viernes, 25 de noviembre de 2022

25 DE NOVIEMBRE, DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA A LA MUJER



    El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, lo celebramos acudiendo a marchas teñidas de violeta, le damos visibilidad con concentraciones silenciosas o lucimos en nuestra solapa el lacito que conmemora ese día, que nos recuerda que la lacra sigue viviendo entre nosotros.

    En el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela hemos escrito unos microrrelatos para concienciar a la sociedad de que no hay que normalizar ciertas conductas. El año pasado comenzamos a narrar la vida de Carmen y Antonio, un matrimonio ficticio con problemas en su relación. Hemos querido retomar la historia de esta familia donde la dejamos hace un año y contaros cómo ha afectado la nueva situación a las distintas personas implicadas en esta trama, su manera de actuar, sus reflexiones... Las causas pueden ser muchas para que la sociedad, en su conjunto, no haga lo suficiente para acabar con esta injusticia. Y las consecuencias, cada año, son desoladoras.

    Intentamos reflejar esas líneas rojas que jamás se deben alcanzar y los distintos puntos de vista de familiares, amigos e instituciones cuando les toca vivir esta lacra de cerca. Valga este ejercicio para abrir un poco más los ojos y actuar en consecuencia. Podéis leer el comienzo de este drama y meteros en situación en el siguiente enlace:

    Las premisas que hemos tomado todos como referencia para la continuación de la historia son las siguientes:
    Carmen, casada con Antonio desde hace 20 años, es ingresada en el hospital. Los médicos sospechan que puede ser un caso de violencia de género y llaman a la policía. Carmen pasará unas semanas en la UCI, las lesiones son graves. Nerea y Diego, sus hijos, se quedan estos días con sus abuelos paternos. Tras recuperarse en el hospital, Carmen sufre secuelas físicas que le impiden mover un brazo con normalidad. Aun así, no lo denuncia y vuelve a casa para pensar que rumbo debe tomar su vida. Solo quiere estar tranquila y en paz. Solo necesita que alguien le tienda la mano. Algunos de los personajes que intervienen ya conocían la situación de Carmen con anterioridad, otros se enteraron a raíz de esto. El caso es que ya no se puede disimular, ocultar o ignorar por más tiempo esta barbarie. 

    Veamos la reacción de cada uno de ellos y opinen ustedes mismos.

ANTONIO 
    Se me fue la mano. Yo nunca quise pegarle, pero se me fue la mano.
    Ella ha conseguido que odie mis manos cada vez que las miro, yo no soy así, pero ella me saca de mis casillas... ¡Hasta mis hijos me miran con sus ojos de hielo, que lejos de helarme me enardecen y sacan esa furia escondida en mi interior!
    Sentí pánico cuando la llevaron al hospital, terror cuando el médico dijo que estaba grave... ¿Y si moría? ¿Qué pensaría la gente de mí? ¿Y si mis hijos cuentan demasiado?
    Gracias a Dios se salvó, yo sé que me quiere, no me ha denunciado y ella sabe que la quiero, que somos una familia. Tenemos otra oportunidad y no la voy a desaprovechar.
    Encontraré trabajo y no tendré que beber más. Ella ya sabe dónde tiene que estar y yo estaré a su lado, siempre a su lado.
Por Dori Calderón


PADRE DE CARMEN
    ¡Sigo sin creer cómo no lo ha denunciado! Pero no puedo hacer nada para que cambie de opinión.
    Hablaré con mi mujer, tenemos que buscar una solución. Mi hija no puede seguir viviendo con ese mal nacido. Mis nietos no pueden estar al lado de ese monstruo.
    Mi mujer está fatal. Desde que Carmen volvió a casa, después de estar ingresada, todas las noches va a vigilar a Antonio cuando sale del bar. Me temo lo peor.
    Yo, ahí lo llevo. Verme en esta situación me ha superado. Por suerte, Carmen salió viva de esta y los niños están bien.
    Mi mujer y yo hemos discutido y a mi se me ha ido la mano arriba alguna vez, sin llegar a tocarla nunca. Ver lo que le ha pasado a Carmen me ha hecho entender que he cometido muchos errores, aunque a partir de ahora todo va a cambiar.
Por Jose A. Ortega

ASISTENTE SOCIAL
    Las 10h de la mañana, toco al timbre de Carmen. Pasamos al salón y me siento aliviada de saber que estamos solas. Sus ojos muestran el agotamiento mental y emocional que lleva viviendo años. Ella sabe que la situación es insostenible.
    Le informo sobre asambleas abiertas donde puede encontrar apoyo y orientación; tienen psicólogos especializados y pediátricos. Le hablo de empleos con jornadas reducidas para mujeres con estos problemas. Y al final le animo a ayudar a sus hijos, ellos son el principal motivo por el que debe darle un cambio a su vida, si no se siente con fuerzas de hacerlo por ella misma.
    Sin esperarlo, me abraza llorando y me susurra, varias veces: gracias.
    Una semana después, Carmen se incorpora a la empresa de limpieza de oficinas y locales comerciales. Parece que empieza a tomar las riendas de su vida.
Por Mª Carmen Jiménez


