miércoles, 2 de diciembre de 2020

IV. A MI MANERA

 

Aquí estamos, una vez más, creando historias teniendo como base unas palabras clave que entre todos los miembros del club de lectura proponemos. Nos hemos marcado el reto de escribir algo, ya sea microrrelato o poema, en el que incluirlas de manera que pasen lo más desapercibidas posible y creando a la vez una historia con una trama que atrape la atención del lector. Así cada uno puede expresar, a su manera, lo que esas palabras le trasmiten. Hemos relajado nuestra norma de no exceder de 150 palabras para que cada compañero pueda expresarse libremente.

Los términos clave en esta ocasión son: GAMBITO, VESPERTINO, ULULAR, JÚBILO, CADENCIA, BESO, DESTELLOS y ALBAHACA. Y aquí tenéis el resultado de este nuevo ejercicio. A nosotros nos ha parecido muy enriquecedor y lo hemos disfrutado. Esperamos que os guste.


Laura Pérez Alférez

CANTOS DE SIRENA

Ella era un alma libre, no conocía límites ni barreras. No medía la estridencia de su risa, ni la cantidad  de afectos que regalaba. Tan natural como su perfume a albahaca no sabía fingir vidas ficticias ni júbilos ajenos.

Menos aún entendía de verdades a medias, de silencios ni disimulos.

Ella no era de plastilina, no se dejaba moldear a imagen y semejanza de nadie.

La cadencia de su ritmo fue precisa, él se fue por las ramas. Sus cuentos eran cantos de sirena perdidos en el ulular del viento. Sus palabras no le daban confianza, le sabían a secretos, a distancia inventada y a recelos.

No estaba dispuesta repetir la historia, nunca más se prestaría a ser peón de gambito.

Él le envió un mensaje vespertino con un beso, demasiado tarde.

Ella en un destello de sutileza le contestó con un cordial saludo.

 

Cande Molina Mostazo

CARPE  DIEM

Esta tarde, mientras regaba mi albahaca y disfrutaba de su maravillosa fragancia, me estaba  acordando de todos los momentos  que nos ha robado este maldito año 2020.

Lo único bueno de todo esto es que ahora quizás apreciemos aún más las pequeñas cosas, esas que pasan desapercibidas y que a veces, sólo a veces, no le damos la importancia que merece, por eso hay que disfrutar de todo lo cotidiano como si fuera una ocasión especial.

Mientras miro el atardecer me acuerdo de nuestras reuniones vespertinas y echo de menos nuestras quedadas llenas de júbilo y alegría, ratitos que nos  llenaban de energía. Me encantaba cada trozo de lectura y las  percepciones de los mismos, algunas veces tan diferentes y disparatadas que nos daban ataques de risas y perdíamos la compostura con ocurrencias. Incluso ululábamos como aves nocturnas llenando nuestro espacio de griteríos y aspavientos, todo por culpa de nuestro entusiasmo y ansia de intervenir y participar en nuestros juegos utilizando todo tipo de estrategias como el gambito y alguna que otra trampilla para quedarse con la victoria. Y es que somos  muy competitivos, bueno unos más que otros, hay quien tiene muy mal perder.

Os echo de menos porque nuestras  tardes eran  muy  especiales, todos juntos producíamos la cadencia perfecta y nuestras miradas sinceras creaban destellos de diversión donde el tiempo se hacía muy corto y siempre nos quedamos con ganas de más. Yo, desde ahora, no voy a perder ni un beso, ni un abrazo, ni un café, ni una reunión con amigos y familia, no voy a dejar nada para después, es mejor vivir el presente, Carpe Diem, como decía el poeta romano Horacio, "aprovecha cada día, no te fíes del mañana". Vamos a disfrutar de los placeres de la vida.

