lunes, 25 de mayo de 2020

SEMANA CULTURAL DE LA VIÑUELA 2018.

Una de nuestras aficiones más constantes es la escritura y varios miembros del Club han sido merecedores de premios locales de escritura. Trataremos, a lo largo de estos meses, de transcribirlos en este espacio de modo que queden almacenados y tengáis acceso a su lectura. 
En esta ocasión recordaremos al ganador de la edición de 2018 del premio de Relato breve, organizado por el Excmo. Ayuntamiento de La Viñuela, con motivo de la Semana Cultural, Rafa Núñez Rodríguez, con su relato titulado "261" la temática propuesta  por la organización fue: LA VISIBILIDAD DE LA MUJER EN LA CULTURA Y EL DEPORTE.

"261"

Miro el reloj de la mesita de noche, aún faltan veinte minutos para las siete. No he podido dormir mucho esta noche, quizás los nervios empiezan a apoderarse de mi. Ayer estaba muy tranquila, fui a por el dorsal, puse mis iniciales, una firma y ahí estaba mi dorsal, el 261. Me atravesó un pequeño escalofrío y sin más me fui a la peluquería, tenía que recortar un poco mi melena, no es que la tenga muy larga, pero un poco había que quitar por si acaso. Veía como caían los pelos al suelo, a cada tijeretazo me acercaba más a mi sueño y al terminar me miré al espejo y una suave sonrisa surcó mi rostro. Pues me quedaba bien. Después me fui a casa, quería tener un día tranquilo, correr unas horas por la tarde y luego Tom se vendría para darme unos masajes relajantes, tenía que intentar descargar tensión.

Ahora ya es el día, Tom sigue dormido, yo me levanto y me voy a la cocina, una infusión caliente me vendrá bien. Miro por la ventana, los copos de nieve se agolpan contra el cristal, parece que huyan de la ventisca, habrá que abrigarse, me pondré el chándal gris con la capucha, espero que el viento no me deje la cabeza al descubierto. Escucho ruidos en el dormitorio, habrá que ir preparándose para la carrera.

Miles de personas nos apretujamos en la línea de salida, el frío cala hasta los huesos y me siento agarrotada, menos mal que estoy bien acompañada. Tom a un lado y al otro Amie, con esa eterna sonrisa, me da ánimos después de meses corriendo juntos. Hoy es la prueba definitiva, me hubiese gustado que también estuviese Roberta, la vi cuando veníamos hacia aquí, me saludó de lejos y me guiñó un ojo. Ella ya había finalizado la carrera un par de veces, es una corredora increíble, el año pasado hizo una marca de 3:37. Una marca imposible para mí, pero no la he podido convencer de estar aquí. Ella se une al grupo pasados unos quinientos metros, sale de unos arbustos de una esquina del parque y nadie repara en ella. Y si algún juez la ve no le hace mucho caso, al no llevar dorsal no cuenta para la organización.

El disparo me pilla de improviso y doy un pequeño respingo. Tom suelta una carcajada y comenzamos a movernos, al principio como una lenta ola de piernas que se mecen al unísono. Noto algunos empujones, codazos, todos queremos hacernos sitio en la calle para no tropezarnos y evitar problemas.

El cartel de kilómetro 5 ya queda atrás, llevamos un ritmo más bien tranquilo, a mis chicos los veo muy sobrados, pero hoy están aquí por mí y yo marco la velocidad. Ahora ya podemos estirar las piernas sin tropezarnos con las de otros corredores. Lo peor, por ahora, es el viento helado que nos abofetea la cara, vamos intentando resguardarnos corriendo en pequeños grupos.

Kilómetro 15, mantenemos el ritmo. Amie parece que va de paseo, a veces hasta me va dando conversación. Yo sigo concentrada en mi respiración y en el camino, alguna rápida mirada hacia el público. Es increíble como en este tiempo puede haber gente en la acera sin parar de animarnos, no sé quién tendrá más mérito. Vuelvo a centrarme en el corredor que llevo delante.

Hace un rato que pasamos el letrero de 30 km y ya comienzo a notar la fatiga. Al menos el viento ha amainado y no nieva desde hace rato. La capucha de la sudadera no para de jugar conmigo, dejando al desnudo mi sudorosa cabellera. Algunas personas me miran y me señalan extrañadas, por suerte los demás hombres vamos por la carretera diseminados, como una larga serpiente de sudores, respiraciones forzadas y ojos brillantes. A mi izquierda veo acercarse el autobús de la prensa y, cómo no, alguno comienza a señalarme y los flashes comienzan a dispararse, pero ya me es igual, yo sigo centrada en mi carrera. No escucho los gritos, o incluso algunas burlas machistas. Tom se acerca un poco más, noto casi su corazón latiendo a la par del mío. Bueno esto podía suceder, no puedo dejar que me desconcentre.

Kilómetro 35. El habernos cruzado con los periodistas parece que ha hecho que se extienda el rumor sobre una mujer corriendo la maratón de Boston. Muchas personas se fijan en mí y se hablan al oído mientras señalan. Entonces noto voces, gritos, a mi derecha. Un juez, creo que es uno de los organizadores, se acerca con el rostro encendido por la rabia amenazándome, exigiéndome que le dé el dorsal. Yo intento no parar en mi carrera, pero me está asustando, me dice que es su carrera e intenta quitarme el número. En ese momento se cruzan nuestras miradas y no entiendo porque solo veo odio. Sus ojos desaparecen, al igual que su rostro y todo su cuerpo, Tom le ha dado un empujón que lo ha mandado contra la fría acera. Entonces un grupo de corredores se unen a nosotros, nos siguen por detrás para evitar que el juez intente acercarse.

Kilómetro 45, ya estoy a punto de terminar mi primera maratón oficial. Me duele la cabeza, noto el corazón bombeando a mil por hora y las piernas muy cargadas, me está costando mucho esta parte final. Amie no para de darme ánimos, yo no sé si le sonrío o le hago una mueca de agotamiento con los labios.

Tom me marca con la mirada que estamos llegando a la meta, levanto la cabeza y es verdad, la veo, y cientos de flashes y cabezas cubiertas por sombreros nos miran curiosas en estos últimos metros. Tom me dice justo antes de cruzar la línea de meta que hoy voy a hacer historia y yo, mientras cruzo la línea, simplemente pienso que lo que quiero es poder terminar una maratón.

4h 20 min. Katy Switzer
19/04/1967


PREMIO DE FOTOGRAFÍA 2018 LA VIÑUELA


Aprovechando la ocasión que me brinda este espacio, recordar que nuestra compañera Gema Frías Luque fue la ganadora del premio de fotografía. Las bases del concurso proponía la temática de: LA VISIBILIDAD DE LA MUJER EN LA CULTURA Y EL DEPORTE.
Os mostramos la imagen ganadora a continuación.


FOTOGRAFÍA GANADORA

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