JULIA, AMIGA DE CARMEN
    Todos los miércoles por la tarde Nerea y Diego se quedan en casa mientras Carmen trabaja limpiando el colegio. Nadie les ha explicado nada sobre lo que está pasando, la palabra maltrato es tabú y todo son excusas inverosímiles. Hoy están más ensimismados de lo normal. Les pregunto qué tal está mamá y Nerea se ha puesto a llorar, Diego ha saltado del sofá y a modo de superhéroe ha gritado: “tata, yo te protegeré del monstruo”. En ese momento, entre sollozos Nerea me ha preguntado: “tita, si papá mata a mamá, ¿qué pasará con nosotros? ¿tendremos que vivir con él?”.
    Por Montse Martínez


PADRE DE ANTONIO
    Allí está él, sentado en aquella butaca, mirando a la nada por aquella ventana que lo llevaba a lo más profundo de su ego. Ego que no le permitía reconocer lo mal que se había portado toda la vida con su mujer, ego que no le dejaba admitir la mala educación que había ejercido en su hijo a la hora de tratar a las mujeres, ego que se dañó aquel día que vio la cara de su nuera en la UCI de aquel hospital, ego que se derritió con los abrazos de su nieta y con los llantos de su nieto durante estos meses que vivían con él mientras su madre se curaba de las heridas que él y su hijo le habían echo.
Por Lourdes Sánchez

MADRE DE CARMEN
    ¡¡No!! ¡A mi hija, no!
No le voy a permitir a ese mal nacido que continúe amargándole la existencia a mi niña, o que la próxima vez me la mate. Lo he visto entrar al bar, puntual como cada tarde.
    La culpa y la ira me atenazan la garganta, nunca debí consentir que su padre me levantase la mano con su arma reglamentaria, delante de ella. No fui un buen ejemplo normalizando una conducta agresiva.
    Todavía puedo enmendar mis errores. Alquilaré un piso, y me llevaré a mi hija y a mis nietos, cuento con mi pensión y algunos ahorros.
    Tarda demasiado en salir del bar, esta tarde debo vigilarle de cerca. Si se pasa otra vez de la raya no dudaré en pegarle dos tiros a ese canalla.
Por Laura Pérez


VECINO
    Miro el mando a distancia con curiosidad, dos botones para el volumen, más y menos, que simple es.
    Hoy, después de todo el follón que se montó hace pocos meses, me lo he cruzado en el bar. Dice que todo está volviendo a la normalidad, que fue un día malo, pero que él no era así, y que los colegas lo entenderíamos. Estaba pasando una mala racha.
    No sé, he visto cómo le brillaban los ojos, cada vez más, con cada cubata. No sentía los moratones en sus manos, los que yo le vi a Carmen marcando su vida cuando volvió del hospital.
    Quizás, a partir de hoy, no le daré a "subir volumen". Bueno, a ver, seguro que Antonio ha cambiado. Además, ella no lo ha denunciado, puede que fuese solo una mala racha.
Por Rafa Núñez

MÉDICO
Justo hoy ha vuelto Carmen a su última revisión, podrá hacer vida normal, aunque deberá seguir haciendo algunos ejercicios con su brazo izquierdo. Hoy parecía más tranquila, he intentado preguntarle, y reprocharle, nuevamente su actitud al no denunciar a su "ex marido", ella afirma que “tiene dos hijos y que él es su padre”. Prefiere hacer las cosas por las buenas, dándole la oportunidad para que entienda que a ella ya la ha perdido, pero sí puede recuperar el cariño de sus hijos. La experiencia en estos casos me dice que aunque él ponga de su parte, y parezca que quiere cambiar, no lo hará. Pero es su decisión, y yo, como profesional, no puedo obligarla.
Hasta aquí ha sido un camino muy duro para ella, tan duro que le podía haber costado la vida.
Por Gema Frías

CARMEN
    Aún no puedo creer que me haya tenido que ver entre la vida y la muerte para dejar a Antonio. Lo que más me duele de todo son mis hijos, intenté que no presenciarán las peleas pero aunque los acostaba pronto se que oían las voces y golpes de su padre.
    Yo sé que nadie cree que me he caído por las escaleras pero es lo mejor, mis hijos por ley tienen que ir con su padre, así que no voy a denunciar, y no es por amor, es por mis hijos. Tengo que ser más inteligente que Antonio, necesito tiempo para que mis hijos crezcan, ahora lo único que me importa son ellos, que estén bien y a salvo, y si para ello tengo que tragarme mi dignidad y mi amor propio lo haré.
Por Cande Molina

No hay comentarios:

Publicar un comentario