sábado, 9 de mayo de 2020

Nuevos microrrelatos publicados en Diario Sur.



La principal característica de este género narrativo es la brevedad, el autor tiene que expresar en unas cuantas líneas todo aquello cuanto desea y dejar al lector emocionado, pensativo o simplemente con la sensación de haber leído algo bueno a la par que breve. “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
Se necesita de mucha técnica y tiempo de dedicación porque es muy difícil transmitir una pequeña historia o secuencia,  en pocas líneas. En el microrrelato iríamos al punto clave o clímax de nuestra narración, en el que se produciría un giro inesperado que sorprenda al lector. Mientras que con la novela o los relatos disponemos de infinitas páginas para ir caracterizando a un personaje o a varios, para ir creando ambiente, para ir desarrollando la historia en sí.
De esta manera, nos tendremos que olvidar por supuesto de describir en exceso. Esta forma de escribir nos ayudará a buscar la palabra adecuada, en este caso los adjetivos descriptivos idóneos, para decir mucho con poco.

Volvemos a tener el honor de poder contaros que dos microrelatos de nuestros integrantes han sido publicados en el Diario Sur.
Las palabras están todas inventadas, todas llenas de letras, y con sus significados ya preestablecidos, lo interesante es poder darles vida, hacerlas música o que te atraviesen la piel mientras esbozas una sonrisa, esto es lo que hacen nuestras compañeras al ponerse a escribir. En la pequeña prisión, que es un microrrelato, son capaces de crear historias llenas de vida, sí, historias de esas que dicen tanto en tan poco.

Por eso hoy estamos felices de poder dejaros estos dos microrrelatos que con tanta maestría han pasado de manos creativas a papel de periódico.

Rafa Núñez Rodríguez  - (08/05/2020)
Sin título
Cada día la veía asomada tras la ventana, sola en su universo, con pinceladas otoñales en su rostro, la llamaban loca porque con la mirada pintaba los paisajes de colores imposibles, porque la tierra que nacía de sus uñas olía a romero, porque le cantaba a los pájaros que dibujaba en los cristales polvorientos, y de sus manos brotaban pequeñas ramas para darles cobijo. Flores melancólicas enredaban su cuerpo, y su imagen seguía allí, perenne junto a la ventana.
Y yo comencé a capturar estrellas que dejaba junto a su mundo, y poco a poco me fui perdiendo en ella.

M. Carmen Jiménez Aragón - (08/05/2020)
Vida de perros
Las cosas en casa han cambiado. Mamá dice que no estoy castigada, que los demás niños tampoco pueden salir, pero siento que ya no soy la princesa de la casa. Papá y mamá pasan todo el día conmigo jugando, cocinando, dibujando... Y todos los terminados en ando más divertidos, menos uno: el ando de paseando. Eso solo lo hacen con Chispa, mi perrita. Y por más que les ruego y que les prometo que en diez minutos nos subimos, no me llevan con ellos. Creo que no se fían de mí. Incluso he pensado que me pueden poner la correa como a ella, y si me apuran soy capaz hasta de hacer pis en la esquina del portal. Yo solo quiero salir a la calle y correr por la acera hasta quedarme sin aliento. Quiero tener una vida de perros.

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