lunes, 22 de junio de 2020

SEMANA CULTURAL DE LA VIÑUELA 2013.



Una de nuestras aficiones más constantes es la escritura y varios miembros del Club han sido merecedores de premios locales de escritura. Trataremos, a lo largo de estos meses, de transcribirlos en este espacio de modo que queden almacenados y tengáis acceso a su lectura. 
En esta ocasión recordaremos al ganador de la edición de 2013 del premio de Relato Breve, organizado por el Excmo. Ayuntamiento de La Viñuela, con motivo de la Semana Cultural, Rafa Núñez Rodríguez, con su relato titulado "MIS MANOS". El tema propuesto por la organización en esta ocasión fue "UN EMBALSE DE CUENTO"


MIS MANOS

Me froto enérgicamente las manos, siempre me quedan restos entre la agrietada piel y los bordes de las uñas, qué rabia me da. Me hecho un poco de agua sobre las manos, tengo que dejar de morderme las uñas.

Las piernas se me empiezan a clavar en el fango y voy sintiendo el frío del agua desentumeciéndome los músculos de las piernas. Me relajo tanto después de hacerlo, un día de estos me voy a quedar clavado como un faro en mitad del pantano.

De repente escucho un ruido ajeno a mi mundo, vuelvo la cabeza rápidamente. Observo alrededor, veo los pinos que me miran con indiferencia, cerca una pequeña isla de eucaliptos se retuercen cada vez que me ven, mueven sus hojas señalándome, culpándome de sus pesadillas, y a sus pies una barbacoa, pálida como los huesos que alimentan las flores que la rodean, me grita con sus dientes podridos, me escupe maldiciones mezcladas con cenizas. Tiene más hambre, bajo sus entrañas está enterrada, creo que fue la tercera, que trabajo me costó cogerla. Corría tanto que estuve varios días con agujetas. Corría y corría, me miraba asustada y corría, sin embargo no gritaba, no abrió la boca ni cuando mi hacha atravesó sus nerviosas ideas.

Fue fantástico, de las mejores presas que he cazado. Ojalá encuentre pronto otra parecida, es cada vez más difícil paladear buena carne.

Inspiro profundamente y miro el horizonte, casas de campo, olivos, aldeas, y el crepúsculo enrojeciendo las frías aguas.

Bueno, tengo que ponerme a trabajar, es mi primer hombre y me va a dar un par de horas el despiece. Miro a la orilla y veo el cuchillo lamiendo las últimas gotas de sangre que resbalan hacia la empuñadura. Vaya se me ha olvidado la pala en el coche, hoy se me va a hacer de noche aquí. Bueno, Marta ya hace tiempo que no me pregunta el por qué de mis tardanzas.

Me froto enérgicamente las manos, siempre quedan restos entre la agrietada piel y los borde de las uñas.

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