Las actividades que nos hemos propuesto en esta etapa de confinamiento nos están aportando destrezas, habilidades y sobre todo soltura, en nuestro desarrollo literario. Este tipo de actividades nos ha reportado nuevas formas de dirigirnos al lector de manera más clara, correcta y concisa, sin perder el tiempo moviéndonos por las ramas.
Hemos visto claramente nuestra evolución en estos dos meses y nos sentimos muy orgullosos de nuestro trabajo realizado. Sabemos que estas actividades pronto llegarán a su fin dando paso a otras de vital importancia para nuestro desarrollo que nos ayudarán a alcanzar nuevas metas.
Una vez más los miembros del club hemos trabajado en equipo para proponer palabras, al azar, y elaborar cada uno de nosotros un microrrelato en el que incluirlas todas. Historias originales e inéditas, tan diferentes como nosotros mismos, que deseamos que os trasladen por unos momentos y os ayuden a sobrellevar vuestro confinamiento.
Las palabras propuestas en esta ocasión son: DEMOCRACIA, BANDERA, GATO, SUBASTAR, CALAMARES Y FUNDAMENTO.
M. Jesús Campos Escalona
CONFIANZA
Me siento libre.
Libre de pasear, libre de elegir.
Libre de ver este bello paisaje y
ponerme a pintar, sin pensar en todo lo
que me queda por hacer. Libertad de
vivir en democracia con lo que quiero y
porque lo quiero, sin tener que dar
mayores explicaciones.
Como con Kira, con ella
siento que todo fluye y que es
una extensión más de mí. Es mi fiel
amiga, mi dulce compañera. La veo que
camina por la orilla de la playa. La llamo para que no se aleje demasiado. ¡Cuánta paz se respira! Y
es que, vaya lujo el poder
disfrutar de todo esto, me siento afortunada.
En la distancia, veo
a mi padre caminar. En un pequeño cubo lleva la captura de hoy. Me temo que para el almuerzo degustaremos un grandioso calamar.
El gato de la
familia lo persigue sin cesar. ¿Qué querrá ese minino?
Hice bien en venirme de vacaciones aquí. Al subastar la
casa, me vinieron tantos recuerdos. ¡Qué
difícil, y a la vez necesario, poner punto
y final a una parte tan importante de mi vida!
Ahora lo que necesito
es orientar mi camino, ondear mi bandera, ¡sí, una bandera
exclusivamente mía! Sin estereotipos, ni
culpas, la bandera ficticia que necesita
mi corazón. Sentir que me amo, que me elijo a mí y sólo a mí.
Que me quiero y me
cuido.
Veo que Kira se aleja, la llamo y viene hacia mí corriendo y chapoteando entre las
tranquilas y serenas aguas.
Rafa Núñez Rodríguez
EL CALLEJÓN DE LAS DELICIAS.
Como cada viernes por la noche, se
reunían los gatos alrededor de los cubos de basura de la pescadería. Hoy
tocaban los restos de calamares y, como si fuese una democracia, les tocaba
reclamar las sobras a los que tenían colores blancos, negros y a los del manto
de la virgen. Hacía tiempo que dejaron de pelearse por la comida, ni tan
siquiera la subastaban, un reparto equitativo que, con fundamento se habían dado
cuenta, era la mejor opción.
Ronroneos y ligero chispear en sus ojos, algunos se
acicalaban concienzudamente, otros miran distraídos los balcones llenos de
banderas y escuchan en la lejanía algo que podría sonar como una cacerolada.
Entonces la puerta se abrió casi con indiferencia y un
grupito de sombras comenzaron a restregarse sobre las piernas de aquel
hombre. La mejor hora del día comenzaba
al oscurecer.
Gema Frías Luque
LIBRE DE CULPAS
Sospecho, aunque sin fundamento, que la vida es una obra
de teatro, donde el guion y los personajes ya existen milimétricamente. Siempre
tuve la sensación de que muchas escenas de mi vida ya las recordaba sin
haberlas vivido previamente. Siempre gocé de una libertad absoluta, aunque a
veces tuve que subastar algunos pensamientos para no molestar a los demócratas
de pacotilla. Nunca permití sentirme como gato enjaulado, la idea de mirar al
horizonte, ondear mi pequeña bandera, llenar mis pulmones de aire fresco y
gritar, era una afición que repetía a menudo para prohibirme a mí misma llorar.
