viernes, 24 de julio de 2020

VI LO QUE ME CUENTA UNA FOTO. LAS COSAS DE MI PATIO.


Queremos compartir con vosotros esta actividad que nos ha resultado muy constructiva. Se trata de elaborar un relato, sin límite de palabras, a partir de la observación de una fotografía, elegida al azar, y plasmar la historia que te sugiere dicha imagen, o hilar pensamientos que te provoquen,... en definitiva, dejar correr la imaginación y la creatividad literaria. Os daréis cuenta que cada persona al observar la imagen la ve con un matiz diferente, o se fija en un detalle concreto. Así cada escritor desarrolla una historia sorprendente y novedosa que nada tiene en común con la del compañero, salvo la imagen en la que está basada.


Esta es la imagen que hemos elegido en esta ocasión. Esperamos que disfrutéis de los relatos. 


Laura Pérez Alférez

LAS COSAS DE MI PATIO
Era uno de esos días de bochorno, uno de tantos en los que el terral, con sus mil lenguas de fuego, lamía cada rincón del patio, espacio común en el que cohabitaban más de diez familias.
Todos éramos como una pequeña familia en la que también había disputas y en verano mucho más.
El Terral nos visitaba tan a menudo que era como un primo más.
En casa éramos ocho con mi abuela, todos apretados en un espacio reducido, eso sí bueno para el invierno, pero era verano y el problema de todos los meses de julio, desde que tenía uso de razón, no tardaría en presentarse.
Aquella tarde mi madre, nos dijo que vendrían los tíos de Madrid con las primas; pues si éramos pocos parió la abuela...
-¡Mamá y dónde vas a acoplar a las primas! Y que sepas que yo no comparto mi cama que hace mucho calor.
-¡Tú harás lo que yo mande! Tu cama para las primas y tú dormirás en el sofá que total son solo dos semanas, ¡y sin rechistar!
Mi madre era de armas tomar ¡Cómo para llevarle la contraria! Más de una vez en el patio se liaban las vecinas a despotricar y allá que salía Ana, mi madre, toda ella manos en jarras y las echaba una buena reprimenda.
-"Es que no os dais cuenta que molestáis, a mí que me importa, Adela, si tu Paco viene con dos copas de más. Y tú, Rosita, más vale que des al niño de mamar que no para de llorar, luego os quejáis de que no tenéis tiempo pá ná..., si os pasáis el santo día cotilleando y cortando trajes a quisque"...
Eso sí , no la rechistaban, mi madre he de decir que era una persona muy querida dentro de ese patio que, aunque pequeño, la limpieza brillaba y, aunque regañinas había, el patio tenía vida propia.
La llegada de mis primas fue todo un acontecimiento en el patio de vecinos. Cuanto habían cambiado mis dos primas gemelas, ellas tan idénticas como siempre, pero se las veía tan distintas al año anterior.
Este iba a ser sin duda un verano muy diferente.


Gema Frías Luque
AMORES DE PATIO
Acabo de llegar a, ¡por fin! Cuando paso por la calle Olivar el pescadero me entretiene contándome sus amoríos, por la mujer que bebe los vientos, ¡qué pesado! Mira que se lo tengo dicho, pescadero, eres un hombre muy soso, tienes que aprender a camelarla. Desde que se ha quitado ese olor a pescado, Rosita ya lo mira con otros ojos, noto como le sonríe y se pone colorada hablando de Joselito. No puedo estar todos los días diciéndole lo que tiene que hacer. No quiere gastarse un céntimo, con lo de dinero que maneja el gachó, le faltan detalles, unas flores, agasajarla con un mantón de manila para que lo luzca en el patio y sea la envidia de todos los vecinos y ella pudiera llenarse la boca diciendo a todos que es un regalo del pescadero, bien orgullosa estaría.

