
Queremos compartir con vosotros esta actividad que
nos ha resultado muy constructiva. Se trata de elaborar un relato, sin límite
de palabras, a partir de la observación de una fotografía, elegida al azar, y
plasmar la historia que te sugiere dicha imagen, o hilar pensamientos que te
provoquen,... en definitiva, dejar correr la imaginación y la creatividad
literaria. Os daréis cuenta que cada persona al observar la imagen la ve con un
matiz diferente, o se fija en un detalle concreto. Así cada escritor desarrolla
una historia sorprendente y novedosa que nada tiene en común con la del
compañero, salvo la imagen en la que está basada.
Esta es la imagen que hemos elegido en esta ocasión.
Esperamos que disfrutéis de los relatos.
Laura Pérez Alférez
LAS COSAS DE MI PATIO
Era uno de esos días de bochorno, uno de tantos en los que el terral, con sus
mil lenguas de fuego, lamía cada rincón del patio, espacio común en el que
cohabitaban más de diez familias.
Todos éramos como una pequeña familia en la que también había disputas y
en verano mucho más.
El Terral nos visitaba tan a menudo que era como un primo más.
En casa éramos ocho con mi abuela, todos apretados en un espacio reducido, eso
sí bueno para el invierno, pero era verano y el problema de todos los meses de
julio, desde que tenía uso de razón, no tardaría en presentarse.
Aquella tarde mi madre, nos dijo que vendrían los tíos de Madrid con las
primas; pues si éramos pocos parió la abuela...
-¡Mamá y dónde vas a acoplar a las primas! Y que sepas que yo no comparto mi
cama que hace mucho calor.
-¡Tú harás lo que yo mande! Tu cama para las primas y tú dormirás en el sofá que
total son solo dos semanas, ¡y sin rechistar!
Mi madre era de armas tomar ¡Cómo para llevarle la contraria! Más de una vez en
el patio se liaban las vecinas a despotricar y allá que salía Ana, mi madre,
toda ella manos en jarras y las echaba una buena reprimenda.
-"Es que no os dais cuenta que molestáis, a mí que me importa, Adela, si
tu Paco viene con dos copas de más. Y tú, Rosita, más vale que des al niño de
mamar que no para de llorar, luego os quejáis de que no tenéis tiempo pá ná...,
si os pasáis el santo día cotilleando y cortando trajes a tó quisque"...
Eso sí , no la rechistaban, mi madre he de decir que era una persona muy
querida dentro de ese patio que, aunque pequeño, la limpieza brillaba y, aunque
regañinas había, el patio tenía vida propia.
La llegada de mis primas fue todo un acontecimiento en el patio de vecinos.
Cuanto habían cambiado mis dos primas gemelas, ellas tan idénticas como
siempre, pero se las veía tan distintas al año anterior.
Este iba a ser sin duda un verano muy diferente.
Gema Frías Luque
AMORES DE PATIO
Acabo de llegar a, ¡por fin! Cuando paso por la calle Olivar el pescadero me
entretiene contándome sus amoríos, por la mujer que bebe los vientos, ¡qué
pesado! Mira que se lo tengo dicho, pescadero, eres un hombre muy soso, tienes
que aprender a camelarla. Desde que se ha quitado ese olor a pescado,
Rosita ya lo mira con otros ojos, noto como le sonríe y se pone colorada
hablando de Joselito. No puedo estar todos los días diciéndole lo que tiene que
hacer. No quiere gastarse un céntimo, con lo de dinero que maneja el gachó, le
faltan detalles, unas flores, agasajarla con un mantón de manila para que lo
luzca en el patio y sea la envidia de todos los vecinos y ella pudiera llenarse
la boca diciendo a todos que es un regalo del pescadero, bien orgullosa
estaría.
Para eso están los amigos, para aconsejarse, pero veo que no se da cuenta que
yo también tengo cosas en las que pensar. Estoy al acecho para ver cuando
vuelve al patio florido la sobrina de Dña Ilu, la vi aquella tarde de verano y
me quedé prendado, no he visto cosa más bonita en este mundo. La niña de piel
blanca y pelo negro azabache pasó unos días con su tía, la vi en el patio, se
me metió en mi cabeza y me tiene medio loco, no puedo dejar de pensar que
podría ser la madre de mis chaveas.
