martes, 5 de mayo de 2020

V ACTIVIDAD DE CONFINAMIENTO.




Las palabras elegidas para la actividad del día de hoy son las siguientes: TIERRA, BOLERO, CHASCARRILLO, IMPACIENCIA, ECUÁNIME, AZAHAR Y ACERO. Con estos términos cada escritor ha elaborado un microrrelato original.  Todos y cada uno de nosotros ha propuesto una palabra y las hemos enlazado de modo que quedan totalmente integradas en el texto pasando desapercibidas, desarrollando una historia apasionante, completamente diferente y novedosa.

Aquí os mostramos los microrrelatos escritos por cada uno de los miembros del Club de Lectura y Teatro de La Viñuela.


M. Carmen Jiménez Aragón
¿QUIÉN SABE CUÁNDO…?
Sonaba en la radio ese bolero paisano, cantado a corazón abierto: "De mi tierra bella, de mi tierra santa...", y la impaciencia por unir mis pasos a los de tantos otros volvió mis lágrimas de acero. Subí a la barca sin querer pensar demasiado, ecuánime decisión cuando se deja uno parte de la vida atrás y no sabe si se encamina hacia una vida prestada o hacia la muerte misma. Me da vergüenza pensar que se me vienen a la mente cientos de chascarrillos. Quizá algún día pueda llegar a reírme con ellos, cuando vuelva a embriagarme con el olor del azahar de mi tierra.



Laura Pérez Alférez
CRISTALES ROTOS
Le decía que el amor es frágil como el cristal y efímero como pétalos de azahar esparcidos al viento. Le contaba que el amor fácilmente puede romperse o perderse en un horizonte incierto.

Palabras vacías con letra de bolero. Amores de fino cristal. Hoy sabe que el amor verdadero se forja a fuego lento, duro como el acero, inoxidable al paso del tiempo. El amor real está anclado en tierra firme soportando vientos y nubarrones poco ecuánimes, en la vida tan comunes.

No fue más que un cuento, un chascarrillo; ella cuidó su amor entre algodones para que no se quebrara, él lo descuidó..., se hizo añicos.

Varios son los cristales que ha roto en su vida.

Dori Calderón Ramos
LA TIERRA GRITA
La impaciencia no es una de sus cualidades, pues fue paciente hasta la saciedad.
Quiso ser ecuánime, pero su decisión no gustó a nadie.
Se cansó de que sus súplicas de ayuda pareciesen chascarrillos, quizás un triste bolero reflejase mejor su historia.
Cansada de gritar pidiendo ayuda, la TIERRA tiró al mar las hojas de azahar que le quedaban y nos envió su corona de acero.

Cande Molina Mostazo
SENSACIONES
Noches calurosas de verano, donde se agradece la frescura de la tierra y de vez en cuando una brisa ecuánime te hace aún más bella. Empiezan las tertulias de madrugada llenas de chascarrillos jocosos acompañadas de un buen vino, de esos que tienen buen cuerpo y poca acidez, de los que te dejan ligero cosquilleo de sabores y te invitan a bailar boleros a la luz de la luna, mientras los azahares llenan de su sutil fragancia a los corazones abrazados y las verjas de acero son testigos de la impaciencia por besar tus labios.

María Jesús Campos Escalona
NOSTALGIA
Me acerqué con paso ligero y agachándome olí la tierra rojiza y áspera. Me habían trasladado de nuevo por mi trabajo de arqueología. ¡Qué día de calor me esperaba hoy!
Mientras, la radio sonaba un antiguo bolero que me recordaba a ti. Me quité uno de los pequeños auriculares de mi oído y dejé el otro para poder seguir oyendo la bella melodía. ¡Cuántos recuerdos!
Tú... contándome chascarrillos que me hacían reír y compartir viejas y nuevas vivencias. Tú, tan ecuánime, tan preciso, siempre tan justo.
Siempre me advertías que en la vida había que ser fuerte como el acero y no tan frágil. Y yo, me reía, ¡cuánta razón tenías mi querido padre! Qué daría yo, por entrar de nuevo, en el patio abarrotado de geranios, margaritas, claveles y damas de noche. Coger un trozo de bizcocho recién hecho y con impaciencia antes de llevármelo a la boca, olerlo y percibir ese aroma tan exquisito que tanto me recuerda a ti, a mí y a lo que un día fue mi hogar. ¡El dulce y sutil aroma de la canela y el agua de azahar!.

Rafa Núñez Rodríguez
REENCUENTRO
Abrió la tierra hundiendo sus dedos impacientes en ella y con manos tristes dejó caer las flores de azahar. Le temblaba la voz mientras soltaba algún chascarrillo que ella escucharía con una sonrisa, siempre se reía de sus cosas. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a acariciar el suelo, hasta las nubes se manifestaban ecuánimes en mostrar su pesar, lloraban por ella y sentían pena por él. Entonces se quitó el anillo, ese aro de acero e ilusiones, poco más les dio la vida, se acurruco sobre el aroma de las flores y comenzó a cantarle aquel bolero que siempre le había gustado tanto.
-Si tú me dices ven, lo dejo todo...
Y mientras el cielo seguía llorando, los cipreses fueron testigos de su nuevo encuentro.

Gema Frías Luque
BOLEROS IMPERFECTOS
Aquella mañana había una incipiente mezcla de olores a azahar y tierra mojada, mi impaciencia se hacía cada vez más latente y anhelaba que abrieras los ojos.
Olvidé que tus despertares eran fríos como el acero y que tus mentiras ya las había escuchado yo en algún que otro bolero y en los chascarrillos de antaño.
Siempre me mostré ecuánime, supe mantener mi compostura, incluso sabiendo que éramos tres.

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