Sí, llorar, de impotencia, de rabia, de dolor, por derramar
en silencio mis las lágrimas, sobre el plato de calamares, sin encontrar el
camino que me devuelva la paz, mi paz.
Dori Calderón Ramos
MISI, MISO
Sentada ante la mesa junto a sus hermanos miraba hacia los
rincones de la casa buscando a Michino, su gato.
Su mamá tenía por bandera, alimentar a su familia con
fundamento, en este aspecto no admitía la palabra democracia, así que los menús
eran elaborados sin consenso familiar y hoy tocaba calamares, algo que odiaba.
Pensó en subastar su plato entre sus hermanos, cosa que
solía hacer cuando tocaba la tediosa menestra de verduras o las abominables
albóndigas, las ofrecía a cambio de realizar tareas como sacar la basura o
poner la mesa, pero hoy eso no funcionaba, al parecer los calamares no eran del
gusto de nadie.
Así que con discreción llamó al minino, el cual se coló bajo la mesa, entre las piernas de
los niños, encontrándose con cuatro manitas diferentes que le ofrecían 'pescaíto' frito... ¡Miauuuu, qué rico!
M. Carmen Jiménez Aragón
MALDITA DEMOCRACIA
Cuando supe que aquel cuadro se iba a subastar, jamás
imaginé los problemas que me podía ocasionar su adquisición. Y es que tener
sobre el sofá del salón a un calamar gigante, vestido con chaqueta y corbata,
rodeado de otros más pequeños inclinados en reverencia mientras se abrían las
aguas del mar, provocaron en Democracia todo un torbellino de sensaciones
confusas, fundamento por el cual se quedaba extasiada horas con la mirada fija
en el lienzo. Tengo que aclarar que Democracia es mi gata, bueno lo fue hasta
que la obligué a mudarse a casa de mi hermana, después de haber clavado las
uñas en el cuadro, rasgarlo y dejarlo hecho trizas, como una bandera queda
frente a un huracán.
Cande Molina Mostazo
MI BANDERA
El otro día mi gato se tumbó a tomar el 'solecito' en
la bandera que venía con el periódico, le habrían llamado la atención los
colores tan vivos.
Mi vecino puso el grito en el cielo y me dijo: -vaya desfachatez, dejar que el gato se tumbe en la bandera de nuestro país, ¡vaya poco patriotismo!.
Sin duda mi vecino se dedica a mirar hacia mi terraza y a curiosear más de la cuenta, pienso que la desfachatez es suya y que no tiene ningún fundamento para dedicarme la retahíla que nadie le pidió y menos aún chafardear con tan poca discreción.
Mi vecino puso el grito en el cielo y me dijo: -vaya desfachatez, dejar que el gato se tumbe en la bandera de nuestro país, ¡vaya poco patriotismo!.
Sin duda mi vecino se dedica a mirar hacia mi terraza y a curiosear más de la cuenta, pienso que la desfachatez es suya y que no tiene ningún fundamento para dedicarme la retahíla que nadie le pidió y menos aún chafardear con tan poca discreción.
Las banderas representan a los países del mundo y poseen un
gran poder para unir a las personas, pero también para separarlas, detrás de
cada una hay miles de historias, triunfos, lágrimas... Pero un mundo sin banderas
también sería bonito, donde ante todo seamos hijos de una misma nación, La
Tierra.
Un mundo lleno de democracias con concordancias donde no se subasten la igualdad de los derechos de todos los hombres, sin importar la raza ni el color de la piel, y es que cada vez soy más fan de los calamares, seres llenos de inteligencia, adaptación, creativos y flexibles. ¡Cómo gustaría que mi vecino aprendiera de ellos!
Un mundo lleno de democracias con concordancias donde no se subasten la igualdad de los derechos de todos los hombres, sin importar la raza ni el color de la piel, y es que cada vez soy más fan de los calamares, seres llenos de inteligencia, adaptación, creativos y flexibles. ¡Cómo gustaría que mi vecino aprendiera de ellos!
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