Me tiene soseído y solo deseo que vuelva por esta tierra para lucirme en ese
patio con mi canasta de avellanas, poder regalarle uno de los cartuchos recién
envasados, mirarla a los ojos y que note que estoy interesado en ella.
Porque todo hay que decirlo, tengo buen tipo, y no me va nada mal con la venta,
el día de mañana seré un gran comerciante, tengo planes de futuro muy
interesantes y aspiro a conseguir mi propio kiosco.
Y según dice mi madre, tengo un porte y una gallardía propia de un galán de
telenovelas.
No me atrevo a preguntarle a Dña Ilu cuándo volverá su sobrina, pero cada día
voy hasta tres veces al patio, para ver si me entero de algo, me siento con
ellas y escucho con atención todo lo que cuentan.
Mientras a ver si emparejo a estos dos, la cosa está al caer, pero Rosita se
hace de rogar, es normal, yo también tendría mis reservas, el pescadero ha sido
en su juventud bastante mujeriego, y aunque ahora ha cambiado y ha sentado la
cabeza, entiendo que ella tenga sus dudas.
Por otro lado ¿Podría hablarle a Dña Ilu de mis intenciones con su sobrina?
Pero luego me da canguelo y temo que se ponga en contra, como es tan seria y
estirada, posiblemente la aleje de mí para siempre. Mejor me estoy calladito y
espero a que venga y mientras voy preparando mi estrategia para conquistarla.
M. Carmen Jiménez Aragón
VECINOS
¿Quién
se iba a imaginar que de un patio de vecinos surgirían tantas
anécdotas y recuerdos? Y es que dicen que querer es poder, y mis
vecinos han querido crear una relación que no olvidaremos en la
vida, superando todos los obstáculos, uniéndonos y marcando
metas.
A mí me encanta ir de visita, sentarme a la sombra
y disfrutar de la frescura que dan las enredaderas y los helechos
mientras ojeo el periódico. Doña Iluminada, la señora que vive en
el primero A, es una mujer muy culta. Con ella aprendemos todas las
tardes alguna nueva palabra, de esas que nadie utiliza y que se
olvidan al levantarte a la mañana siguiente, pero tiene buena fe la
mujer. Aún recuerdo el percance que le pasó el otro día cuando se
le despegó la suela del zapato y trataba de disimular la gran boca
que enseñaba sus dedos, el tacón se le enganchó en el dobladillo
de la falda y por poco se cae de bruces, todo lo larga que es la
señora. Hacía tiempo que no me reía tanto.
En el fondo
son todos muy buena gente. Ahí está Joselito, que por amor a su
flor más preciada y compañerismo vecinal, ha superado su miedo a
bailar y cantar en público y ya lo mismo se atreve con una copla que
con una rumba. Y, ¿qué decir de esa flor? Magullada y dolorida la
mayoría de los días, pero siempre dispuesta a mostrarnos su mejor
sonrisa. Es una muchacha muy agradable y atenta, la única que se dio
cuenta que mi espalda y mi cansancio crónico no aguantaban mucho
rato en una silla de neja, y sacó de su casa una confortable
mecedora donde yo le cambio la definición oficial a la palabra
siesta, ¿qué entenderán los relojes de eso?
Diego, el
despertador humano, aparece por el patio tres o cuatro veces al día.
¡Qué manera de pregonar la mercancía! Si a veces le falta el aire
y todo, y la vena del cuello parece que le va a explotar… “¡Pipas,
cacahuetes, avellanas americanas,…! ¡Quicos, palomitas, a las
dulces manzanas,…! ¡Almendras, nueces, no lo dejes ‘pa’
mañana…!” Para mí que se lo lee de una chuletilla porque es
imposible que se aprenda el batiburrillo de cuarenta cosas que lleva
en la canasta y siempre en el mismo orden. Pero buena gente también,
al fin y al cabo.
