jueves, 7 de mayo de 2020

VII ACTIVIDAD DE CONFINAMIENTO.



Todos y cada uno de nosotros ha propuesto una palabra y las hemos enlazado de modo que quedan totalmente integradas en el texto pasando desapercibidas, desarrollando una historia apasionante, completamente diferente y novedosa.

Las palabras elegidas para la actividad del día de hoy son las siguientes: RUTILO, AGUA, FUEGO, GEMA, CARTA, CACHORRO, CALLAR. Con estos términos cada escritor ha elaborado un microrrelato original.  

Aquí os mostramos los microrrelatos escritos por los miembros del Club de Lectura y Teatro de La Viñuela.

Cande Molina Mostazo
CALLAR

Casi todas las tardes hacíamos expediciones río abajo, así que nos colocábamos una gorra, cogíamos un palo, el cachorro de pastor alemán de mi primo para olfatear todo rastro posible y empezaba nuestra aventura. De piedra en piedra, atravesando pequeños pozos. Mi primo el mayor era el jefe de la cruzada y vaya imaginación tenía, veía víboras, cocodrilos, caimanes y lo más gracioso es que nosotros, sin ver nada de nada, también habíamos visto la cola de un caimán o como un cocodrilo se metía en el pozo. Lo único que veíamos de verdad eran tortugas, ranas y unos rutilos, unos peces rojos muy raros. Pero en esos momentos nuestra imaginación volaba a rienda suelta y nuestros ojos veían todo lo que el capitán nos iba diciendo y señalando con su palo. De pronto nos paraba, nos decía "¡todos al agua! ¡Callad! ¡Escondeos! ¡Aguantad la respiración!" Menuda voz de mando la suya porque había divisado un zorro acuático, que era el guardián de unas gemas preciosas. Entonces con mucha valentía se adentraba por unas rocas y nos traía un montón de piedras de colores.
Y así con la alegría de haber encontrado tan preciado tesoro seguíamos nuestra andadura.
Una tarde descubrimos una isla detrás de unos cañaverales y unos arbustos, era el paraíso, una bonita laguna donde el agua estaba cristalina, unos álamos gigantes nos regalaban su sombra y unas rocas enormes nos servían de trampolín para lanzarnos al agua y para tomar el sol como los lagartos. Decidimos que sería nuestro fuerte y lo primero fue prepararlo e investigarlo.
Uno de mis primos vio una botella con una pequeña carta dentro, entre unos juncos. Corriendo fuimos todos al encuentro de tal hallazgo. Ahora estoy segura que mi primo puso la botella con la carta dentro esa mañana, pero claro en aquel momento y con ocho años, pues estábamos asombrados y deseosos de leerla. Abrió la botella, saco la carta y en ella había como una especie de mapa con muchas cruces y unos signos muy raros, entonces el capitán dijo "levantamos el campamento y nos vamos para el cortijo de la abuela, está noche junto al fuego tenemos que descifrar este mapa, en marcha camaradas".


Rafa Núñez Rodríguez
DICES

Dices que simplemente es una gota de agua salada, de esas que tiñen de sentimientos tantas cartas amarillentas, pero quema como el fuego mientras recorre mi rostro.
Dices que mi corazón es un trozo de rutilo frío enterrado bajo capas de indiferencia y sin embargo cuando intenta latir lo mandas callar con autoridad.
Dices que tú eres una gema preciosa y yo tan sólo un cachorro con dudas y temores, y mientras sigues diciendo, una sonrisa asoma sobre el temblor de mis labios y por primera vez te digo eso que estaba ahí escondido, deseando salir...
-Adiós, siempre te llevaré en mi pasado.


María Jesús Campos Escalona
LOCURA

¡Cállate! ¿No ves que ya leí tu carta y que la he arrojado al fuego? El anillo con la gema te lo devuelvo pues ya no lo quiero. En realidad sólo me llevo el cachorro de shih tzu. Te puedes quedar con todo.
Pero no te descuides amor... Puede que cuando estés medio dormido en las cristalinas aguas del jacuzzi, esas aguas en las que pusiste miles de dibujos de ese pez, sí, ¿cómo se llamaba? Tú y tus palabritas. Rutilo. Así era.
¡Jajajajaja! no te descuides amor.


Dori Calderón Ramos 
EL DESTELLO
El destello de luz que desprendió el rutilo de su anillo le recordó el color del fuego que quemó todo la tarde anterior.
En su mano, la carta que invitaba a una boda que ya no se celebraría, en su bolso, la gema que se negó a arder, tenía que pensar como deshacerse de ella, en la calle, los ladridos del maldito cachorro que desde anoche no ha dejado de aullar llamando a su dueña, pero algún día deberá callar, es solo cuestión de tiempo.
Bebió un sorbo de agua y se preparó para ir al encuentro con él, ahora ya, nadie se interponía entre ellos.


M. Carmen Jiménez Aragón
ETERNA ENEMISTAD

En aquel enclave montañoso, el Agua y el Fuego discutían sobre cual había tenido más responsabilidad en la creación de la bella gema.
-Sin mi fuerza erosiva y mis cualidades minerales jamás hubiera podido ver la luz. -Defendía el Agua.
-Y sin mi ardiente energía y mi poder subterráneo nunca se hubieran dado las condiciones adecuadas. -Recriminaba el Fuego.
El bello Rutilo, triste y cabizbajo como un cachorro indefenso, se ponía cada vez más rojo de vergüenza y, súbitamente, sentenció:
-¡Callad! Viendo que Fuego y Agua nunca os llevareis bien, escribiré una carta al Aire. Los dos le debéis la vida. Él sabrá discernir.


Laura Pérez Alférez.
OJO POR OJO.  
Pone al fuego el agua de la sopa, matices de gema y rutilo flotan en el líquido. Desde el día que encontró aquella carta, por casualidad, se siente como un cachorro herido obligado a callar. Él la mira. Verla siempre allí le provoca un gesto de desdén, siente pena por ella por ese gesto. La pena que le causa ser consciente de ese gesto, aumenta su desprecio. Ella, ensimismada en su rutina parece no percatarse de su presencia, le vio llegar y se hizo la distraída. Ha visto como la ha mirado.
Sigue removiendo pausadamente el cianuro en el líquido. Llena una taza y se la sirve calentita.

Gema Frías Luque
TU AMOR ME AHOGA
Desperté junto al río, mi fiel cachorro aún dormía mientras me desperezaba. Miraba a mí alrededor y sentía el cantar de los pájaros junto al croar de las ranas que tanto me trasladaba a mi tierna juventud.  El agua estaba realmente fría y tan cristalina que pude ver el pequeño aleteo de un rutilo. Tras lavarme la cara traté de recuperar el fuego. El motivo de mi huida desesperada no me alejó del pensamiento de las palabras de aquella carta que encontré junto a mi mesita de noche: “Tu amor es un pequeño tesoro para mí, eres mi gema más preciada, pero seguiré callando para siempre”. Tu amor me ahoga, trataré de olvidarme de ti para siempre.

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