Gema Frías Luque
TIEMBLA LA TIERRA
Su principal actividad había sido la recolección de arándanos. Tras tomar un breve tentempié, en la orilla del río a la sombra de la retama, volvían a su actividad tras retocarse el cabello con su tradicional diadema.
Sus manos estaban llenas de sabañones y heridas con pequeñas esquirlas incrustadas en sus envejecidas manos.
La noche del terremoto fue fría y lluviosa, a las 22:00h. se dejó sentir un fuerte estruendo, las paredes de las casas parecían partirse en mil pedazos y el rugir de las vigas era tan chirriante como si de un disco de música estridente se tratara.
Por lo acontecido cabía colegir que la situación podía crear gran conmoción en los vecinos de aquella localidad, sus vidas se veían paralizadas por un acontecimiento histórico. Ahora tocaba comenzar de nuevo.
Dori Calderón Ramos
RECETA DE LA PASIÓN
En una chimenea a rebosar de ascuas de retama pongo el anafe y una bandeja cubierta con néctar de flor de coco, añado pétalos de magnolia y unas rodajas de fruta de la pasión. Con una esquirla de canela hago que todo hierva, cual terremoto dentro del mar, mientras una música provocadora se cuela por la ventana.
Ora toca invitarte a tomar este manjar, ora colegir si merece la pena invitarte.
Sin dudarlo, adorno la bandeja con una diadema de arándanos y tomo el camino que lleva a tu casa.
Rafa Núñez Rodríguez
EL GUIÑO DE LA RETAMA
Quizás él no sabía escuchar la música que los pámpanos le tarareaban, ni notaba el terremoto que latía a su lado, solamente hablaba de su musa, la de labios de rojo arándano y mirada de chocolate.
Mientras, su callada compañera de charlas… Ella le oía con una sonrisa apagada, como una diadema de hojas secas. Podía colegir que cupido no la alcanzaría, al menos allí no.
Sin saber porqué, él la miró y su engranaje se paró por un momento, y todo por culpa de un puntiagudo cabello de esa retama, la que les daba sombra cada tarde, una pequeña esquirla, con forma de flecha, que atrancó su mecanismo.
El atardecer enmudeció, curioso, y pintó el cielo con sus mejores colores y él acercó su rostro al de ella y la besó… Entonces, y sólo entonces, sus labios probaron el verdadero sabor del néctar del amor.
Mª Jesús Campos Escalona
TÚ ME DAS LA FUERZA
Vivo día a día con una gran esquirla en mi corazón. El terremoto interior de fiebre, dolor y semiinconsciencia me hace colegir sobre si esta lucha interna tendrá un buen fin.
Recordar el suave néctar de tus labios me hace respirar con calma. La música de fondo, aquella diadema hecha con una improvisada retama y el dulce de arándanos..., todo me lleva hasta a ti. Secuencia a secuencia vivo la película una y otra vez, mientras la enfermera me sonríe con tristeza, cuando pincha de nuevo, una de mis venas.
Laura Pérez Alférez
FELIZ
La saluda tirándole un beso desde la puerta, intuye su sonrisa, preciosa, bajo la mascarilla. Quiere abrazarlo y estamparle mil besos en la mejilla. No se puede..., distancia dicen.
Deja las bolsas en la cocina y corre a lavarse las manos, una nube de alcohol lo persigue. Calcula la distancia, la mira amorosamente y pregunta cómo se siente.
-¡Bien, estoy muy bien! No me aburro, estoy todo el día atareada- dice.
Le cuenta de él, de su teletrabajo, de sus cosas..., ella feliz de verle alegre e ilusionado.
Otro beso al aire, la esquirla clavada desapareció.
- Para cualquier cosa me llamas- Le recuerda.
Se va, un terremoto de sinsabores coligen en su boca al verle, indefenso, alejarse por la calle desierta, amargo retama, néctar de arándanos.
Pone música, se quita la diadema, se suelta el pelo y baila, baila contenta guardando en el bolsillo su sonrisa hasta el próximo sábado.
Cande Molina Mostazo
EL ATRAPADOR DE BELLEZAS
Aproveché que estaba distraída para acecharla. Ella jugaba alrededor de las flores de la retama, y yo seguía ahí como un mirón obsesivo, llenándome de su belleza. Comenzó a girar y a bailar dulcemente y, de fondo, se veía una preciosa diadema de pinos verdes que brillaban con los últimos rayos de sol. Pensé en acercarme y colegir su mirada con la mía, pero una lluvia de esquirlas empezaron a caer desorientadas sobre mi cuerpo y sentí un terremoto bajo mi piel, ella seguía intrépida, apasionada con el néctar de las flores, y entonces no pude resistirme y comencé a saciarme de su olor a arándanos y cuando mi lengua rozó su cuerpo la música de sus alas se perdió ante mí.
Mª Carmen Jiménez Aragón
PENSAMIENTOS
Tus palabras, dulces y ácidas como arándanos, provocan en mí un terremoto que lo agita todo. Son música para mi alma y, a la vez, se clavan como esquirlas enamoradas hiriendo mi corazón.
Lástima que, bajo la sombra de esta retama en que nos hallamos, no sea yo la afortunada en degustar el néctar de tu boca, sino que colocas la diadema, hecha de suspiros y esperanzas, sobre aquella que no te ha de querer.
Jamás sabrás de mis sentimientos. He colegido que mi destino será ser tu eterno paño de lágrimas. Así sea.
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