miércoles, 25 de noviembre de 2020

DÍA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

EL 25 DE NOVIEMBRE, 365 DÍAS AL AÑO

     El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género para denunciar y erradicar la violencia que sufren las mujeres en todo el mundo. Cada año las calles se tintan de morado y las asociaciones feministas convocan movilizaciones y actividades de concienciación con el fin de reivindicar su lucha.
     La elección de este día para reivindicar la lucha feminista no es mera casualidad, sino que detrás de ella se esconde una historia.
     Las hermanas Mirabal -Patria, Minerva y María Teresa- fueron tres activista políticas de la República Dominicana. A finales del 1950 -tras el triunfo de las revoluciones en contra de las dictaduras que sufrían algunos países latinoamericanos- fundaron el grupo revolucionario de extrema izquierda 14 de Junio. Este grupo iba contra el dictador Rafael Leónidas Trujillo, presidente de la República Dominicana entre el 1930 y el 1961.
     A consecuencia de su activismo, las tres hermanas fueron torturadas y encarceladas en distintas ocasiones y, finalmente, el 25 de noviembre del 1960 fueron secuestradas y golpeadas por órdenes del dictador Trujillo. El asesinato de las hermanas Mirabal generó un sinfín de protestas en el país y las convirtió en un símbolo latinoamericano en la lucha contra la violencia de género. 

     De manera extraoficial, según explica la Organización de las Naciones Unidas, los orígenes de este día se remontan a 1981, cuando militantes y activistas en favor de los derechos de la mujer lanzaban sus protestas contra la violencia de género, para honrar a las hermanas Mirabal.
     Sin embargo, no fue hasta el año 2000 cuando la ONU oficializó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
     Desde el Club de Lectura y Teatro de La Viñuela también queremos contribuir a la causa y hacer visible la necesidad de lucha contra esta lacra. Algunos miembros del club han escrito microrrelatos con la temática del día y los compartimos con todos vosotros.

Rafa Núñez Rodríguez

ARCO IRIS 

En su casa siempre llovía y ella ya lo veía como algo cotidiano. 
A veces era lluvia débil, que casi no llegaba a humedecer su blanquecina piel, casi ni molestaba. Sin embargo, en ocasiones, las tormentas lo inundaban todo, salpicando las paredes de callados lamentos. Llovía tanto que le costaba respirar, un nudo en la garganta y los ojos cerrados, solo el brillo de los relámpagos iluminaba esas tardes oscuras, hasta las cortinas le cerraban los ojos a las ventanas para que no reflejaran ese miedo tan cotidiano. 

Y resulta que un día, de tanta agua que había, se rompió la puerta de la entrada y ella, como una hoja seca de estos días otoñales, se dejó llevar por la corriente, navegando sobre su tristeza. 

Y resulta que las nubes negras cada vez se veían más lejos, incluso un gran arco iris le comenzaba a acariciar la piel, suaves colores verdes iban tapando los tonos carmesí que marchaban su piel. 

Y unas manos la sacaron del agua de su tristeza y le ayudaron a formar parte de ese arco iris, que con la colaboración de todos comenzó a formar parte de su nueva vida, una vida de colores, una vida de esperanzas, una vida que aspira a ser tan simple como todas las demás. Una vida tan única como ella sola.

Dori Calderón Ramos
SIN MAQUILLAJE 
Era evidente: el color morado de su ojo delataría lo sucedido la noche anterior, y la anterior, y el lunes pasado, y el mes anterior.... 

Se sintió cansada de disfrazarse cada día para salir a escena, a ese teatro de la vida cotidiana, y por un instante el cansancio fue mayor que el miedo. 

Así que aquella mañana decidió salir a la calle sin maquillaje alguno, el público vería su rostro golpeado, su cuerpo maltratado y su alma destrozada, y lejos de sentir vergüenza por aquellas cicatrices sintió rabia, muchísima rabia. 

Ese público callejero la contempló sin sorpresas, pues todos sabían lo que había tras el maquillaje, y por una vez, en vez de sentir lastima sintieron rabia también. Ella sintió el calor de sus miradas y supo que la función acababa de empezar, y esta vez el argumento tomaría un giro inesperado, pues el protagonista maltratador ya no estaría en escena.

Mª Carmen Jiménez Aragón
PROPÓSITOS PARA AÑO NUEVO
Este año próximo me propongo cambiar muchas cosas en mi vida, aún no me puedo creer que sea capaz de estar escribiendo este papel.
Doy gracias a los años pasados por mantenerme viva, pero creo que ha llegado el momento de que tome las riendas y elija yo mi destino.
Entre otros propósitos, pretendo tener una vida más social, le pese a quien le pese. Volveré a tomar el contacto con mis amigos y amigas y tomaremos un café mientras nos ponemos al día. También me apoyaré más en los míos y les pediré ayuda, porque aunque él me asegure que no, yo se que siempre hay alguien tendiendo una mano. Otra cosa importante es que dejaré de sentirme culpable por todo, cosa que tengo inculcada día tras día. Y sobre todo, alejaré de mí a esa persona tóxica, a ese maltratador que hace lo imposible para que no me coma las uvas la siguiente Navidad. Lo que aún no sabe él es que, este año, la campanada la doy yo.

