miércoles, 2 de octubre de 2024

XXX. ME LO DICES O ME LO CUENTAS

 

  Saludos, lectores y lectoras del mundo. Aquí tenéis otro ejercicio de microrrelatos por palabras. Para quien no conozca las pautas a seguir, las recordamos:  

-Elaborar un microrrelato de 180 palabras como máximo (sin contar las del título), en el que incluyamos diez términos, elegidos al azar por miembros del club. 

-Cuando la palabra elegida es un verbo (amar, verter, salir...), puede utilizarse en cualquier forma, tiempo o persona.

-Si la palabra elegida no especifica su función, podremos utilizar cualquiera de las que nos proponga la RAE para dicho término.

-Si el término elegido es un sustantivo o adjetivo podremos usar tanto el masculino como el femenino, y en singular o plural, según convenga. 

-No se debe utilizar una palabra cambiándole la función que debería desempeñar en el texto (el adjetivo "amable" no se puede sustituir por "amabilidad", porque entonces lo convertimos en sustantivo).

    Para este ejercicio los términos elegidos han sido: ABANICO, OPRIMIR, TUMULTO, SONRISA, VIAJE, ASPIRAR, TRECE, OTOÑO, ALCOBA y CONCESIONARIO.

    Os animamos a practicar este ejercicio y nos encantaría que compartierais con nosotros el resultado. Si os apetece podréis verlo publicado justo debajo de estas líneas, junto a los nuestros, que os servirán como ejemplo. Que disfrutéis de la lectura.


Encarni Navas
TRECE DE OCTUBRE
    Ayer fue trece de Octubre, vigésimo primer día del otoño.
   Oprimida entre las cuatro paredes de esta alcoba, concesionario del infierno, no tengo más libertad que contar los días y escribir para sentirte cerca.
    Recuerdo como nos conocimos, yo agitaba mi abanico envuelta en un tumulto que amenazaba con aplastarme, de repente apareciste tú. Pero no pude aspirar a mucho más. Tras unos meses todo se tornó un viaje hacia la destrucción y el sinsentido.
   Me recluyeron en esta cárcel y me quitaron a nuestro bebé al que solo pude ver un segundo, no he olvidado su sonrisa, era igual que la tuya.


Mª Carmen Jiménez Aragón
ILUSIÓN
  Una sonrisa se dibujó en su rostro al descubrir el regalo de cumpleaños que le hacían sus padres. Cumplir trece le estaba otorgando privilegios que sus hermanos y hermanas menores veían injustos: un viaje, poder estudiar… Ante él se abría un abanico de posibilidades que no estaba dispuesto a desaprovechar pesase a quién pesase.
     Así que antes de que arreciara el otoño, concesionario de gélidas noches que oprimirían sus esperanzas, se despidió de todos, subió al cayuco y se acopló entre el tumulto de voces, cuerpos hacinados y vasijas achicando agua. Aspirando profundamente, trató de calmar el temblor que dominaba su cuerpo e intentó tranquilizarse repitiendo mentalmente que esa noche cambiaría su pequeña habitación sin ventilación por una gran alcoba con vistas al mar.


Gema Frías Luque
RETORNO AL PASADO
    Ana subió a la primera planta dejando atrás el negocio familiar. Paseó por la casa. Agarró con fuerza un antiguo abanico, olvidado, tal vez, en un rincón de la pequeña alcoba. Aunque nerviosa, aspiró profundamente varias veces, buscando la calma que tanto necesitaba.   Sentía cómo el tumulto de la ciudad la oprimía y la había empujado, junto a sus recuerdos, a realizar aquel viaje inesperado.
    Eran trece los otoños que habían pasado desde la última vez que pisó la casa. Ese abanico era el único vínculo con el pasado que ocupaba la estancia. Al abrirlo, como quien abre una caja de recuerdos, una brisa suave dibujó en su rostro una gran sonrisa.
    De repente, en la planta baja, la puerta del concesionario crujió. Alguien entró trayendo consigo el eco de una risa conocida. Ana bajó y, sin decir palabra, entendió que aquel viaje, aquella experiencia vital, no había hecho más que comenzar.

Dori Calderón Ramos
EL ABANICO
     Desde que vio a su marido en aquel concesionario supo cuál sería su regalo de aniversario.
    El otoño sería perfecto para hacer un viaje juntos, compartir alcoba de hotel, aspirar olores de spa, estrenar coche nuevo y celebrar trece años de convivencia.
    Era tal su ilusión que organizó una fiesta en casa y aunque su marido protestó muchísimo, tuvo que ceder ante su insistencia.
    Llegó el día de la celebración y la casa era un tumulto de voces, atendía a los invitados con una sonrisa, mientras su marido, inexplicablemente, salió a comprar más bebida.  Imaginó que era la excusa perfecta para recoger el coche.
    Sonó el timbre y en el umbral de la puerta halló a un repartidor que le entregó un paquete, lo abrió con nerviosismo, encontrando dentro un abanico y una nota que decía: "Te dejo el coche en el garaje, yo compré otro para mí. Nos vemos pronto para firmar unos documentos".
     Azorada, abrió el abanico oprimiendo los papeles contra su pecho, y mientras las varillas se desplegaban pudo leer: "Adiós".

Laura Pérez Alférez
SEDUCCIÓN
   Aspiro, tu olor a otoño inunda mi alcoba, hueles a toyota nuevo de concesionario antes de su primer viaje.
  El abanico de tus pestañas cosquillea mi frente, y esto, como siempre, me provoca un tumulto de sonrisas.
  Que oprimas mi mano y susurres mi nombre al oído, mientras me voy quedando dormido en la cama, es muy seductor.           
   Esto sucede cada noche, desde hace trece semanas, pero resulta que yo duermo solo. Y ya no es romántico, es para cagarse de miedo.



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