Para eso están los amigos, para aconsejarse, pero veo que no se da cuenta que yo también tengo cosas en las que pensar. Estoy al acecho para ver cuando vuelve al patio florido la sobrina de Dña Ilu, la vi aquella tarde de verano y me quedé prendado, no he visto cosa más bonita en este mundo. La niña de piel blanca y pelo negro azabache pasó unos días con su tía, la vi en el patio, se me metió en mi cabeza y me tiene medio loco, no puedo dejar de pensar que podría ser la madre de mis chaveas.

Me tiene soseído y solo deseo que vuelva por esta tierra para lucirme en ese patio con mi canasta de avellanas, poder regalarle uno de los cartuchos recién envasados, mirarla a los ojos y que note que estoy interesado en ella.

Porque todo hay que decirlo, tengo buen tipo, y no me va nada mal con la venta, el día de mañana seré un gran comerciante, tengo planes de futuro muy interesantes y aspiro a conseguir mi propio kiosco.

Y según dice mi madre, tengo un porte y una gallardía propia de un galán de telenovelas.

No me atrevo a preguntarle a Dña Ilu cuándo volverá su sobrina, pero cada día voy hasta tres veces al patio, para ver si me entero de algo, me siento con ellas y escucho con atención todo lo que cuentan.

Mientras a ver si emparejo a estos dos, la cosa está al caer, pero Rosita se hace de rogar, es normal, yo también tendría mis reservas, el pescadero ha sido en su juventud bastante mujeriego, y aunque ahora ha cambiado y ha sentado la cabeza, entiendo que ella tenga sus dudas.

Por otro lado ¿Podría hablarle a Dña Ilu de mis intenciones con su sobrina? Pero luego me da canguelo y temo que se ponga en contra, como es tan seria y estirada, posiblemente la aleje de mí para siempre. Mejor me estoy calladito y espero a que venga y mientras voy preparando mi estrategia para conquistarla.

M. Carmen Jiménez Aragón

VECINOS
¿Quién se iba a imaginar que de un patio de vecinos surgirían tantas anécdotas y recuerdos? Y es que dicen que querer es poder, y mis vecinos han querido crear una relación que no olvidaremos en la vida, superando todos los obstáculos, uniéndonos y marcando metas.

A mí me encanta ir de visita, sentarme a la sombra y disfrutar de la frescura que dan las enredaderas y los helechos mientras ojeo el periódico. Doña Iluminada, la señora que vive en el primero A, es una mujer muy culta. Con ella aprendemos todas las tardes alguna nueva palabra, de esas que nadie utiliza y que se olvidan al levantarte a la mañana siguiente, pero tiene buena fe la mujer. Aún recuerdo el percance que le pasó el otro día cuando se le despegó la suela del zapato y trataba de disimular la gran boca que enseñaba sus dedos, el tacón se le enganchó en el dobladillo de la falda y por poco se cae de bruces, todo lo larga que es la señora. Hacía tiempo que no me reía tanto.


En el fondo son todos muy buena gente. Ahí está Joselito, que por amor a su flor más preciada y compañerismo vecinal, ha superado su miedo a bailar y cantar en público y ya lo mismo se atreve con una copla que con una rumba. Y, ¿qué decir de esa flor? Magullada y dolorida la mayoría de los días, pero siempre dispuesta a mostrarnos su mejor sonrisa. Es una muchacha muy agradable y atenta, la única que se dio cuenta que mi espalda y mi cansancio crónico no aguantaban mucho rato en una silla de neja, y sacó de su casa una confortable mecedora donde yo le cambio la definición oficial a la palabra siesta, ¿qué entenderán los relojes de eso?


Diego, el despertador humano, aparece por el patio tres o cuatro veces al día. ¡Qué manera de pregonar la mercancía! Si a veces le falta el aire y todo, y la vena del cuello parece que le va a explotar… “¡Pipas, cacahuetes, avellanas americanas,…! ¡Quicos, palomitas, a las dulces manzanas,…! ¡Almendras, nueces, no lo dejes ‘pa’ mañana…!” Para mí que se lo lee de una chuletilla porque es imposible que se aprenda el batiburrillo de cuarenta cosas que lleva en la canasta y siempre en el mismo orden. Pero buena gente también, al fin y al cabo.