La que nos trae de cabeza es doña Adela
y su empecinamiento en convertir a su hijo en torero. Tanto empeño
le pone, que ha pasado de no querer destacar ni llamar la atención,
a colocarse unos cuernos en lo alto de la cabeza y correr tras el
capote que le tiende su pequeño. Pero si el pobre chiquillo se pinta
moretones y se venda un brazo, diciendo que se cayó sobre el zarzal
mientras cogía moras, con tal de no soportar otra clase de toreo de
su madre. A ver si entre todos la hacemos entrar en razón.
Mi
señora ya me lo tenía dicho, “Pepe, en ese patio se echan unas
tardes muy tranquilas y los vecinos son gente corriente, campechana,
una mina de diamantes para los debates de sobremesa”. Y como ella
ya se había hecho amiga de todos, compartía labores de costura,
intercambiaban consejos de cocina,… pues decidí acompañarla una
tarde. Ahora me hayo la mar de contento, pero mi trabajo me costó
decidirme pensando solo en que me fueran a encomendar alguna tarea
como: alcánzame aquella maceta de allí, lléname el cubo de agua en
el pozo,… pero no, se han dado cuenta de lo cansado que estoy
siempre y respetan mis tres horas de siesta a pierna suelta en la
mecedora.
Rafa Núñez Rodríguez
OTRO DÍA EXTRAORDINARIO
Era un día de esos, tan diferente, que se podría
parecer a cualquier otro día.
El sol se desperezaba casi sin querer. Iba alumbrando las paredes de blanca
cal, esas paredes que son dueñas de secretos inconfesables, de rumores
inciertos, hasta de alguna que otra historia de amor.
Los primeros gorriones se arremolinan sobre el alféizar de la ventana de
Rosita, les gusta escuchar sus cancioncillas matutinas, alguno mira hacia la
esquina donde las flores se hacen selva, allí las palabras se convierten en
noticias y las páginas son acariciadas por unos dedos arrugados por la vida.
Dos calles más abajo, un perro tumbado en la acera, sigue absorto con la mirada
a dos figuras, una corre hacia la otra, la esquiva con un gran trapo y vuelta a
empezar.
Se rasca el lomo y se mordisquea intentando acabar con alguna pulga.
Mientras, una pareja pasa por su lado, un hombre de paso cansino, apoyado en el
brazo de su esposa, señora de ojos inquietos, si, de esos que a la par que
miran, son capaces de escuchar a través de las paredes.
Y si siguen calle adelante escucharán la llantina de un hombre, que desconsolado,
llora bajo la ventana del vendedor de chuches, que con cara de sueño, mira al
desdichado corazón roto.
Tres gatos escoltan la desdicha del enamorado, saben que mientras más llore,
más pescado dejará caer.
El sol sigue subiendo, hasta llenar de gotas los rostros de tan variopinto
grupo de personas, tal vez hoy alguna ráfaga de viento se acerque a
escucharles, o puede las mariposas llenen de colores ese patio, donde los
aromas a primavera y las flores presumidas, se mezclan con las ilusiones, las curiosidades,
con palabras ciertas y otras casi inventadas.
Cuando la tarde se llena de rubores, y las fachadas se vuelven anaranjadas, la
vida se vuelve más viva en cualquier patio de vecinos.
Y así ocurre lo que debe ser, un día tan especial y único, como otro
cualquiera.
Dori Calderón Ramos
¡SE ABRE EL TELÓN!
No puedo dejar de mirar esta imagen con cariño,
muchos recuerdos llegan a mi mente, todos entrañables..... Los
nervios del estreno, una cosilla en el estómago cuando lo volvemos a
representar por segunda vez, porque ahora estarán nuestros seres
queridos y queremos sorprenderles, agradablemente claro.
