéis en enviárnoslos si queréis verlos publicados.

Sin más, estos son los 11 términos que entre todos hemos propuesto: TUNDRA, DEPARTIR, DAMAJUANA, CONSTATAR, REQUIEBROS, TERRAL, LAMER, FÁBULA, BARRIL, INHERENTE y EVENTO.
Deseamos que disfrutéis de la lectura.  

José A. Ortega Cuadra
LA CABAÑA DEL VODKA
   Durante un viaje a Siberia, conocí a un paisano del lugar. Vivía en una cabaña perdida en la tundra siberiana, con poca vegetación pero la suficiente, haciendo inherente la vida animal.
   El clima ahí era totalmente distinto a mi tierra. En esas fechas del año, incluso podríamos estar sufriendo el calor producido por el terral, que tanto tememos.
  Pasé unos días con él. Dentro de su casa vivía rodeado de damajuanas, y algún que otro barril lleno de vodka.
   Empezamos a departir, al principio con cierta timidez, pero podría constatar, por ambas partes, que nuestra conversación se volvió de lo más amena.
   Al servir el vodka, pude percatarme como se le caía una gota en la mano que, acto seguido, se dispuso a lamer. No podía sino en hacerle unos buenos requiebros ante tal osadía. Se me ocurrirían unas cuantas fábulas de ese evento tan absurdo, pero a la vez tan gratificante.


Rafa Núñez Rodríguez
PEQUEÑOS MUNDOS
   Silencio, eso era lo que le lamía el rostro, el vacío de palabras hacía constatar su soledad en la tundra, un paisaje inherente a su castañetear de dientes, blancos eternos que pintaban fábulas antiguas y, reflejando el horizonte, aquella burbuja de cristal que le aprisionaba.
   El terral maldecía los requiebros de aquellos enamorados, besos para llenar un barril de algodón de azúcar, departían como si no hubiese un nuevo amanecer y, a la vez, se sentían eternos, aunque se encontrasen encerrados en aquella eterna burbuja.
   Se escuchó la campanilla de la puerta, dejé mi trabajo de sentirme Dios por un momento y levanté la mirada. Una figura se acercó mirando con curiosidad las estanterías.
  -Hola, tengo un evento y quisiera adornarlo con una de sus damajuanas, una de esas de las que tienen pequeños mundos viviendo su interior.


Laura Pérez Alférez
ESCRÍBETE UNA VIDA
   No esperaba nada original para su cumpleaños, como cada mes de agosto el terral sería el huésped que se colaría en el evento familiar.
  Constataba la lista de invitados cuando vio aparecer a su querida prima Rosa, cual vetusta damajuana, envuelta en un vestido globo, color musgo tundra, que le sentaba de fábula.
   Observó cómo el pequeño barril verde departía con descaro y festejaba algún condescendiente requiebro, mientras lamía obscenamente la cucharilla de la tarta.
   Y llegó el momento regalos.
  Su querida prima, tan básica como siempre, le obsequió una fingida sonrisa y otro libro. Rápidamente miró la contraportada, cultura literaria no le faltaba, podría aparentar haberlo leído y quedar como erudita lectora dando su opinión con inherente punto crítico.
   Pero aquella vez el ritual se hizo añicos, no había portada ,ni título, ni autor,...
   Solo hojas en blanco y una pequeña anotación en la última página:
"Escríbete una vida".


Benet da Silva
SIMPOSIUM
   El grupo que me acompañaba se sorprendió de las costumbres de nuestra ciudad, se deshacían en requiebros hacia ella, incluso yo me vi sorprendido en uno de los locales cuando nos sirvieron la cerveza de barril en una artística damajuana de barro, algunos de sus dibujos representaban una fábula sobre el posible origen de la cerveza.
   Aquellos expertos asistían a un evento celebrado en Málaga, en el que se departía sobre el cambio climático, uno de ellos puso como ejemplo el típico Terral; dicho viento aumenta de por sí la temperatura, pero en los últimos años este era más frecuente y agresivo. También se pudo constatar como la tundra ártica perdía territorio, ambas anomalías eran inherentes al calentamiento global.
   La última tarde uno de ellos se acercó para preguntarme dónde podría comprar las extrañas cañas dulces que mordió y lamió la noche anterior en el real de la feria.


Cande Molina Mostazo
CUANDO DOS ALMAS ESTÁN DESTINADAS A ENCONTRARSE
   Cuando entré en la casa lo primero que vi fue un pequeño barril, me sorprendió un grabado en latín sobre los zunchos. El salón estaba decorado con una gran colección de damajuanas, me quedé observando sus formas extremadamente sensuales.
   Comenzaron a servir los cócteles y los aperitivos. Justo estaba lamiendo la cuchara cuando me preguntaste por la invitación del evento y empecé a buscar en mi bolso. Nerviosa, constate que se me había olvidado. Tras departir unos minutos, salí al jardín, el terral había cambiado a brisa fresca, el paisaje era de fábula, a lo lejos la tundra parecía un manto de terciopelo. Con dos copas pompadour en la mano, te acercaste para ofrecerme una, te conté porque les llaman así.
   No podías dejar de pensar en los senos de la amante del Rey Luis XV. Sin parar de reír, me susurraste un requiebro. En ese momento, nuestras almas quedaron inherentes. A veces el destino es maravilloso, era la frase en latín.