 

Montse Martínez Serrano

RUMORES

El viento ululaba como nunca antes lo había hecho. Estaba acostumbrada a su ferocidad, pero no a su susurro. Empezó vespertino, sutil como el beso de mi madre en la frente y llegada la noche me arrulló con la cadencia de los destellos de las estrellas fugaces. Abrí la ventana. Con un soplido murmurado me propuso un gambito. Dudé por un momento si saldría airosa de la trampa que me tendía. Abrí la ventana y grité a los cuatro vientos “¡acepto el envite!”. Y de repente, el aroma de jazmín, albahaca y citronela me embriagó llenando de júbilo mi alma y secretos mi corazón. Ahí supe que la partida estaba perdida.

 

Mª Carmen Jiménez Aragón

CONJURO DE SEDUCCIÓN

Besos de albahaca y hierbabuena

embriagando tu razón

y destellos cegadores de manera

que el júbilo encubra la abducción.

Remuevo y mezclo con paciencia

el ulular de mi jadeo      

con la suave y sensual cadencia

de mis caderas en bamboleo.

Con una pizca de picardía

llegará el aturdimiento vespertino,

osadía y atrevimiento en el gambito

para sellar el rumbo de tu camino.


Gema Frías Luque

DESTELLOS DE AMOR

Recuerdo aquellos días vespertinos, como destellos de colores brillantes, intermitentes como los besos que me dabas entre olores de albahaca y tomillo, entre el canto de los pajarillos mezclado con el ulular de algún perro en peligro. 

Llegaste para despeinar mi vida, para llenarla de júbilo, para alterar la cadencia de mi pulso y despertarme los sentidos.

No pude darme cuenta a tiempo, que tu nombre era Gambito y ahora saboreo tu beso sabiendo que es el último.

 

Dori Calderón Ramos

GAMBITO DE DAMA

El crepúsculo llegó de nuevo y los reyes resistían.

Un vespertino ulular del viento se coló por la rendija de la ventana y con él, el aroma de albahaca que había en el alféizar.

Los últimos rayos de sol les recuerdan las horas que llevan sentados ante el tablero, la cadencia de movimientos es nula y el Gambito de Dama había descolocado la partida hacia horas.

En esta inmensa quietud, un destello de júbilo brilló en un par de ojos y el beso de la Dama anunció el jaque mate a su majestad.

 

Rafa Núñez Rodríguez

PLACERES

Sus pequeños ojos amarillos reflejaban la imagen de  otra vespertina reunión. Se movía en círculos, casi sin dejar sombra sobre el suelo, simplemente destellos de curiosidad.

Mientras, unas decenas de metros más abajo, la cadencia de unos besos se mezclaba con el júbilo  de un par de corazones que acariciaban el suelo con sus cuerpos.

Sus jadeos sonaban como  el ulular del viento en esos instantes en los que se siente pletórico, mientras reparte recuerdos a través de su invisible aliento.

Aromas a albahaca y sudor se van adueñando del paisaje, hasta que las semillas del placer se pierden entre la hierba.

En ese momento el cuervo pierde el interés por la escena y gira el rumbo hacia el crepúsculo.

Sí, él ya sabe lo que significa el gambito de dama. Tristemente para aquel peón, que enciende el cigarro, todavía no tiene ni idea.

 

Mª Jesús Campos Escalona

RECUERDOS

¡Cómo ha pasado el tiempo! Recuerdo el olor a albahaca que había por todo el campo, la había  sembrado  tu padre. Recuerdo... el beso prohibido en el granero y a ti, después, saltar de júbilo,  parecías un cervatillo loco.

De noche, nos tumbábamos en la hierba fresca, oíamos el ulular del viento  de entre las copas de los árboles. Destellos de ideas y de proyectos brotaban para un futuro próximo. ¡Cuántas  veces el vespertino sol nos pillaba jugando al ajedrez junto al río! ¡Gambito de dama, mi mejor estrategia!

La cadencia  de los años me ha apartado de ti, aunque nadie pudo separarnos; vivimos nuestro amor con la intensidad  que nos permitió  la juventud. Nunca dos mujeres pudieron  amarse más. Volveremos  a encontrarnos.

 

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