La
primera sensación de placer cuando escuchamos las primeras risas del
público, los nervios del "me toca salir", júbilo cuando
nuestros vecinos atracan las primeras carcajadas, risas en el
vestuario al sorprendernos de nosotros mismos disfrazados,
preocupación y prueba de fuego cuando estrenamos en otro
pueblo....esto fue todo un reto, pero muy contentos por la buena
acogida y el trato que nos han dado.
La emoción nos embarga
cuando al final de la actuación el público se pone en pie y nos
ovaciona, en ese momento, todo esfuerzo ha merecido la pena.
Puedo
volver a ver nuestro teatro una y otra vez, y vuelvo a reírme,
vuelvo a emocionarme, y deseo volver a empezar, a redactar los
textos, a crear personajes, a sentirlos nuestros, a ensayar, a reír
hasta llorar en los ensayos, a enfadarnos cuando no sale, a repetir
mil veces la misma escena y nunca llegar a la última.... Y me quedo
con un "momento especial" de cada representación.
En
la primera, me quedo con el momento en que Diego me coge del brazo y
me mete en el escenario cuando no me tocaba, no me lo podía creer.
En la segunda, me quedo con la risa continúa y sin descanso de una
mujer del público, no paró en toda la función, deberíamos
contratarla como público allá donde fuésemos.
En la tercera,
con el momento estelar de la rotura de mi zapato al subir al
escenario, aún no me explico cómo salimos de aquello; y en la
última, con mi conversación con Rosita, cuando me mira y me llama
Doña Ilusionada, creo que hubo momentos de silencio hasta que me
recompuse.
Pero quizás tenga razón Rosita, y me esté
convirtiendo en Doña Ilusionada, porque así me siento con vosotros.
Cande Molina Mostazo
¡QUÉ EMPIECE LA FUNCIÓN!
Hay imágenes que nos traen emociones y sensaciones
de momentos vividos. Yo, cuando veo esta imagen, recuerdo exactamente cuándo,
cómo y por quién fue creada y, sobre todo, tengo en la memoria cada minuto
vivido de esa maravillosa experiencia, que nos llenó de nervios, de
incertidumbre, de miedo, de inseguridad, pero que a la vez nos dio alegrías,
risas, valentía y sobre todo nos demostró que nada es imposible y que la pasión
y el entusiasmo son capaces de sacar actores de dónde no los hay. Me quedo con una
receta llena de ingredientes dulces, que a cada cata y prueba nos hacía más
seguros de nosotros mismos, dónde las críticas, a pesar de que a primeras nos
hiciera fruncir el ceño, nos las tomábamos como consejos y como ayuda para
conseguir hacer nuestro papel un poco mejor, y esperar entonces un elogio que
nos colmara de alegría. Solo puedo decir gracias, gracias y mil veces gracias
por hacernos sentir tan especiales saboreando las escenas de cada uno, porque
como un día escribió un amigo somos un todo, la ley de la unidad donde todos
somos uno, almas distintas, pero que buscan crecer, evolucionar y por supuesto
ser felices. Chic@s, se os quiere y mucho.
Mª Jesús Campos Escalona
LA BODA
Vivir en este patio florío es una maravilla. Cada día sargo tempranito a comprá
el pan y el olor a jazmín y geranios me
inunda los purmones. ¡Ay mi Joselito, me tiene enamoraita
perdía, quién lo iba a desí! ¡Atontaita
me tiene er zagá!
Y ahora sólo
puedo pensá en la boda. Doña
Ana que es la mar de apañá va decorá to este patio. Me ha dicho que
ella puede hasé que se quede tan bonito,
como en las películas. ¡Sueño con eso, día
y noche!
Doña Adela está
un poco triste, porque
Chumbito se le ha ido a las Barselona, pero aún no pierde puntá
y me está confersionando un vestido
presioso. ¡Ay que manos tiene esa mujé!
Y qué puedo desí
de Pepe y Diego, no paran de hasé recaos, ¡son dos primores! Y
doña Iluminada nos está dando unos curso pre-matrimonial de olé.
Y así entre
todos, mi boda será presiosa,
como de novela... No fartará ni gloria bendita. ¡Ayyy, no veo que llegue er
día!