La que nos trae de cabeza es doña Adela y su empecinamiento en convertir a su hijo en torero. Tanto empeño le pone, que ha pasado de no querer destacar ni llamar la atención, a colocarse unos cuernos en lo alto de la cabeza y correr tras el capote que le tiende su pequeño. Pero si el pobre chiquillo se pinta moretones y se venda un brazo, diciendo que se cayó sobre el zarzal mientras cogía moras, con tal de no soportar otra clase de toreo de su madre. A ver si entre todos la hacemos entrar en razón.


Mi señora ya me lo tenía dicho, “Pepe, en ese patio se echan unas tardes muy tranquilas y los vecinos son gente corriente, campechana, una mina de diamantes para los debates de sobremesa”. Y como ella ya se había hecho amiga de todos, compartía labores de costura, intercambiaban consejos de cocina,… pues decidí acompañarla una tarde. Ahora me hayo la mar de contento, pero mi trabajo me costó decidirme pensando solo en que me fueran a encomendar alguna tarea como: alcánzame aquella maceta de allí, lléname el cubo de agua en el pozo,… pero no, se han dado cuenta de lo cansado que estoy siempre y respetan mis tres horas de siesta a pierna suelta en la mecedora.




Rafa Núñez Rodríguez
OTRO DÍA EXTRAORDINARIO
Era un día de esos, tan diferente, que se podría parecer a cualquier otro día.

El sol se desperezaba casi sin querer. Iba alumbrando las paredes de blanca cal, esas paredes que son dueñas de secretos inconfesables, de rumores inciertos, hasta de alguna que otra historia de amor.

Los primeros gorriones se arremolinan sobre el alféizar de la ventana de Rosita, les gusta escuchar sus cancioncillas matutinas, alguno mira hacia la esquina donde las flores se hacen selva, allí las palabras se convierten en noticias y las páginas son acariciadas por unos dedos arrugados por la vida.

Dos calles más abajo, un perro tumbado en la acera, sigue absorto con la mirada a dos figuras, una corre hacia la otra, la esquiva con un gran trapo y vuelta a empezar.

Se rasca el lomo y se mordisquea intentando acabar con alguna pulga.

Mientras, una pareja pasa por su lado, un hombre de paso cansino, apoyado en el brazo de su esposa, señora de ojos inquietos, si, de esos que a la par que miran, son capaces de escuchar a través de las paredes.

Y si siguen calle adelante escucharán la llantina de un hombre, que desconsolado, llora bajo la ventana del vendedor de chuches, que con cara de sueño, mira al desdichado corazón roto.

Tres gatos escoltan la desdicha del enamorado, saben que mientras más llore, más pescado dejará caer.

El sol sigue subiendo, hasta llenar de gotas los rostros de tan variopinto grupo de personas, tal vez hoy alguna ráfaga de viento se acerque a escucharles, o puede las mariposas llenen de colores ese patio, donde los aromas a primavera y las flores presumidas, se mezclan con las ilusiones, las curiosidades, con palabras ciertas y otras casi inventadas.

Cuando la tarde se llena de rubores, y las fachadas se vuelven anaranjadas, la vida se vuelve más viva en cualquier patio de vecinos.

Y así ocurre lo que debe ser, un día tan especial y único, como otro cualquiera.

Dori Calderón Ramos
¡SE ABRE EL TELÓN!
No puedo dejar de mirar esta imagen con cariño, muchos recuerdos llegan a mi mente, todos entrañables..... Los nervios del estreno, una cosilla en el estómago cuando lo volvemos a representar por segunda vez, porque ahora estarán nuestros seres queridos y queremos sorprenderles, agradablemente claro.