Montse Martínez Serrano
QUE VIENE EL LOBO
   Si te mueves de ahí, te daré una tundra de palos, sentenciaba mi padre hiciese lo que yo hiciese. La primera vez que me puso la mano encima me cruzó la cara con la correa, mutándome para siempre la boca, inhibiendo el departir y mi voluntad hasta el día de hoy, el día de su entierro. Le siguieron más veces, puta violencia inherente de un padre analfabeto y borracho. Acurrucada, en el rincón de la salita, me sentía como una damajuana, hinchada de lágrimas no derramadas, rabia contenida y miedo corroído. Hace frío en el tanatorio, demasiado. Preferiría estar afuera, bajo el terral abrasador, lamiéndome las heridas. Lo miro, me resquebrajo y constato que estoy hecha de requiebros y retazos. Está hinchado como un barril. Pobre hombre que nunca supo decir tunda de palos. Al evento no ha venido nadie. ¿Conoces la fábula de Pedro y el lobo? Espero que no te doliera mucho la estaca.


Mª Carmen Jiménez Aragón
DAMAJUANA DE CORAZÓN
   Había comenzado el inevitable evento. El viejo, sentado sobre una silla baja, manejaba la mimbre a ras del suelo y pasaba la mano acariciando esa tundra seca para elegir la mejor opción y terminar su trabajo.
   Y es que cuenta la fábula que cada vida arrastra una inherente muerte y, en la senectud de los años, cada cual elige el momento. Basta con darle vida a una damajuana, y ya terminada, llenarla del barril nigromante y beber su contenido.
  Impotente, su familia departía sobre si era este el momento adecuado, ya que su hijo acababa de saber que su corazón no aguantaría al punto de embellecer su garrafa. Y mientras conversaban frente al anciano, un suave terral lamió sus rostros y los requiebros de sus hijas constataron su marcha.
   El viejo se fue, satisfecho por saber que su corazón ayudaría a andar el camino de la vida de su hijo.


Gema Frías Luque
VIDA DE PERRO
   Era una casa pequeña, más aún tras el nacimiento de sus gemelos. Su esposo decidió excavar en el sótano una habitación. Sus amigos no quedaron al margen pues, tras departir entre ellos y constatar la urgencia de aquellas obras, acordaron que, entre todos, acabarían antes. Y entre requiebros a los recién nacidos y abrazos de agradecimiento, comenzaron.
   Por aquellos días se dejaba notar un terral casi irrespirable y, tras lamer su propio sudor, un hallazgo fortuito tuvo lugar en los trabajos. Al levantar unas piedras, aparecieron restos de un viejo barril y justo debajo unos huesos y cristales de lo que parecía una damajuana.
  Estupefactos, recogieron con cuidado aquellos huesos y los entregaron a las autoridades para su análisis.
   Aquel evento no dejaba de arrojar interrogantes.
  Como si de una fábula se tratara, intentaron recomponer aquel puzle lleno de pruebas inherentes.
  Tras los análisis pertinentes se llegó a la conclusión de que era el enterramiento de un animal de compañía, posiblemente un perro, y su ADN situaba su procedencia en la tundra siberiana.


Dori Calderón Ramos
LIBRE
  Anoche departí largamente contigo, tus requiebros lamieron sutilmente mi ego y constataron que soy presa fácil de los susurros de amor. Siempre fue así, y mi vida se asemeja a una fábula sin moraleja.
   Te conté mi vida sin que tú compartieses conmigo ni un evento de la tuya, no importa, ahora sé que soy como barril de vino añejo, deseado mientras guardo mi interior y olvidado cuando se han bebido mi vino, quizás debería ser como la damajuana, fácil de llevar y de reponer su esencia.
   No he buscado una vida extrema ni me considero persona ingrata, pero a veces mi existencia se asemejó a la tundra, fría e inhóspita, y otras fue ardiente como el terral. De cualquier forma, siempre hubo un hecho inherente a todo lo ocurrido, para mí, mi libertad fue lo primero.
   Hoy vuelvo a estar sola, pero soy libre, el resto no importa.


Mercedes Rodríguez Silvente
LA NOSTALGIA DE UN VIAJE
   La belleza de la tundra noruega me dejó pasmada. Más tarde, en una población cercana, tropecé con un chico que tocaba el violín junto a su perro, le di unas monedas, se acercó. Para mi sorpresa, él dominaba el castellano y empezamos a departir, me hizo un par de requiebros por las monedas, me narró una antigua fábula, me sugirió algún evento y visitar la antigua región de Aquitania para adquirir alguna damajuana como souvenir.
   Durante los días posteriores pude constatar lo verídico de todo lo que me dijo, su extensa cultura debía ser inherente a su vida bohemia.
 Mi viaje terminó en Málaga, donde noté de nuevo el tan característico terral malagueño. Allí, me dirigí a una terraza donde había unos barriles como mesa, de pronto sentí que algo lamía mi pierna. ¡Menuda sorpresa!, al ver a mi lado a aquel simpático juglar con violín y su perro.

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