Cande Molina Mostazo
Y SE PONE SU MEJOR SONRISA
Cada mañana ella se pega los trocitos de su roto  corazón y cose con hilo su alma desgarrada y después se pone su mejor sonrisa mientras prepara el desayuno.
Ella camina  a veces sin rumbo, toma senderos y veredas  con aromas a hierbabuena  pero al final acaba en su jaula de cristal.
Cada noche sueña en silencio.
Sobre su almohada  anhela caricias, detalles y cielos  llenos de estrellas.
Llora lágrimas dulces de promesas incumplidas  a la luz de la luna, y se maldice una y otra vez por haber caído en las redes del maldito cazador
Y después se pone su mejor sonrisa y oculta sus desgracias y niega su calvario.
Maquilla y disfraza su vida, pero sus ojos la delatan al mirar, su mirada triste y llena de dolor se asoma aunque ella trate de esconderla tras el escalón.
Quizás alguna mañana no pueda seguir remendando sus trocitos rotos y vuele en sus anhelados sueños de algodón. 

Gema Frías Luque
CINCO VIDAS
Mi mayor delito fue amar, a pesar de los insultos que recibía a cambio, a pesar de las humillaciones, a pesar de las palizas. Mi mayor delito fue amar, incluso cuando esas cinco miradas inocentes me pedían que odiase y yo no las escuchaba, no las veía. Mi mayor delito fue amar y encubrir sus delitos, que no eran de amor, ante un juez que me condenó a cinco años de prisión. Cinco años de penitencia que me alejaron de mis cinco príncipes. Cinco años que me robaron cinco vidas.
Pero hoy, de vuelta en el mundo, estoy dispuesta a recuperar mis cinco vidas y hacerlas eternas, estoy decidida a entregar amor, pero a esas personas que se lo merecen, que ayudaron a príncipes a convertirse en reyes, que me ayudaron cada vez que mi vida se torcía, cada vez que pensaba que era amor lo que recibía, cuando era solo yo la que lo daba.

Rafa Núñez Rodríguez
NO DEJEMOS QUE SEA
Era la sombra de su sombra,
la voz de sus labios,
era la mano que la vestía,
la que le acariciaba el rostro.
Era su día y su noche,
su conciencia en voz alta,
su mundo dentro de un mundo,
allí donde ya no había mundo.
Era la luz quebrada que la guiaba,
la que la arrastraba,
la luz que la llenaba de sombras y morados.
Fue todo para ella,
hasta que se dio cuenta que era nada.
Y hoy ella dice que él, Era,
y que ya nunca volverá a Ser.

Laura Pérez Alférez
SUPERACIÓN 
Se refugió en el único lugar donde creía estar a salvo. Las páginas en blanco del libro de su vida aún por llenar de colores y anhelos. Se adentró en él y allí escribió su aventura, dibujando líneas de ilusiones y sueños. 
Él lo encontró y al releerlo decidió permitirse el lujo de reescribir su historia. De un manotazo borró los capítulos referentes a personas queridas y amistades. Suprimió reflexiones ilusorias sobrecargadas de detalles innecesarios, como felicidad, risa, empatía. Dejó su descripción en apenas dos breves párrafos inconexos, ilegibles. 
Solo quedó su nombre, pequeñito, escrito en la última página. Poco a poco, letra a letra, lo borró. Ella quedó en nada. 
Una mañana de octubre recibió un regalo sin envoltorio. Su mano le ayudó reaprender el abecedario. Armada de tinta y cientos de páginas en blanco, llenó de color su mundo con adjetivos brillantes y metáforas de mil colores. 
Recuperó los versos olvidados y las sonrisas que le arrebataron. 
Aquel día escribió su nombre en letras bien grandes.

Montse Martínez Serrano
SI TU ME DICES VEN
Fue años después que Juliana se dio cuenta de todo. Su marido hacía nueve meses que se había muerto de cáncer. Apenas tenía amigas y tampoco mucha relación con sus dos hermanos. Por mucho que lo intentó, nunca llegaron los hijos. Así que cuando él se fue, se quedó deshidratada, abandonada y fría como el champiñón que se queda olvidado en un rincón de la nevera. Ella era una inútil total, no sabía arreglar las cosas de la casa que se estropeaban, ni tampoco gestionar los asuntos del banco, ni negociar nada con nadie. Cuando llamaban de alguna compañía para venderle algo siempre respondía con excusas para no decir que no le interesaba lo que le ofrecían. Tampoco valía para tener hijos. Ni siquiera era buena como ama de casa. Aunque ponía mucho empeño en hacerlo bien, los guisos nunca eran como los de su suegra. Tampoco planchaba los pantalones o camisas como correspondía y a veces su marido parecía un fantoche. Él tenía razón, era una inútil y había tenido suerte de haberse casado con él. 

Aquel día, como todos los días, se levantó a las ocho para ir al cementerio. Por el camino se encontró con su cuñada que la invitó a tomar un café. No supo decir que no. Dos horas más tarde estaba sentada sobre la tumba de su marido. Pero esta vez no limpió la lápida, ni tampoco vació los búcaros para ponerle flores. Lloraba y se sentía vacía, engañada y colérica. Una única frase martilleaba su cabeza, tu marido era alcohólico. Y entonces todas las piezas encajaron, las veces que se perdía el dinero, las horas de llegada a casa, las botellas semanales de whisky que compraba en el supermercado y todos y cada uno de sus desprecios. 

Fue el último día que pisó el cementerio y el primero en tomar las riendas de su vida con la certeza de que ella era toda una mujer.

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