La primera sensación de placer cuando escuchamos las primeras risas del público, los nervios del "me toca salir", júbilo cuando nuestros vecinos atracan las primeras carcajadas, risas en el vestuario al sorprendernos de nosotros mismos disfrazados, preocupación y prueba de fuego cuando estrenamos en otro pueblo....esto fue todo un reto, pero muy contentos por la buena acogida y el trato que nos han dado.
La emoción nos embarga cuando al final de la actuación el público se pone en pie y nos ovaciona, en ese momento, todo esfuerzo ha merecido la pena.

Puedo volver a ver nuestro teatro una y otra vez, y vuelvo a reírme, vuelvo a emocionarme, y deseo volver a empezar, a redactar los textos, a crear personajes, a sentirlos nuestros, a ensayar, a reír hasta llorar en los ensayos, a enfadarnos cuando no sale, a repetir mil veces la misma escena y nunca llegar a la última.... Y me quedo con un "momento especial" de cada representación.

En la primera, me quedo con el momento en que Diego me coge del brazo y me mete en el escenario cuando no me tocaba, no me lo podía creer. En la segunda, me quedo con la risa continúa y sin descanso de una mujer del público, no paró en toda la función, deberíamos contratarla como público allá donde fuésemos.

En la tercera, con el momento estelar de la rotura de mi zapato al subir al escenario, aún no me explico cómo salimos de aquello; y en la última, con mi conversación con Rosita, cuando me mira y me llama Doña Ilusionada, creo que hubo momentos de silencio hasta que me recompuse.
Pero quizás tenga razón Rosita, y me esté convirtiendo en Doña Ilusionada, porque así me siento con vosotros.

Cande Molina Mostazo

¡QUÉ EMPIECE LA FUNCIÓN!
Hay imágenes que nos traen emociones y sensaciones de momentos vividos. Yo, cuando veo esta imagen, recuerdo exactamente cuándo, cómo y por quién fue creada y, sobre todo, tengo en la memoria cada minuto vivido de esa maravillosa experiencia, que nos llenó de nervios, de incertidumbre, de miedo, de inseguridad, pero que a la vez nos dio alegrías, risas, valentía y sobre todo nos demostró que nada es imposible y que la pasión y el entusiasmo son capaces de sacar actores de dónde no los hay. Me quedo con una receta llena de ingredientes dulces, que a cada cata y prueba nos hacía más seguros de nosotros mismos, dónde las críticas, a pesar de que a primeras nos hiciera fruncir el ceño, nos las tomábamos como consejos y como ayuda para conseguir hacer nuestro papel un poco mejor, y esperar entonces un elogio que nos colmara de alegría. Solo puedo decir gracias, gracias y mil veces gracias por hacernos sentir tan especiales saboreando las escenas de cada uno, porque como un día escribió un amigo somos un todo, la ley de la unidad donde todos somos uno, almas distintas, pero que buscan crecer, evolucionar y por supuesto ser felices. Chic@s, se os quiere y mucho.

Mª Jesús Campos Escalona
LA BODA
Vivir en este patio florío es una maravilla. Cada día sargo tempranito  a comprá el pan y el olor a jazmín  y geranios me inunda los purmones. ¡Ay  mi Joselito, me tiene enamoraita perdía, quién lo iba a desí! ¡Atontaita me tiene er zagá!
Y ahora sólo  puedo pensá en la boda. Doña Ana que es la mar de apañá va decorá to este patio. Me ha dicho que ella puede hasé que se quede tan bonito, como en las películas. ¡Sueño con eso, día  y noche!
Doña Adela está  un poco triste, porque  Chumbito  se le ha ido a las Barselona,  pero aún  no pierde puntá y me está confersionando un vestido presioso. ¡Ay que manos tiene esa mujé!
Y qué puedo desí de Pepe y Diego,  no paran de hasé recaos, ¡son dos primores!  Y doña Iluminada nos está  dando unos curso pre-matrimonial de olé.

Y así  entre todos,  mi boda será  presiosa, como de novela...  No fartará ni gloria bendita. ¡Ayyy, no veo que llegue  er día!




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